“…Se abrieron las puertas del desierto para darle travesía aquél Hombre cuyo deseo era marcharse a las tierras de los árboles auguriosos; sin embargo, aquellos inmisericordiosos rayos implacables y aniquiladores del sol le arrancaba cada día a su rostro la piel de esclavo mientras su tez la iba calcinando las intensas llamas del flamante ponente astral. Tiempos de espera por los caminos de los buitres se aguardaba por la muerte de aquél Hombre de pocos bienes y de muchos males, sintiendo bajo sus pies las imposiciones infernales del dolor de una juventud ya desgastada, anhelando a lo lejos quizás una pequeña nube para abrigarle de los rayos voraces de pieles. …Al final de aquel camino espinoso y miserable el anciano percibió al Hombre grueso y de buen vestir postrado en la silla del viento frío; no obstante, los ojos podridos del vil fueron comidos por los gusanos de los sarcófagos y el anciano volvió a su hogar para lograr intentar llegar en otro día a su destino ansiado”.
Por incontables horas se distinguen las agudas colas que se hacen para adquirir cualquier especie que cubra las necesidades de quiénes intentan despertar de las alucinaciones para no ceder ante los engaños; interminables colas se ven cuando se trata de cobrar en alguna entidad financiera pública o privada, solicitar o tramitar cualquier documentación personal, procurar el pago de alguna pensión o peor aún, comprar algún alimento para lograr comer durante algunos días. Colas que se hacen quizás por la falta de organización e inversión que demuestra las instituciones en donde se acostumbran estas crueles hileras humanas, ya que pueden haber métodos para que estos desmanes deshonrosos no se presenten, es que de ser así se dejaría percolar un sólo efecto y es la insensibilidad de los altos gerentes hacia las personas que padecen de estas calamidades indolentes, mientras que estos mismo funcionarios disfrutan estar en sendas oficinas con ventilaciones artificiales y heladas. Queridos lectores analíticos, mucha vergüenza le deben dar aquellos gerentes que permitan estas prácticas en sus instituciones, sobre todo cuando se tratan de quiénes realizan estas colas interminables personas de avanzada edad, mujeres embarazadas, niños y niñas u hombres y mujeres con ciertas discapacidades. En los bancos públicos o privados, como ejemplo, en las entidades financieras que se encuentran en el centro comercial Costa Azul de la ciudad de Coro donde se observan estos inhumanos hechos, aprovechando la situación que el Banco Provincial adquirió un local en el primer piso donde a veces se le hace inalcanzable a cierto clientes que tienen problemas de desplazamiento, ya que los dos ascensores se distinguen mas inactivos que funcionando; de igual forma en los mercales, en las oficinas de cedulación, en las llamadas jornadas sociales o en las instituciones gubernamentales para pagar ayudas. Es conveniente que estas indolencias gerenciales sean objetos para su desaparición a través de leyes, decretos, resoluciones u ordenanzas que tengan facultad sancionatoria para las instituciones que permitan estas indiferencias que atentan contra la calidad de vida y los derechos constitucionales, porque es inhumano mantener a las personas bajo el sol resistiendo a sus inclementes rayos y las sofocantes altas temperaturas, no pudiendo ni siquiera colocarles alguna sala de espera con baño y agua, o quizás algún toldo mientras las personas aguardan por su llamado.
Es por ello que todas y todos nosotros y nosotras debemos rechazar estos desamparos insensibles vengan de donde sea, porque es parte de la construcción del Socialismo que deseamos; no permitamos que esto ocurra gobernadores, gobernadoras; alcaldes, alcaldesas; diputadas, diputados; concejales concejalas; dirigentes y gerentes para que el Pueblo no siga sufriendo las colas bajo el sol.
