El sistema privado de medios de comunicación no se cansa de aplicar la
máxima goebbeliana que recomienda repetir y repetir y repetir mentiras.
Y no sólo eso, sino que perfeccionaron la propuesta. Ya forma parte de
su línea editorial colectiva el tomar en el aire la primera fábula
tendenciosa, el primer rumor sin fundamento, la primera mentira
disfrazada de noticia, y convertirla en plato cotidiano con la
esperanza de que el ciudadano ávido de informaciones, de tanto
escucharla o leerla, se quede enganchado y se obsesione con ella. El
aporte de los medios de acá es la forma en que aplican las diversas
formas de la mentira, cosa de la que mucho se ha hablado pero siempre
conviene volver sobre ellas con ejemplos frescos y actuales.
Va
un ejemplo de mentira directa y descarada: la demonización del obsequio
de Hugo Chávez a Fidel Castro, una vajilla que le perteneció a Bolívar
por habérsela regalado el ayuntamiento de Quito y que jamás tocó suelo
venezolano. Pues sucede que la prensa decidió que esos objetos forman
parte del patrimonio de la nación, cuando la realidad es que pertenecía
a un coleccionista privado ecuatoriano y éste, a su vez, se lo regaló
al presidente. La vajilla en cuestión no está ni estuvo nunca
registrada como objeto patrimonial, así que lo único malo que hizo
Chávez fue regalar lo que le habían regalado. Pero para la prensa, y en
la mente de los pocos enfermos que aún creen ciegamente en ella, Chávez
se robó un bien de la nación para regalárselo a Fidel. Es una orden:
piense así o lo acusarán de recibir plata del Gobierno.
Acabo de leer en El Nacional a un columnista muy lisonjeado, muy
aburrido y muy Sonntag (que así se apellida el opinador en cuestión)
repetir la mentira con un aire de autoridad que te cagas: Chávez le
regala a Fidel "piezas pertenecientes al patrimonio cultural de la
nación, sin siquiera acatar la Ley que lo regula". Provoca llamarlo
burro, pero uno sabe que el mencionado vivito es un académico de larga
trayectoria, así que pendejo no es, aunque hace bien el papel. Él sabe
que mintió, y sabe que entre los lectores de El Nacional hay legión de
bolsas cogidos a lazo que leerán su embuste y saldrán a multiplicarlo
automáticamente, porque a quien diga la verdad le cae la etiqueta de
chavista y la pinga, eso no paga en los círculos del poder económico ni
en el periodístico.
***
Va otra forma de la mentira. En la columna de
Nelson Bocaranda en El Universal (24 de agosto) se dejan colar algunas
sandeces que, si bien no entran en la categoría anterior porque las
escribe en un espacio de opinión y con aires de analista y no de
informador, parten de premisas falsas, de "verdades" autoestablecidas,
con lo cual la truculencia de su discurso se traduce en asquerosa
manipulación. El Bocaranda se extiende en explicaciones de lo que hará
Chávez si Venezuela gana un puesto en el Consejo de Seguridad de la
ONU: "Con su lujosísimo, costoso y rápido avión presidencial tiene
estipulado viajar a Nueva York tantas veces como le provoque (…) El
alquiler de medio piso en un hotel cercano a la sede multinacional está
previsto para que así tenga siempre un equipo de asistentes que lo
mantenga informado…". ¿Periodista o brujo? ¿Analista de cosas que pasan
o parapsicólogo? El mismo payaso que el 11 de abril le indicaba por
Unión Radio al antichavismo enardecido que linchara a todos los
funcionarios públicos que se dejaran ver vivos, hace ahora de
futurólogo o de lector de las mentes ajenas. Patético caso de imbécil
adeco que cuando no puede ver el futuro trata de fabricarse uno a la
medida.
Más abajo insinúa que el auge de la delincuencia y los muchos
asesinatos que perpetra el hampa en las calles es una estrategia de
Chávez para acabar con la oposición. Si no fuera un insulto para la
comunidad gay habría que solicitarle que se deje de mariqueras y se dé
su puesto de comunicador, nojoda, que por desgracia lo es.
Esos son los prestigiditadores de la mentira, los mercachifles de
la información, que se sienten con derecho a reclamar el rótulo de
defensores de la libertad de expresión mientras se dedican a
prostituirla.
***
Y otra forma, más sutil, más inasible para quien ande
desprevenido y no tenga entrenamiento en esto de detectar las muchas
artimañas de la propaganda y la publicidad en tiempos de guerra sucia:
la intervención de Juan Barreto en el Teresa Carreño con la musiquita
de Globovisión al fondo. El alcalde comenzó su alocución y atrás se
escuchaba el tan tan tan tan tan tan tan tan tan tan, produciéndole un espanto programado a quienes ya estaban predispuestos
a escuchar cosas espantosas.
A
lo largo de veinte minutos Barreto desenmascaró a Capriles y a López,
mostró pruebas de las muchas falsedades divulgadas por los alcaldes
para reforzar su discurso de "no se está haciendo nada", mientras ellos
simplemente no respondían las invitaciones a ver de cerca lo que sí se
estaba haciendo. Veinte minutos dura el video que Globovisión repite y
repite editado y trucado, en cuya versión íntegra puede verse que
cuando Barreto los acusa con pruebas de ser unos embusteros, con un
cercano pasado de militancia en grupos neonazis, los dos puchungos
aludidos comienzan a hacer la conocida seña: el dedo índice haciendo
círculos junto a la oreja. Lo llamaron loco, y fue cuando el alcalde
metropolitano hizo recrudecer su descarga.
De modo que yo quiero ratificar lo que ya está dicho claramente en el título:
Juan Barreto
tan tan tan tan tan tan tan tan
es
tan tan tan tan tan tan tan
tan
burritranco de pendejo
tan.
Porque
otro en su lugar no hubiera insultado al par de gafos: los hubiera
encendido a patadas por ese culo en el acto, por faltas de respeto.
Ojalá sea verdad que al menos lo intentó y les echó sus salivazos al
terminar el acto; de no ser así tendría yo una poderosa razón para
sentirme decepcionado y llamarlo pendejo de verdad-verdad, sin el tan tan tan tan tan de fondo.
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