Cómo sorgo, crece "El tren de Aragua". A los venezolanos, "ni a tres por locha", nos quieren. (I)

Miércoles, 06/11/2024 01:36 AM

"Los gringos no vuelven nunca".

"Lo único cierto era que se llevaron todo:

El dinero, las brisas de diciembre, el cuchillo

del pan, el trueno de las tres de la tarde, el aroma

de los jazmines, el amor".

"Vivir para contarla". García Márquez.

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Y recuerdo esto por lo que ahora sucede. ¡Cómo la venezolanidad, en el exterior, tanto qué se ha o nos la han devaluado, ante la mirada de la gente, policías y "mercado mundial!". Y, esto mismo y quizás peor, debe suceder en los hoteles, restaurantes y bares, donde antes éramos visitantes de privilegio.

Lula, líder brasileño, electo dos veces presidente, también nos ha cogido "fobia", dicho así por no pecar de procaz y usar la palabra pertinente en estos casos. Pues su veto al ingreso de Venezuela a los Brics, pese no se perciba de inmediato, más que al gobierno, es una agresión al interés de los venezolanos todos y hasta de al pueblo brasileño; esa decisión o más bien gesto de rencor que, parece resultado del consejo de Celso Amorín, es como un escupir para arriba. Pues fue tomada pensando en Maduro y la pertinencia o no de los resultados electorales del 28J y no en función de lo estratégico de los Brics y el beneficio que la formación de ese grupo significa para los países de la periferia, sobre todo de nuestro espacio continental. Y conste, no le hago el juego a los "impetuosos" que, al líder brasileño, le vinculan a una estrategia estadounidense para sabotear los Brics, como que opera más de acuerdo al interés del G-20, pues parece una narrativa como muy estereotipada. Como aquello de los viejos comunistas que, quienes en algo discrepáramos, éramos "agentes de la CIA y del imperialismo", pese, de sólo vernos, sabían que estábamos en el completo ladre, tal como lo estamos ahora.

Las frecuentes declaraciones del canciller colombiano, quien finge como hablar por su cuenta, pues no parece hacerlo en nombre de Petro, aunque pudiera ser un simple juego de roles, para como diría "El Chavo", "sin querer queriendo", una simple comedia, revela que allá están muy bravos, porque, para decirlo como aquella canción de los republicanos españoles, pero adaptada a las circunstancias, "la tortilla se ha vuelto", como que las dificultades de la Venezuela de ahora, al voltear la tortilla, cambió el rumbo de los migrantes, pues ahora no vienen de allá para acá sino al contrario, se van de aquí para allá y eso a ellos arrecha, lo que a nosotros no nos generaba ese feo sentimiento; pues teníamos "con qué".

En el caso de EEUU, aquella oleada de turistas cargados de dólares, que iba desde las cercanías de diciembre a visitar "Disneylandia" y comprar porque "ta´ barato, dame dos", de antes bien acogida, ahora, vuelta una multitud que va en busca de la vida, a causa de las maniobras y sanciones originadas allá, sobra y molesta, tanto que, para justificar salir de ella, rechazarla, la asocian al "Tren de Aragua", como si esa banda fuese como esas hierbas invasivas.

El viejo resentimiento colombiano, quizás heredado del mediocre personaje que fue Santander, si lo valoramos con Bolívar y Sucre e incrementado por lo afortunado que fuimos con el petróleo, se ha vuelto a incrementar porque ahora no tenemos nada que dar, más bien necesitamos ayuda y no todo el mundo es generoso como nosotros hemos sido a lo largo de la historia.

¡Cónfiro, verdad! ¿Quién lo iba a pensar? ¡Cómo se ha devaluado, en este continente nuestro, el gentilicio venezolano! Donde llegamos se disparan las alarmas, la gente pega la espalda a la pared, hasta guarda el celular, cartera, en el sitio más seguro y hasta aprieta las piernas. "No vaya a ser cosa, pues llegaron de esos carajos y mucho guillo con eso".

Reactivado, como cuando uno toca, aunque sea por accidente un avispero, el problema Esequibo, que podría arreglarse mediante un acuerdo entre hermanos, pero impedido por la presencia y decisión de la Exxon Mobil, el gobierno cubano, uno revolucionario "hasta las metras", no dudó un instante en ponerse del lado de nuestros contendores, apelando a un acuerdo firmado en 1982. Al gobierno cubano, estando de por medio esa empresa gringa, se le olvidó aquella cartilla del antimperialismo y la "unidad proletaria". Pero acabo de leer que, ante la carencia de petróleo en la isla caribeña, ha sido México, el también pueblo "hermano y querido", quien les ha enviado petróleo y no Guyana.

Y por eso, porque en este momento nada tenemos que dar, nos hacen el "fo" en donde vayamos y en cualquier cosa que estemos envueltos.

"Ni a tres por locha", como decíamos cuando esa moneda, la locha, una octava parte del bolívar que de paso era este de plata, ella de níquel, tenía valor adquisitivo alto en el mercado, "nos quieren en ninguna parte del mundo".

Los programas de los candidatos presidenciales, en muchas partes, empezando por EEUU y Suramérica, tienen entre sus ofertas sustantivas, sacar a los venezolanos a como dé lugar o cómo sea. Y para eso al llamado "Tren de Aragua", lo ramifican de manera descomunal, de manera que todas las bandas de delincuentes existentes en el continente y hasta en parte de Europa, son filiales de este grupo; lo que es una manera de asociar la delincuencia con la venezolanidad. Según las películas antes eran bandas japonesas, después mexicanas, luego rusas, ahora son venezolanas y del "Tren de Aragua".

Pero hay sus excepciones, como venezolanos, que son recibidos con los brazos abiertos, si en vez de ir a buscar la vida, un trabajo, llevan dólares, aunque sean mal habidos o pudieran servir para propósitos de interés a la política del Estado que les recibe. A esos les dan fácil entrada y hasta les protegen, como a Guaidó, dado que, pese lo que hagan, hasta bochornoso, son dignos de buena acogida; pero estos son pocos, seleccionados y su obsolescencia está planificada. ¡Cuánto darían para qué Tareck El Aissami, con lo que dicen que "ahorró", se vaya a vivir para allá!

Me acaba de contar un amigo que, un hijo suyo, que vive en Perú desde, hace unos años, se vio en la necesidad de llevar a su compañera, nativa de ese país, de emergencia a un hospital; para ingresarla, le pidieron a él sus documentos de identidad, al percatarse de su nacionalidad venezolana, se negaron a admitirla. Tuvo que solicitar la presencia de un familiar de ella para que pudiese ser atendida.

Es cierto que, adecos y copeyanos de provincia, en los tiempos de la IV república, de aquellos pegados al corte, con ingresos superiores a los que deberían tener por los cargos que desempeñaban u ocupaciones habituales, preferían enviar sus hijos a estudiar a USA, pues por la dureza de nuestra moneda les resultaba más barato que enviarlos a Caracas. Y las clases altas de esta ciudad, también por lo de la moneda y que sus hijos en las universidades de entonces, donde hasta los jesuitas de la UCAB estaban contaminados de izquierdismo, se salvasen de aquella como enfermedad o pandemia, optaban por hacer lo mismo. Y uno los escuchaba decir, a ellos que eran los gobernantes y como los dueños del país, "es mejor que se vayan allá a estudiar y hasta a quedarse porque este país es una mierda".

Y muchos izquierdistas también hacían lo mismo, bien porque conseguían becas de aquellos países de la URSS o, siendo docentes de las universidades autónomas, conseguían becas para sus postgrados. Bastante de estos hubo y quedan muchos llenos de pergaminos que, en este barullo, pese ese alto nivel académico, están como perros en medio de un festival de fuegos artificiales o particularmente de cohetes estruendosos. Y corren de aquí para allá y se devuelven y no paran, como quien está entre primera y segunda.

Pero eso sí, aquellos, los padres, no se iban, por lo menos a quedarse, sino sólo a dar sus vueltas y a comprar, como lo último salido al mercado, porque con los reales que llevaban se podían traer lo que quisiesen, hasta la estatua de la libertad. Acá pues estaban sus negocios, los créditos fáciles y hasta de los que no se pagaban, los contratos abundantes otorgados por ser militantes de los partidos de gobierno o estar bien enchufados, la gallinita de los huevos de oro y, siendo así, ¿cómo dejar esta vaina?

"Qué los hijos se vayan, por allá estudian, sobre todo la técnica de hacer negocios buenos, para lo que aquí sobra oportunidad, pues eso de carreras para trabajar en unas industrias que no existen y, las que sí, no crecen y, además, como simples empleados o sea para producir para otros más vivos, no es lo pertinente. Eso que lo hagan los ñángaras, graduados en las universidades de aquí y hasta los pocos que consiguen como irse afuera".

"Además, sale más barato y, así también, tenemos casa buena donde llegar las tantas veces al año que allá vamos, como en diciembre, a ver a Papá Noel, al Pato Donald y al Mickey, "El ratón" y escuchar una música mejor que esa ordinariez de aguinaldos orientales o gaita maracucha. A nuestros muchachos les alejamos del peligro izquierdista que acecha en todas las universidades de aquí y, además, "optan por la nacionalidad estadounidense que es más chévere".

"Lo malo de ese izquierdismo es que la cogen con la vaina de pensar en justicia social y equilibrio, en lugar de los buenos negocios, como manda nuestra fe cristiana. Corremos el riesgo entonces de perder nuestras fortunas. Y de paso, a uno, sus padres, nos juzgan mal y terminan hasta cuestionándonos por ser adecos o copeyanos, olvidando que eso es lo que nos puso donde estamos. Mejor es mandarlos para allá y alejarlos de esta mierda, donde nada sirve, aunque seamos nosotros quienes gobernamos, pero la verdad sea dicha, esto no sirve, sobre todo cuando uno se siente como rodeado de izquierdistas por todas partes que cuestionan lo que hacemos y no nos dejan disfrutar a plenitud nuestro bienestar. Sin contar que, eso de hablar esta lengua, no es ilustrado como sí, hacerlo en inglés".

Quienes así hablaban, vivían los tiempos cuando venezolanos en donde llegasen, haciendo ostentación de sus reales, decían aquello de "Ta´ barato, dame dos" y vaciaban las tiendas de las ciudades donde iban y en cada bar o restaurant montaban sus fiestas que "yo pago lo palos o todo corre por mi cuenta".

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