El castigo ideal para ex-diputados, bobos, criminales y fracasados

El 5 de enero de 2021, se instaló una Asamblea Nacional en Venezuela con solo 7,6% de diputados opositores al Gobierno Nacional, opositores nuevos, con nuevas estrategias y tal vez con mejores condiciones, eso está por verse. 7,6 % de votos opositores luego de haber tenido el 70% de opositores furibundos.

Quienes ganaron la mayoría calificada en 2015 han perdido su condición de diputados, y con ello la inmunidad a ser judicializados. Dejan de ser diputados quienes, en lugar de legislar, interpelar y controlar, se trazaron la meta de derrocar al Poder Ejecutivo, sustituir al Poder Judicial e imponer un Poder Electoral y un Poder Ciudadano a sus órdenes.

Volver a escribir todo lo que hicieron es necesario, pero no lo haré otra vez, le encomiendo esa tarea a los historiadores; prefiero resumir todo en una expresión colombiana, pues colombianizada ha sido la política de la oposición antichavista: "la embarrarón".

Me motiva escribir la necesidad de solicitar castigo. Es tanto mi rencor que rayo en el pecado de no perdonar. Una tempestad doblega mis convicciones cristianas, tanto es así que me atreví a leer "La Genealogía De La Moral" de F. Nietszche, uno de los más polémicos ensayos ateístas de la filosofía; tal vez quedé más confundido, pues el mismo autor advierte que ese texto, y sus anteriores libros, hay que rumiarlos cual vaca, una digestión muy difícil de procesar con un solo estómago.

En una primera digestión, pues algún día intentaré volver a mascar esa flor, interpreto que este famoso filósofo loco plantea una confrontación entre la religiosidad y la conciencia, no sé si lo hace por raciocinio o por irreverencia, lo cierto es que, sumándome a lo irreverente, es fácilmente demostrable que la trazabilidad genealógica de la moralidad de las sociedades de hoy, y en particular las devenidas de la Europa judeo-cristiana, es tan criminal como la inquisición y tan hipócrita como el puritanismo.

Creo entender que Nietszche plantea en su libro, que no se busca venganza cuando se aplica un castigo, sino que se intenta crear en el delincuente, declarado culpable, un sentimiento de culpa, base del arrepentimiento y en consecuencia de la moral, pues el daño causado no siempre es reversible, dado que es imposible pagar con algo material, como el dinero o la vida biológica, un daño moral o un homicidio. Supongo que intenta explicar que el objetivo de la aplicación de justicia

con castigo es fundamentalmente lograr el arrepentimiento por parte del trasgresor de la ley y el temor anticipatorio al resto de la sociedad. Para sustentar este argumento, el autor merodea, divaga y hasta se enreda entre ciencia y fe, terminando en una de las más inhumanas búsquedas de la perfección, el ascetismo, pues en todo caso, con esta idealización entre el pensamiento y la conducta, sustenta la medida de la moral, algo así como medir la energía desde el cero absoluto

termodinámico. Me disculpan esta última analogía, pero necesito de una ecuación para aliviar mi ansia de suponer que entendí. La filosofía, aunque soporta las ciencias, es esencialmente especulativa.

¿Será posible que el sentimiento de culpa germine en las conciencias de Guaido, Borges y demás bichos? En lo personal no lo creo posible, pues ellos han disfrutado del sufrimiento padecido por todos nosotros. No es un problema de moralidad sino un estado de conciencia perturbado por la soberbia. No habrá castigo puntual que los haga reflexionar y mucho menos germinar un sentimiento

de culpa, primero habría que aplicar asepsia en sus cerebros, a nivel de psiquis y tal vez de soma, para que el castigo surta el efecto Nietszche-ano.

Las prisiones de ultramar, La cadena perpetua, los trabajos forzados, la máscara de hierro, el empalamiento, el cadalso, la silla eléctrica, el paredón, la cámara de gases, la hoguera y hasta la crucifixión son castigos que se han aplicado en países religiosamente cristianos. Aquí en Venezuela solo les aplicarían 25 años de prisión domiciliaria. ¿Dígame usted si el mayor de los castigos estipulados en nuestro código penal les causa, a ellos, una pizca de temor? No sé si con esta

explicación explico la tempestad que sufro al saber que no habrá castigo suficiente, si es que lo llega a haber. Y no es venganza lo que pido, ni siquiera pido justicia. Mi mortificación es idear un castigo ideal.

Ignorarlos, según el autor que cité, desestima el castigo. Al ignorar el daño causado por el trasgresor se supone que la afectación al trasgredido es ínfima, ya sea porque el daño es realmente minúsculo o porque la fortuna del trasgredido es gigante, y ese no es nuestro caso. Han causado daños irreversibles, pues han dividido física y sentimentalmente a familias, han causado hambre, miseria, muerte y atraso y, han desatado un sentimiento reprimido de odio de otros pueblos de países vecinos y hermanos hacia nuestro país. Un sentimiento reprimido y anidado tal vez por envidia, sana o insana, a las ingentes riquezas venezolanas o por la conducta de nuevos ricos que muchos venezolanos adoptamos en el pasado rentista, me incluyo para evitar ser calificado de ascético, aunque nunca fui a Miami y he ido a Cúcuta tres veces en cuarenta años.

Nietszche es muy complicado de comprender, escribe sin punto y aparte, así que extraer una frase de la traducción al español que leí con ayuda del lector del Adobe Acrobat Reader, en voz alta, es casi una proeza, pero me gustó este fragmento reordenado por mí, pues dudo de la fidelidad en la traducción, dice así: Suponiendo que nada de lo que conoce el hombre satisfaga sus deseos…que divina escapatoria que sea lícito buscar la culpa en el conocer y no en el desear… y si no hay conocimiento, entonces Dios existe.

Seguros estamos de la culpa, la padecemos por los crímenes de los líderes opositores amparados en la inmunidad constitucional y en la sobrenatural paciencia y resistencia del pueblo. Deseamos sean castigados, y sabemos que no hay castigo suficiente. No queremos ser injustos, ni crueles, ni piadosos, ni pendejos. No sabemos cómo castigar a unos pocos sin perder la paz de todos, pues seguros estamos que no todos desean se aplique castigo; no porque saben que son culpables sino porque también son culpables. Ante tanta incertidumbre de no saber que o cómo hacer para saciar el deseo de justicia, Dios existe. Él sabrá cómo y cuándo…castigar.

Volviendo a lo terrenal, tengo fe en que habrá un juicio. Un proceso lento y oscilante, pero será un juicio. Solo pido que nos controlemos, que no nos enganchemos en perder más tiempo, recursos y paciencia, pues si el castigo es una sentencia de 1 o 100 años de cárcel, serán 1 o 100 años guardando mierda como si fuera miel. Si el castigo es abortado por una sutil fuga, entonces padeceríamos la rabieta de verle la lengua al bufón sin poder alcanzarlo para darle un pescozón.

Más por conveniencia que por deseo o conocimiento, convencido estoy que el castigo que más los aproximará al dolor previo al arrepentimiento será que repararemos todo cuanto ellos dañaron, para mostrárselo minuto a minuto, así volteen la cara lado a lado como quien inhala amoníaco, eso sí, junto a una nota que diga: "la embarraste, bobo". Así la historia recogerá sus crímenes y los perpetuará como unos fracasados.



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Manuel Gragirena

Profesor Universitario. Ingeniero Electricista. Especialista en Telecomunicaciones. Diploma de Estudios Avanzados en Educación. Ex Sidorista

 manuelgragirena1@gmail.com

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