Las noticias de las acciones contra la corrupción hacen pensar lo siguiente: La política, en muchos casos, se mide divide y agrupa a través de la geografía, esto como determinante de los grupos de poder.
En la actualidad política nacional existen varios grupos signados por esta tesitura. Podemos decir: Primero, que existe el grupo oriental liderado por el hombre de Monagas; muy disminuido a media que ha pasado el tiempo. Pero con una cota mínima de poder, ya que le han diluido su influjo sobre el sector militar.
Segundo, el grupo merideño, el cual ha ocupado puestos importantes en el alto gobierno nacional. Este grupo ha sido, poco a poco, descabezado. El mismo ha dado motivos económicos para que esto se lleve a cabo con respaldo jurídico. Este grupo conformado, de alguna manera, por el hermano del difunto.
El tercer grupo, es el caraqueño. Este es un grupo variopinto entre sus personajes, puede ser que no sea homogéneo pero aparentemente sabe cerrar filas cuando los intereses lo ameritan. Es el más fuerte hasta el momento, es el que se ha consolidado con el poder. Es el que manda. Y no admite que le ronquen en la cueva.
Todo la lucha anticorrupción hace ver una lucha de poder. Nada nuevo. Mientras que los orientales han sido mermados poco a poco. El caso de los merideños ha sido más televisivo, no es para menos. Estos últimos se acercaron mucho al poder, con carencias económicas que han tratado de suplir, y por esta vía le han pasado factura. No por lo económico, sino por intentar asaltar al poder.
Los orientales han sido, aparentemente, más moderados, pero igualmente han mostrado sus ansías de ocupar la silla, o "el coroto" como se decía coloquialmente. Esos fueron frenados con tiempo, dándoles prebendas a los occidentales, pero éstos han sido muy agalluos. Y ahora tienen que pagarlo.
A los caraqueños les gusta el poder, desde la colonia. Y eso no entra en la política de la descolonización. Quieren seguir amarrados a él, y fuertemente. Los caraqueños se la están cobrando a los merideños. Hay uno que juega a dos bandas, puede ser que salga ileso. Hay que esperar.
En estos nos volvemos a parecer al siglo 19, peleas políticas signadas por la geografía nacional.
Muchos de ellos se conocen desde jóvenes, son los mismos a los que les daban asco las camionetas de lujo. Otros se conocieron durante el llamado proceso, pero allí están enfrascados en la lucha por el poder. Con historias compartidas y conocidas por ellos.
En este momento llevaban la delantera los centrales. Éstos se han movido como un mecanismo triturador, sus trapos sucios los han sabido lavar dentro de casa. Han sabido moverse con más tino. Desplazando silenciosamente a quienes de su grupo han tomado los barrancos de la corrupción.
Esto ha hecho que los centrales sean más exitosos al lograr sus metas. Han desbancado a los otros dos bandos internos. Cualquiera pudiese decir, por ahora.
No obstante, la mano dura ha sido constante en estos últimos años y eso parece darles el triunfo sobre sus copartidarios. Lo demás, lo han comprado. Se podría pensar que lo de estos días, más allá de lo cierto que es, funciona más bien como un proceso para defenestrar toda posible candidatura presidencial que pueda asomar de sus propias filas. Mejor ser prevenidos.
Los centrales no se fían de nadie. Menos de los miembros del partido.