Con relación a lo ocurrido en Orlando (EEUU), me refiero a la masacre en un bar de homosexuales, es preciso reflexionar sobre lo sucedido. Por lo general la prensa, defensora de los intereses de sus capataces, es decir los amos del dinero, para buscar la responsabilidad del lóbrego acto dirigen sus pesquisas hacia el mismo lugar que le indica el patrón. Hay un aforismo que establece que "la culpa no la tiene el borracho sino quien le da el garrote". Es por eso substancial revelar el culpable de proveer el garrote al asesino. Evidentemente, el que le suministra el arma para que en EEUU se suscite un tiroteo, en algunos caso con visos de masacre, son los fabricantes de armas. Con casi un tiroteo diario USA es el país con mayores problemas de seguridad en el mundo.
En la tierra de Disney hay un culto desmesurado hacia las armas de fuego generado, una parte, por los diferentes gobiernos que han mantenido y mantienen una economía basada en la fabricación de armas. No cabe duda, quien posee uno de estos artilugios de la muerte lo tiene para usarlo. Hollywood es otro responsable del afán de los estadounidenses por la posesión de un arma de fuego, esto lo vemos en sus películas. En estas aparecen los clásicos súper héroes bien calzados con una poderosa pistola en la cintura y los ganadores de conflagraciones (por lo general EEUU y sus aliados), por ejemplo, piloteando un helicóptero artillado disparando sobre inocentes pobladores musulmanes. En dichos film es notoria la apología ante el empleo descomedido de las armas de fuego. Cómo no van a aparecer chiflados en la tierra del emperador Obama si por allá hay, por lo menos, un arma de fuego por cada habitante. Si a lo anterior se le agrega que este país es del de mayor consumo de drogas y de alcohol, se podrá imaginar el comportamiento de un esquizofrénico con un fusil ametralladora en la mano bajo los efectos de una droga.
En oportunidades me siento harto de las palabras de los políticos cuando en su perorata exaltan su preocupación por los habitantes del planeta; otros halaban los adelantos en el proceso civilizatorio; también se escuchan voces de otros hipocráticas obsesionados por los derechos humanos de los otros países, pero no donde ellos son presidentes. En fin, pareciera que estamos en un mundo de concordia donde la humanidad no está amenazada de muerte. Si tales sosiegos fueran ciertos, entonces para qué existen las fábricas de armas, no de manera artesanal, sino verdaderos emporios comerciales que obtienen inmensas ganancias.
Cómo justificar la inversión de billones de dólares en estudios científicos para inventar dispositivos para liquidar a los seres humanos. Son muchos los países, tanto del área capitalista como del mundo socialista que orienta parte de su desarrollo tecnológico y científico en la fabricación de todo tipo de artilugios de la muerte. Imposible encubrir, los pasmosos dividendos obtenidos por la venta de armas. Estos se traducen en colosales beneficios económicos para los dueños de los emporios de la industria armamentista y el lucro de los políticos que reciben su parte.
En nuestro mundo son visibles las desigualdades y las inequidades. Los países del norte, desarrollados a partir de cientos de años de colonización, esclavización, robo de materias primas, establecimiento de monopolios en todas partes del globo y sobre todo en el tercer mundo, ahora hacen gala de su progreso. Con ganancias esquilmadas lograron que muy pocos países (30) concentren el 95 % de la capacidad de investigación científica, estos mismos acumulan el 85 % del ingreso mundial, también dominan el 93 % de la producción de acero y el 72 % de la generación de energía eléctrica…también la fabricación de alimentos básicos se concentran en el mismo grupo de países: un 64 % en la producción de cereales, el 81,16 % de la carne y el 70 % de las proteínas son suyos ("La revolución Científico Técnica" de Pages Frederick). Estas mismas naciones son los mayores productores armas. Imposible negar que el que confecciona armas lo hace para venderlas, el que las compra es para utilizarla y la peor manera es el uso que se le da durante las guerras ¿Son o no son unos hipócritas estos bandidos?
La industria de las armas es un negocio redondo. De esta gana el que las confecciona y las vende, los mayoristas que las proveen a los comercios, los transportistas, los minoristas que las despachan en las tiendas. Los únicos que no se benefician en esta transacción son los pendejos que mueren por el uso irracional que se le da a estos ingenios de la muerte.
Y cuando escribo sobre las armas no me refiero solamente a las pistolas, ametralladores, fusiles…también apunto hacia la fabricación de aviones bombardeos, de barcos con misiles a bordo, de cañones lanza misiles, de portaviones y la peor de estas, las bombas nucleares. La mayoría de los gobiernos de los países industrializados pagan buenos sueldos a miles de científicos para que inventen artefactos capaces de producir muertes masivas a miles de inocentes, quienes no tienen nada que ver con los motivos que generaron el conflicto. Si se inventa una bomba nuclear hay que probarla, en caso contrario nunca se sabrá los efectos que produce su explosión. De eso sabe mucho el gobierno de USA, Inglaterra y Canadá. Durante muchos años científicos estudiaron el comportamiento de átomo en el conocido "proyecto Manhattan" para la fabricación de la bomba atómica. Era necesario conocer los efectos que produciría la reacción en cadena y para esto se escogió a Hiroshima y a Nagasaki. Todos los habitantes del globo se sorprendieron ante las terroríficas consecuencias. A partir de este invento EEUU se convirtió en una amenaza, dado que poseía los secretos del descubrimiento de la fisión de átomo. La ciencia al servicio de la muerte.
Al lado de la industria de las armas están las corporaciones militares y los bancos ligados a estas que deben asegurar por muchos años los superbeneficios derivados de la compra de armas por parte de los gobiernos. Tampoco se quedan atrás los políticos que recibirán las comisiones correspondientes. Este fructuoso negocio permite desviar infinitos recursos materiales y humanos en interés de las clases dominantes de las sociedades industriales.
La política mundial en manos de los políticos que dirigen los países industrializados son una cuerda de farsantes. Con una pequeña porción de lo que gastan en la fabricación de armamentos se podrían resolver los problemas de salud, educación, vivienda y de investigación para solucionar las dificultades que tanto afecta a la humanidad.
No busquemos la responsabilidad de lo que ocurrió en Orlando más allá de donde está ubicada la culpa. La falla no está en un joven drogado o fanático que agarra una pistola o una ametralladora y la descarga entre sus compañeros y profesores, tampoco es el estado islámico armado y financiado por EEUU, mucho menos en los llamados fanáticos musulmanes que inventó el Departamento de Estado para imputarlos de todo lo malo que ocurre en el planeta. Hay una enfermiza negligencia de los gobiernos de USA que no regulan la venta y compra de armas. Existen organizaciones vinculadas a los dueños del dinero como la Asociación Nacional Rifle de USA y financista de campaña electorales que impiden cualquier regulación o control que restrinja la fabricación y la adquisición de armas.
Insisto, que el que inventa un arma desde una simple pistola hasta una bomba nuclear, le es ineludible demonstrar su efectividad, por tal razón debe probarla en algún conflicto. Argumento suficiente y necesario para que los humanos pongan los muertos. Para estos criminales disfrazados de industriales la gente no es una prioridad, los seres humanos son sus conejillos de indias.
Cuando los países industrializados descubran que lo más importante no es el dinero si no la gente, es decir, los niños, las mujeres, los hombres y los ancianos, quienes además necesitan un planeta depurado para vivir en paz y en armonía, deberán abandonar su infausta y perversa carrera de exterminio de los seres humanos. No a las armas convencionales, no a las armas nucleares, el desarme es un imperativo.