Aunque formado en eso que llaman "el buen hablar y el buen escribir" siempre he sido un eterno enamorado de las palabras arrabaleras y de quienes las pronuncian. Por eso amo tanto a Cervantes y su don Quijote.
Sigo los preceptos del maestro Rosenblat sobre "permitirle el derecho a todo hablante para expresarse", independientemente de cómo lo haga. Pero, obviamente, reconozco a la Educación Idiomática, con el profesor Iraset Páez Urdaneta a la cabeza, como la herramienta pedagógica que posibilita al hablante de nuestro español venezolano, para hacerse de una consciencia idiomática. Ello es indispensable para el fortalecimiento de la cultura nacional.
Por estos tiempos una significativa parte de la población venezolana se ha dado a la tarea de resaltar, en las nuevas generaciones y de aquellas personas de los denominados estratos sociales, D-E (desnutridos en todo sentido), como hablantes de segunda o agresores del idioma. O sencillamente: gente mal hablada.
Resaltan estos criticones sin oficio a las nuevas tecnologías de comunicación como verdaderos demonios idiomáticos. Despliegan por las redes sociales (RR.SS) sus elucubradas reflexiones pseudoeducativas, marcadas por un sesgo de racismo idiomático, con decisiones tipo Ku Kux Klan y SS alemanas. Quizá uno que otro hasta leyó la historia europea de cierta "pedagogía de la prisión", en Vigilar y Castigar de M. Foucault. Una especie de "panóptico de la lengua" ejercido por estos policías improvisados del idioma y sus normas.
Evidentemente que es menester conocer, saber utilizar nuestro idioma como vehículo para transmitir de manera coherente ideas. Pero sobrevienen nuestros sentimientos y maneras de ser que son, a la final, "eso" que nos mantiene adheridos a una voz antigua y profunda. Nuestra oralidad.
Y es que sigo pensando que el hablante venezolano es, básicamente, un ser humano con una memoria idiomática antigua y muy refinada. Los antiguos hablantes del español entraron por este espacio geográfico llamado inicialmente Tierra de Gracia.
La fuerza idiomática del español venezolano es formidable. Su fonética. La extraordinaria utilización de neologismos. Esa mágica manera de construcción y pronunciación. La difícil manera de afirmar negando son, entre otras muchas construcciones, la infinita y asombrosa riqueza de nuestro idioma.
Que los jóvenes usen estructuras casi codificadas en sus artilugios cibernéticos para comunicarse. Que alteren, modifiquen o construyan nuevas herramientas comunicativas. Siempre ello ha existido. O lean la primera carta que se conoce, por ejemplo, del jovenzuelo Simón, cuando le escribe desde el puerto de Veracruz a su tío.
O si lo prefieren, vayan a los manuscritos del códice Emilianense 60 y lean las glosas donde se inicia nuestra lengua española. Se sorprenderían al ver al anónimo monje copista transcribir en un rudimentario español, loas al Señor. Ahí se observa el uso de una diminuta partícula gramatical [ke] usada de manera exacta como ahora los jóvenes la muestran en sus pantallas de los celulares.
Hablamos de los siglos X-XI de N. E. y sin embargo, pareciera que en la memoria más remota se filtran "células y átomos" donde el idioma viaja inexorablemente con sus mismas estructuras.
Las personas no hablan mal. Hablan según su lógica idiomática y a partir de su experiencia del entorno lingüístico donde se desenvuelven. Por eso resulta necesario pedir comprensión y respeto a la manera como nuestros semejantes se comunican. Todos, absolutamente todos los hablantes tenemos derecho a expresarnos. Indudablemente que siempre será posible y deseable mejorar nuestras estructuras idiomáticas para hacer más fluida y certera nuestra comunicación.
El anónimo monje copista en su antigua ermita de Suso, en San Millán de la Cogolla, en el valle de La Rioja-España, en su humilde celda, transcribió estas sencillas glosas, que con el tiempo se convirtieron en los registros más antiguos de nuestro asombroso y mágico idioma: el español.
"Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore; qual dueno get ena honore et qual duenno tienet ela mandatione cono Patre, cono Spiritu Sancto, enos sieculos delo sieculos, facamus Deus Omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen." (Con la mediación de nuestro Señor, don Cristo, don Salvador, comparte el honor y la jerarquía con el Padre y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos, Dios Omnipotente nos haga servir de tal manera que nos encontremos felices en su presencia. Amén).