FASE I: ¡Son tan miserables casi todos los comerciantes que prefieren que se pudran los alimentos a venderlos a precio justo al pueblo!
En los últimos días, he visto rumas de alimentos pudriéndose en fruterías, carnicerías y charcuterías, bodegas y supermercados. Uno de los casos más insólitos es el de la cadena de supermercados El Garzón. En El Garzón de Mérida (de las avenidas Las Américas) se están pudriendo docenas de toneladas de pollos que nadie compra. Mejor dicho, están tan dañados esos pollos que se ha habilitado una taquilla para la gente que lo ha estado devolviendo porque los que lo han comprado al llegar a su casa se encuentran con que está podrido. Y lo más increíble es que estos bandidos de El Garzón siguen con toda su carota del mundo vendiéndolo a más de doscientos mil bolos el kilo. Pareciera a la vez que Sanidad (ahora en manos de los adecos) no está fiscalizando para nada estos asquerosos comercios, sobre todo cuando se está alertando en el mundo el peligro de la salmonella en el pollo (que no se encuentra muy bien conservado).
Evidentemente que este es un pollo que ellos escondieron al público en diciembre, y que ahora sacan desesperado porque les comienza a oler mal.
Pero este cuadro de pérdida de alimentos también se ve en las carnicerías con carne de res y de cochino, viejas y purulentas, que de paso también les quedaron del mes de diciembre. Lo mismo pasa con la leche, que algunos comercios bien ladrones hasta se han visto en la necesidad de rebajarla un poco.
No se diga el cuadro que ahora se ve en multitud de fruterías con toneladas de aguacates, cambures, melones, lechosas y plátanos pasados de maduros que nadie se lleva. Y lo repetiré mil veces: ¡son tan hijos de puta estos comerciantes que prefieren que se pudran los alimentos a vendérselos a precio justo al pueblo!
Ya los ladrones no saben a qué precio poner los alimentos que uno les pregunta cuánto vale un kilo de yuca y entonces llaman a un amigo conectado con la página DolarToday para poder responderte. Entonces ya es común que en un mismo día los precios te varíen entre cinco y diez mil bolos mientras estás en la cola para comprarlos. La dueña de un abasto, cerca del centro comercial Milenio en Mérida, le decía a los compradores, por todo el cañón:
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Prefiero echarle todas estas verduras a los cochinos, que favorecer al gobierno de Maduro vendiéndola a bajo precio.
Los propios imbéciles que se encontraban allí (tan "patriotas" y maricones ellos) que no tenía con qué pagar los abultadísimos precios de los artículos, le aplaudían.
Hubo uno que gritó:
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¡Yo hoy mismo cojo para Colombia con todo el efectivo que consiga…!
¡Mierda!, manicomio puro, camaradas,…
FASE II: MONTONES de supermercados en Mérida se mantienen abiertos pero no venden casi nada, algo muy raro, que atribuimos a que reciben los productos pero los negocian con bachaqueros, les da mejor resultado.