Magistral paliza de Maduro al canciller Mauro Luiz Iecker Vieira en Kazán… don Mauro está en cuidados intensivos…

Miércoles, 30/10/2024 12:50 AM

  1. Es fácil imaginarse la tremenda indignación del Presidente Maduro, al enterarse en Kazán que Brasil había vetado nuestro ingreso en los BRICS+. Uno se imagina al Presidente Maduro, tratando de ubicar al fulano canciller Mauro Luiz Iecker Vieira, buscándolo con su mirada de fuego, por los pasillos para afrontarlo. En efecto, no tardaría en presentarse la oportunidad. Al concluir la cumbre, Maduro logra encararlo, encontrándose presente varios mandatarios y cancilleres y va le espeta: "Mira, C.*"/ con que vetaste a Venezuela", y todo el mundo allí es testigo cuando el canciller Mauro Luiz Iecker Vieira empalidece, tiembla y casi se desmaya, y respondiendo (con la inmensa cobardía típica de todo ese funcionariado heredero de aquel rey JOÃO VI DE BRAGANZA, quien se trajo a su hijo Don Pedro junto a su familia y su corte, calculada en más de 15.000 nobles): "NO PRESIDENTE, BRASIL NO VETA A VENEZUELA, NO USTEDES PUEDEN INGRESAR".

  2. La diplomacia no es cuestión de señoritas ni de caballeros engalanados, finos y "educados", como piensan muchos. La diplomacia es cuestión de carácter, de voluntad imperiosa y de decisiones fulminantes. Cuba se ha caracterizado por contar con un cuerpo diplomático muy bien entrenado para responderle a cualquier poder en el mundo. Así enseñó Fidel Castro a todo su cuerpo diplomático. Bolívar fue un gran estadista porque hablaba con decisión y determinación fulminante, así fue frente al cónsul de Estados Unidos, Juan Bautista Irvine, en el Orinoco; lo hizo ante Pablo Morillo en su encuentro de Santa Ana en noviembre de 1820 logrando someterlo a sus designios, así actuó en su ENTREVISTA DE GUAYAQUIL en julio de 1822, logrando también inclinar a su favor los planes de Colombia en la independencia de Perú, así lo hizo para lograr las victorias en Junín y Ayacucho, y así fue siempre en todas sus actuaciones con generales y emisarios extranjeros: severo, contundente y extraordinariamente claro.

  3. El Presidente Maduro se perfila como uno de los diplomáticos más importantes, activos y contundentes de este planeta. No evade ningún compromiso de envergadura en el exterior, se arriesga asistiendo a foros internacionales a sabiendas de que los gringos han puesto precio a su cabeza, y en momentos en que son más álgidos los ataques de sus poderosos enemigos, Estados Unidos y la Unión Europea. Aspiraban los gringos que Maduro se anulara, se recogiera, se acoquinara o se acobardara ante sus amenazas, y ha sido todo lo contrario.

  4. El canciller de Brasil Mauro Luiz Iecker Vieira fue embajador en EE UU, de 2010 a 2015. Los mismos gringos le encasquetaron un doctorado honoris causa en Letras, por la Universidad de Georgetown, en Washington DC, en 2014. Pero desde mucho antes, entre 1978 y 1982 sirvió como Segundo Secretario de la Embajada de Brasil en Washington D.C. Es decir, lo tenían muy controlado y atendido por el imperio, tal cual como son preparados todo el que pasa por Itamaraty, la cancillería de Brasil, una entidad totalmente dependiente del Departamento de Estado norteamericano.

  5. Es muy importante lo que le responde Maduro al periodista Pérez Pirela cuando éste le pregunta si espera que Brasil le levante el veto a Venezuela. Maduro, también es contundente: "Nosotros no podemos esperar nada sino de nosotros mismos, de nuestra dignidad, de nuestra decidida determinación a ser libre y soberanos… Si no pudieron las sanciones de Estado Unidos, no podrá la cancillería de Brasil detenernos. Nuestro camino es los BRICS. Ahora seremos más decididos en profundizar los lazos con los países de los BRICS".

  6. Maduro va en la misma dirección de Bolívar y Chávez, porque igualmente, lo que pasma del Libertador es su vitalidad, su constancia en el trabajo, su lucha obsesiva contra la inmovilidad. Él sabía que mientras hubiera vida habría conflicto y que antes de desertar era preferible morir en el combate. Pero no esperaba que el combate acudiera a él: Bolívar lo buscaba, desafiaba a los mil demonios de la locura con un desplante suicida. Llevaba sobre sí la dolorosa y terrible cruz de la dignidad y la libertad de un continente. Esa es la escuela en la que están estuvieron formados Chávez y Maduro.

  7. No hay que olvidar, que hombres enérgicos y épicos como San Martin y Sucre terminaron inclinándose ante el genio de Bolívar, ante su prodigiosa capacidad para afrontar el peligro y las adversidades. Dice José Martí: ¡Qué hombre sería Bolívar, para que personajes del fuste de San Martín, Jefe del ejército, Jefe de Estado, dueño de verdes laureles, le ofreciera, apenas lo vio y lo oyó, ponerse a sus órdenes! ¡Qué hombre para haber inspirado la veneración que inspiró a varón tan probo, tan austero, tan recto y de tan analizador y descontentadizo espíritu como el del Gran Mariscal de Ayacucho!

  8. Nunca olvidemos que sin Bolívar nuestra revolución de INDEPENDENCIA jamás habría tenido la gloria y el hálito sagrado que todavía sopla en toda América Latina. Era Él la eficacia rectificadora de toda vacilación, en una guerra cruel y bárbara. Todo se impregnaba de heroísmo a su lado: hasta el deseo de encarar la muerte tenía un sabor de aventura: es él, la evidencia de algún milagro, el peregrino sublime de la más elevada exaltación soñadora y de la abnegación más absoluta. Alguien dijo, en aquellos tiempos, que la vida sólo se justificaba para servir bajo las órdenes del Libertador. Nosotros, los de esta generación, podemos decir que ahora volvemos a tener una buena oportunidad de servir a la patria. Porque Bolívar ha vuelto.

  9. Bolívar era la acción en permanente desafío contra la nada, contra la inmovilidad, contra la indolencia y el olvido de nuestro propio destino. Hoy nuestros verdaderos políticos vuelven a recobrar interés por nuestra historia, porque estamos haciendo historia. ¡El hombre -hay que gritarlo a los cuatro vientos-, más que formas políticas o instituciones, desarrollo económico o tecnológico, necesita urgentemente valores espirituales, fe en sí mismo, respeto por la vida y la verdad! Bolívar perseguía básicamente estos principios con una voluntad de sacrificio grandiosa, quijotesca.

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