En plena plaza pública y como suele ocurrir con todo crimen, ocurrió al amparo de la noche. No podemos decir que fue un hecho rápido, ya que requirió mas tiempo del que regularmente utilizan quienes ejecutan estos hechos. Violento sí que fue y mucho, prueba de ello, las consecuencias que, al día de hoy, permanecen expuestas a la vista de todos. Si, aunque parezca irreal, los dos cuerpos totalmente mutilados, aniquilados yacen en plena vía pública, expuestos a la vista de todos, en el mismo lugar en el que por muchos años ofrecieron lo mejor de sí a los transeúntes de la zona.
No acudió al lugar ningún órgano policial a constatar el crimen, o los crímenes. Tampoco acudieron al mismo, fiscales, ni jueces. Lo que hace suponer que los responsables de aplicar la justicia, ante hechos como éste, son cómplices o al menos pueden ser acusados de amparar los crímenes.
No es la primera vez que hechos criminales de esta naturaleza o mejor sería decir crímenes contra la naturaleza se cometen en la ciudad y la indiferencia, ante ellos, ha sido la práctica regular por parte de los encargados de aplicar justicia.
Siendo honestos nos atrevemos afirmar que estos crímenes no generaron la conmoción social que el atentado contra la vida a la de otras especies suele generar en nuestra sociedad. Sin dejar de reconocer el valor de la lucha de quienes tienen años militando en la causa del del ambiente y de la vida, apenas unos pocos se movilizaron hacia el lugar de los hechos y desde allí denunciaron mostrando el dantesco crimen cometido.
Este valeroso grupo además de denunciar el hecho como un crimen imperdonable plantea que se debe identificar y sancionar, de acuerdo a la Ley, a los responsables de esta irracional acción contra la Naturaleza y contra los habitantes de nuestra ciudad.
Un video viralizado en las rr ss de escasos 1:23 min., podría ser un elemento probatorio del ecocidio cometido en Plaza la Candelaria, en Caracas, allí un testigo afirma la presencia de uniformados policiales custodiando a quienes ejecutaban los crímenes. Este testigo manifiesta que vecinos protestaban por el dantesco hecho.
Carlos Luna Arvelo.
