El intento de magnicidio del domingo, que según versiones periodísticas y hasta un comunicado de quienes se lo atribuyen, identificados como "soldados de franela" o algo parecido, en un comunicado que al parecer fue retirado de las redes, fue ejecutado por los menos con dos drones dotados de carga explosiva de C-4, con capacidad para causar destrozos y hasta muertos en un área de 50 metros. Es decir, de haberse logrado el propósito hubiesen logrado no sólo haberle quitado la vida al presidente, sino además a unas cuantas personas. Pero lo sucedido y según la narrativa oficial, al parecer causó varios heridos del sector militar congregado en la avenida Bolívar. Los vecinos de la zona y particularmente del edificio donde se dijo había explotado una bombona de gas, desmintieron a la agencia Reuters, con domicilio en el Reino Unido y al servicio de grandes medios financieros internacionales, que difundió de inmediato esa noticia, al asegurar que allí el gas llegaba de manera directa. https://www.aporrea.org/medios/n329292.html
Es decir, no se usa bombonas en ese edificio. Por cierto, Reuters ha estado muy activa difundiendo noticias sobre Nicaragua, por lo que quien esto escribe, ha optado por esperar se aclaren los acontecimientos porque esa fuente no es confiable, tal como se muestra ahora.
Revisando las redes, salvo Marea Socialista y alguna que otra personalidad dentro del país, no he hallado una condena firme, convincente del sector opositor. Ni siquiera de esa que intentan formar AD, UNT, PJ y otros factores con Falcón. Lo que han dicho son evasivas y supuestos para evitar un pronunciamiento categórico. De la mejor buena, creo que esos factores no están envueltos en ese acto terrorista. Sus últimos pronunciamientos, particularmente los de Capriles, revelan que intentan desligarse de esas prácticas que antes avalaron, como aquello de las guarimbas. Pero por diferentes razones, como el temor a lo que pudiera pensar gran parte del universo sobre el cual quieren seguir influyendo, cargado de odio y desorientación, justamente por la falta de claridad y coherencia que ha caracterizado la política opositora, temen pronunciarse como deberían, sobre todo si quieren deslindarse definitivamente de esos procedimientos y empatarse en una práctica que pudiera darle mejores resultados. Pero también temen, eso es obvio, la reacción de quienes desarrollan, estimulan y hasta financian esas prácticas.
La oposición, esto es elemental, ha sufrido una hasta vergonzosa derrota frente al gobierno. Este, por demás incompetente para resolver la crisis económica en la que tiene enredado y abatido al país, por su incompetencia, desidia e incapacidad para responder a las agresiones de quienes lo han querido destituir, ha derrotado una y otra vez en el campo de la política a aquella que, en ese espacio, se ha mostrado superlativamente inferior a su adversario. Las divisiones e incapacidad de la MUD para llegar acuerdos sobre cualquier asunto ha sido la causa de sus derrotas, inhibiciones e incoherencias. Y la mayor prueba de eso es que han terminado dividiéndose y los personajes que encabezan los distintos grupos se exhiben hasta como enemigos irreconciliables. Mientras el venezolano sufre incontables calamidades como hambre, falta de agua, medicinas, etc., no se siente atraído por el discurso opositor desligado totalmente de ese escenario.
Es casi natural que cuando una fuerza o ejército, sufre derrotas como esas y se dispersa por la sabana, cada pequeño contingente, cargado de frustración, rabia e incapacitad, o por esas circunstancias, de pensar en grande, incurre en disparates y cada quien, hasta individualmente, es capaz de cometer locuras, como esas de los drones, o lo relativo al helicóptero del CICPC, que al final terminó dolorosamente con la vida de aquel joven de apellido Pérez, en un enfrentamiento en El Junquito.
Pero basta haber revisado las redes para comprender como, de alguna manera, abundaron manifestaciones de gente que se sintió frustrada porque aquella locura se frustró. Hubo quienes creyeron, como infantilmente, que de haberse concretado el magnicidio, ellos estarían al día siguiente, domingo, celebrando y nunca pensaron en un escenario de guerra y violencia generalizada. Lo que revela que en la oposición, y con eso deben luchar quienes tratar de darle un nuevo rumbo, todavía está arraigada la idea de la violencia como recurso para deshacerse del gobierno. Pero tampoco valoran adecuadamente eso de la violencia. También explica, perdonen lo repita, porque la oposición, que trata de renacer de las cenizas, no condena de manera contundente ese hecho.
En los inicios de la lucha armada, específicamente en el año 1963, se produjo el asalta al Tren del Encanto; aquel pequeño viejo transporte que ejecutaba un como bucólico viaje entre Caracas y Los Teques, generalmente los fines de semana, iba repleto de pasajeros. Una fracción del llamado FLN, que se dijo ordenada por miembros del PCV, como Teodoro Petkof, Pompeyo Márquez y hasta Guillermo García Ponce, asaltó el tren con un resultado de cinco policías muertos y varios civiles heridos. Se dijo entonces en las intimidades de las fuerzas clandestinas que aquello tuvo como propósito apoderarse de un parque que transportaba el pequeño tren, explicación que todavía en mi ancianidad no le veo sentido. ¿Cómo transportar un importante parque, que justificase aquella acción, en un pequeño tren cargado de turistas y entre estos montones de niños?
Sé muy bien que entre miembros de la alta dirección del PCV aquella descabellada y torpe decisión produjo reacciones adversas y condenatorias. Como también sé que así se reaccionó dentro del MIR, partido en el cual militaba y tenía una posición muy cercana a la cumbre dirigente.
Pero el PCV y el MIR, pese la mayoría no compartió aquel acontecimiento brutal descabellado, no lo condenaron públicamente. Para las altas direcciones, eso hubiese significado adelantar lo que fatalmente sucedió más temprano que tarde, la división de ambos partidos y en última instancia, por otros acontecimientos de igual o menor intensidad, se llegó casi a la exterminio de una izquierda que a comienzos de la década del sesenta gozaba de la simpatía y apoyo de la inmensa mayoría de los venezolanos.
Los primeros efectos de acontecimientos como esos, este de ahora de los drones y aquel del asalto al tren de "El Encanto", es dejar a la oposición sin argumentos, a la defensiva y en actitud de inventar cosas inverosímiles para quedar bien con Dios y con el diablo. Por el asalto al tren, sucedió lo que temíamos quienes participábamos en la lucha opositora contra Betancourt. Este halló motivos y justificación para, con la ayuda parlamentaria de los factores que apoyaban críticamente al gobierno, sin que gozasen de una unidad a toda prueba, solicitar el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de los diputados del PCV y el MIR y la ilegalización de estos partidos y obligó a sus militantes a hundirse en la clandestinidad para evitar ser detenidos. Es decir, ayudó al gobierno a fortalecerse, pues por el hecho mismo y el estado de ánimo despertado en mucha gente, quienes dentro de él discrepaban y tenían dudas, se prestaron solícitos a apoyarle. Antes de ese hecho, se habían producido los levantamientos militares de Castro León, apenas comenzando Betancourt a gobernar que se prestó para que los remanentes del pérezjimenismo, nada despreciables, fuesen descabezados e intimidados y luego los de Carúpano y Puerto Cabello promovidos por la izquierda.
Por lo anterior es fácil entender que lo de "El Encanto", no fue más que un acto desesperado de una porción que se sentía derrotada y frustrada en la política que habían asumido, por lo que entre los partidos MIR y PCV comenzaban a producirse fraccionamientos. Había llegado el momento donde cada quien se daba por el "Vengador Errante" y planeaba la locura que se le ocurriese.
Por su parte, el gobierno de Betancourt, se sintió apoyado y con ánimos para incrementar su represión contra todo aquel que se manifestase en contra de sus políticas y no estuviese amparado por alguno de los partidos que le apoyaban.
Esas expresiones como de "supuesto atentado", no es nada nuevo, se repite con cada hecho y tiene su explicación en lo que ya hemos dicho.