Presidente acabemos con la guerra de precios

"¡Dios mío, líbranos de una guerra! Pero tenemos que prepararnos para defender la patria. Si aquí tenemos que morir defendiendo a Venezuela, aquí moriremos defendiendo nuestra soberanía".

Hugo Chávez Frías

(Día de la Dignidad, Caracas 4 de febrero de 2006)

La resistencia del pueblo venezolano es incomparable y su capacidad para enfrentar la guerra económica rebasa los límites que país alguno haya soportado; sobre todo cuando ha sido inspirada por el capricho de unos pocos, quienes manejan las redes del mercado y el dólar today con el único objetivo de tumbar el gobierno revolucionario del Presidente Nicolás Maduro.

En Venezuela a todos los niveles se ha desatado una guerra de precios que alimentan una hiperinflación inducida, al margen de todos los esquemas de las leyes económicas tradicionales.

La estrategia fue lanzada hasta dejar en las manos de nuestro pueblo, una guerra entre hermanos o en otras palabras, "una pelea de perros" para buscar así que nos devoremos los unos a los otros.

Si bien es cierto que desde la llegada del Comandante Chávez la guerra ha sido sin cuartel y como el mismo lo dijera: "Cada día debemos ser civiles y militares, más revolucionarios. Hay que revolucionarse por dentro: en los valores espirituales y morales. Un verdadero revolucionario, por ejemplo, no anda buscando beneficio económico alguno, ¡no!; un verdadero revolucionario está pendiente del buen vivir del colectivo".

Esa reflexión justamente es la que cobra valor en los actuales momentos cuando sabemos que el heredero de Chávez, el Presidente Maduro, hace esfuerzos para buscar el diálogo como la única vía para encontrar una respuesta a los problemas del país; llamado que ha llegado con buen pie al campo político pero no al económico.

Igualmente otros sectores se han sumado a dicho llamado, el cual no es nuevo porque el diálogo ha sido una reiterada conducta desde la llegada del Presidente Maduro al Gobierno, como un legado y un mandato puesto en práctica también por el Comandante Hugo Chávez.

El asunto está que la práctica nos demuestra en la calle como se han rebasado los linderos de la moral como herencia de una economía neoliberal. Los que acuden al diálogo por arriba sólo buscan beneficiarse con las divisas del Estado, mientras los de abajo - la gran mayoría - sigue a la espera que papá Estado le brinde una solución a sus problemas.

La lucha ha sido feroz y sin cuartel. Ante una producción limitada la cual depende en parte de una caja Clap, la cual casi ya no llega (por no contar con la mayoría de alimentos importados), en los mercados populares el Gobierno ahora trata de ordenar la venta de los productos alimenticios, los cuales están en manos de un canibalismo salvaje que destruye el poder adquisitivo del pueblo llano y de la mayor parte de la sociedad.

Un pollo rebasa los dos millones de bolívares cada kg, el café los 5 millones, la carne los 6 millones, un cartón de huevos los 4 millones, la caraota pasa del millón de bolívares, el tomate 2 millones el kilogramo y lo más barato pareciera ser la yuca, cuyo precio ronda hoy por los 200 bolívares un kilogramo. Es decir precios sujetos al dólar paralelo.

Estos ejemplos sólo ilustran el cotidiano peregrinar del pueblo de a pie, el de los barrios y el de todas las ciudades del país en busca de alimentos, donde se vive un calvario sin final y sin solución a la vista; todo ello sin especificar también los medicamentos, los servicios de salud, vestido, calzados o los repuestos para vehículos.

Las medidas macro- económicas del Gobierno si bien están orientadas a enfrentar a los enemigos externos también debe direccionarse a los enemigos internos. El mercado luce agotado y bajo los signos del estrangulamiento cotidiano y además arropados por la filosofía del bachaquerismo.

Si bien la consigna "sólo el pueblo salva al pueblo" es hoy también esgrimida desde los más altos niveles del Gobierno, allí donde se dan los cambios de Gabinete limitados a los enroques o a un simple cambio de maquillaje, la verdad es que la realidad exige desde las bases la concreción de un auténtico poder popular.

La Revolución que llegó para quedarse debe observar como desde abajo se busca la solución a los problemas que desde arriba no han podido ser resueltos. Todo ello a pesar de los esfuerzos que hace el Presidente Nicolás Maduro, quien ha dicho "no me dejen sólo" y busca el apoyo de todos los verdaderos revolucionarios del país y del poder comunal.

Ejemplos de situaciones parecidas quizá en el campo de la hiperinflación se han presentado en otros países del mundo en especial en los países del Sur de América Latina (Brasil, Argentina, Uruguay, Chile) y salvando las distancias, allí han sido superados con respuestas populares expresadas a través de un boicot al mercado y con una guerra frontal a los especuladores.

Desde luego que nuestra realidad es diferente y por eso, la mano peluda del imperio sigue bajo la sombra perturbando nuestra estabilidad política y económica. Ante ella, a pesar de nuestra lucha y resistencia, debemos ahora dar pasos más contundentes para la formación del pueblo en una sólida ideología socialista, revolucionaria y bolivariana, más allá del discurso.

Llegó la hora de ponerle un parao al estrangulamiento del bolsillo de los venezolanos. El Estado debe impulsar la rebelión popular inspirada en un equilibrio y en la unión cívico – militar para que de una vez por todas frenemos a los enemigos de la Revolución, estén donde estén y sean del tamaño que sean (hoy muchos disfrazados de rojo rojito o de verde oliva).

El Presidente, los ministros, los gobernadores, los Alcaldes, los diputados y los líderes de los partidos de la Revolución (obreros, estudiantes, profesionales, amas de casa, etc.) todos en un solo frente con la FANB, debemos salir de los nichos, de las oficinas y de los despachos para estar al lado del pueblo.

Debemos hacer como Jesús de Nazaret, tomar el látigo para expulsar a los mercaderes del templo y a los bachaqueros, quienes hacen su agosto con el bolsillo de la mayoría de los venezolanos…Debemos demostrar ahora y para siempre para que sirve una verdadera Revolución. ¡Unidad, lucha, batalla y victoria!

¡Amanecerá y veremos!



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Alexis Arellano


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