Noche de ronda por los hospitales de Caracas

La señora era negra, de unos sesenta años. Me dijo que iba a dormir en esas sillas, que se había fugado del manicomio porque un loco la estaba molestando. Ella misma era medio loca, hablaba demasiado, hablaba de que se fue a Candelaria, donde un hombre la invitó a visitarlo en su casa esta noche. Era altísimo, ella prefirió venirse a dormir aquí porque es muy floja para esas cosas. No es que esté loca, explicó, sino que el agua se le metió en la casa, en los Valles del Tuy, y no puede volver hasta dentro de quince días. Los refugiaron allí en el manicomio y les dan su comida muy bien. Ojalá no se le eche a perder la lavadora. Hablábamos en las sillas de la recepción del hospital de Lídice, el Yerena.

Yo siempre había oído del ruleteo por hospitales en la noche, desde los tiempos de la Cuarta. Pero este es de la Quinta. Esperaba, porque sólo entró la esposa del enfermo y entonces fue que se sentó la señora. Por fin entré. Los doctores estaban atendiendo a los pacientes en el pasillo. No diré que está colapsado, pero algo así. Al paciente que llevamos le habían hecho una cura de urgencia, se negaron a dejarlo hospitalizado por falta de cama y porque el caso, según el doctor, no era grave. Como era de diabetes y, derivado de ésta, psiquiátrico, nos remitieron al manicomio, que está por ahí cerca. Si no, al Clínico. Yo le dije a la esposa del señor que mejor no al manicomio porque parece que cuando alguien se ve en un manicomio, con los locos, se pone loco. Eso lo leí en Francia, en la tesis de una morena muy fina..

Al paciente lo montaron en una ambulancia de los bomberos, que eran quienes lo habían sacado del apartamento. Excelente atención del chofer, lo cargó en peso y lo sentó en la silla especial, nosotros nos fuimos atrás, en el carro y llegamos al Clínico. Mentira que esté vuelto un desastre. Todo limpicecito, todo perfecto. El empleado manejó la silla de ruedas hasta entregárselo en sus manos a la psiquiatra, que apareció pronto. Habló con él una hora pero al final lo mismo: “No hay cama, llévenlo a Sebucán”. Sebucan es la psiquiatría del Seguro Social.

En Sebucan el médico también habló bien con él pero nos dijo “Si fuera sólo de psiquiatría lo dejaría aquí, pero no tenemos instrumental para atender la diabetes, si le viene una descompensación puede morirse. Vayan al Clínico o al Hospital Militar, son los únicos centros que tienen a la vez psiquiatría y atención a la diabetes”. La esposa estaba resistida pero al final cojimos para el Hospital Militar.

Por el camino nos explicó: hace dos meses lo había llevado al Militar. Iba contenta porque llevaba una recomendación de un funcionario con nivel de subdirector (no precisaré más), que es muy amigo de un primo de ella. Mejor no, cuando el tipo de emergencias leyó la carta le dijo “siéntese ahí”, de mala manera. Ellos veían que iba pasando gente, gente que llegaba después. Los tuvieron desde las doce del día hasta las siete de la noche sentados allí malamente y al final les dijeron que tenían que irse, que ahí no había cama. Ella supone que son gente de la oposición, que sabotean, pero en las sillas oyó decir que son gente del gobierno, que tienen rivalidad con las autoridades. ¿Chávez gobierna en Venezuela?

En la entrada del Hospital Militar, el sargento nos dijo que no había personal, pero al final nos dejó pasar. No está sucio ni vuelto un desastre. Una hora se demoró el psiquiatra en atendernos y es difícil que a las tres de la madrugada estuviese atendiendo un paciente. El cobra sueldo por estar ahí en la noche pero para mi que estaba en su casa y le avisaron por teléfono, porque nadie se demora una hora en bajar unos pisos en un ascensor. No le tomó un minuto informarnos que ahí no había cama, que debíamos llevarlo para su casa. Una cosa que, mire, el doctor de Sebucán nos había prohibido, diciendo que si quedaba fuera de atención médica en horas podía venirle un ataque mortal. Todavía no se ha muerto.


lmanrique27@yahoo.es


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