“Todo el mundo está trocado, sólo reina el recibir, ya nos venden el vivir y vivimos de prestado; el que tuviere un ducado se verá grande en un día”. (Quevedo)
Esta mañana cuando iba a mi trabajo pasé por un Mercal, el que queda cerca de mi apartamento. Lo que vi, es de pensar, si algunas cosas de mi Revolución están siendo bien administradas. Vi gente peleando por un puesto en la fila, les vi caerse a golpes, quizás había llegado leche, pollo, aceite o arroz. Ese era el pueblo que amanece en medio de la inseguridad de mi barrio con la esperanza de llevar algo de alimentos a sus casas.A veces se le adelanta el ser que compra por detrás del Mercal y se lleva para Maicao, o para el mercado paralelo lo debería alimentar a nuestra gente. Gente humilde que hace cola, para ver que al llegar dentro del modulo no consigue nada. Los vivos tenían fantasmas en la cola, gente que no se trasnochó, que no hizo la fila, pero ya tenían sus puestos apartados por un monto entre cien y ciento cincuenta bolívares.
Mucha de nuestra gente pasa trabajo en los hospitales, se que la falta de asistencia era mucha y por muy largo tiempo, pero el pueblo espera que se les atienda en su dolor y enfermedades, hay cosas que no pueden esperar. Mucha gente espera en muchos hospitales que algún médico generoso y sensible les atienda a ellos o a algún familiar. Se siguen robando los equipos, comida, insumos, sábanas y cuanto pueda ser robado de los hospitales.
Se sigue apresando al inocente, al sin reales, al de a pie, nuestras cárceles están injustamente llenas de mucha gente que debería estar trabajando y cuidando a sus familias. Mientras tanto, el delincuente de cuello blanco, el que puede comprar a Policías, Fiscales, Jueces o a cualquier otro funcionario público está libre y riéndose de la justicia venezolana. Todavía siguen entrando armas, drogas y contrabando a nuestras cárceles a través de las mulas que se esconden debajo de un uniforme de Guardia Nacional y de funcionario de los penales.
Agarran tres camiones cargados de alimentos, arman tremendo alboroto, hablan de la lucha contra el contrabando de extracción, por orden y bajo instrucciones del General tal, del Comando número tal. Mientras tanto, tres mil camiones cargados de los alimentos básicos pasan a diario para Colombia, llevándose la comida que se produce en el país. Esto en complicidad con funcionarios públicos, civiles o militares, que no tienen ningún sentimiento de patriotismo y se vuelven cómplices contra la vulneración de la soberanía alimentaria de nuestro país. Hermano Presidente, Si hay leche, aceite, harina, azúcar, pollo, carne, arroz venezolanos en las calles y mercados de las ciudades colombianas fronterizas con Venezuela.
Un primo tuvo que ir desesperado a Maicao, para poder comprar cinco bolsas de a un kilo cada una de leche de Mercal, para alimentar a su pequeña hija de un año y medio. Perdón solo le quedaron tres, porque un Guardia Nacional le quitó dos, aludiendo que era leche de contrabando. Las primeras ganancias del contrabando de alimentos hacia Colombia la obtienen los funcionarios venezolanos civiles y militares, apostados en la frontera para garantizar supuestamente nuestra seguridad.
Los supermercados públicos y privados, están azotados por mafias de extracción de alimentos que ponen a camellear a mujeres y niños humildes toda la mercancía de existencia en los anaqueles. Muchas veces con complicidad y sobornos a los mismos empleados de estas tiendas, para que a través de números de teléfonos pasan el dato a estas mafias del momento en el cual llegan estos alimentos del pueblo a esos negocios. Camiones estacionados en las cercanías de los supermercados son cargados y trasladados a galpones y terrenos, para luego ser trasladados más allá de la frontera y de las mesas de los venezolanos, con complicidad de funcionarios del gobierno civiles o y militares.
Las casas de la Misión Vivienda Venezuela, que se entregan en actos públicos, muchas son para satisfacer las genuinas necesidades de la gente del pueblo, pero a veces no se ejercen verdaderos controles al respecto. Hay desarrollos habitacionales en nuestra región que han beneficiado a grupos mafiosos inmobiliarios.
Hay casos, según dicen, de grupos enteros de una sola familia que reciben de 20 a 25 casas, y muchos no tienen necesidad de ellas. Lo más curioso es que son personas que trabajan en el gobierno revolucionario, pero que han demostrado una conducta contraria a lo que representa el gobierno del usted hermano presidente, que les entregó esas viviendas populares.
Vivimos en la Venezuela al revés hermano presidente, aquella en la cual los enemigos de la revolución tienen todos los contratos en todas las obras del estado y esto les sirve para financiar a la contrarevolución. Es verdad hermano presidente, que nuestros indígenas tienen derecho a sus tierras, cultura e identidad, eso no se discute, a lo que no tienen derecho algunas mafias indígenas es a saquear las estaciones de servicio a punta de sobornos a sus propietarios, empleados y custodia militar, para llevarse de contrabando el combustible nuestro para el occidente de Colombia.
Quevedo o Galeano, quizás visualizaron esta situación en su tiempo, de lo que sucedería en Venezuela en tiempos de Revolución, que no es más en algunos casos, que lo que ha sucedido siempre desde que gobernaban AD y COPEI. Quizás se quedaron cortos en su noción del Mundo al Revés.
¿No habrá acaso un cuerpo de seguridad patriota que frene el contrabando de nuestros alimentos y combustibles a Colombia? ¿Tendremos que subsidiar los alimentos y combustibles al gobierno de Bogotá? ¿Cuándo se dejará de entregar casas del pueblo a las mafias inmobiliarias? ¿Habrá voluntad política para esto?
“Toda esta vida es hurtar, no es el ser ladrón afrenta, que como este mundo es venta, en él es propio el robar. Nadie verás castigar porque hurta plata o cobre: que al que azotan es por pobre de suerte, favor y trazas” (Quevedo).
¡El Pueblo nunca olvida!
Atentamente tú hermano y amigo:
obedj14@hotmail.com