Este domingo Venezuela está recordando los 41 años de un accidente aéreo que nunca debió ocurrir y en el que perdieron la vida 68 venezolanos de alta pureza, músicos en su mayoría, acompañados por militares que cumplían la solidaria tarea de llevarlos a una presentación que no se dio.
El Orfeón Universitario de la UCV sigue siendo un apuntador a la conciencia cultural venezolana, y más que un recuerdo, un compromiso con la verdad y con la música, sobre todo esa música coral, polifónica, que tanto cultivaron.
Era el 3 de septiembre de 1976, de madrugada y con tempestad. La isla de Terceira (Azores) fue sacudida por el estruendo, cerca del aeródromo de la OTAN.
Los pobladores se sobrepusieron a la misma tormenta y avanzaron hacia el lugar del estruendo para conseguirse con un aparato estrellado. Tratando de identificar de qué se trataba, dieron primero con un diapasón y luego con una partitura que decía: Gloria al Bravo Pueblo.
No hubo sobrevivientes. Los cadáveres fueron trasladados a una de las iglesias del lugar, algunos en ataúdes y otros en bolsas plásticas. Un pueblo tan pequeño no tenía reservas de urnas.
Un sacerdote, Francisco Dolores, guardó el diapasón que había encontrado y dispuso todo para los oficios religiosos.
Poco después Venezuela conocía la noticia: Un avión de la Fuerza Aérea Venezolana se había estrellado en Las Azores. A bordo iba el Orfeón Universitario de la UCV y solidarios efectivos militares de la tripulación. También iba el director del orfeón, maestro Vinicio Adames. Valiosa información hay acá: http://www.fav-club.com
El destino final era el Festival Internacional del Canto Coral en Barcelona, España. Nunca llegaron.
Fui orfeonista, y soy devota de la música coral. Siempre asociaré este luto al hermoso poema de Juan Beroes al que como madrigal puso música el maestro Inocente Carreño.
"Pregúntale a ese mar/ que el mar lo sabe".
(Nota: La Cota Lil Sale ahora los sábados en Últimas Noticias)