De la marcha campesina al atentado fallido

En cuarenta y ocho horas pudimos constatar que el proceso político venezolano está amenazado por enemigos despiadados e incansables, entrelazados fuera y dentro del país pero, a su vez, sostenido por fuerzas populares, honestas y valientes organizadas, convencidas de que los corruptos, ineficientes y traidores vestidos con franelas rojas, son peores que los tanques pensantes gringos creadores de la guerra de cuarta generación con sus partidos políticos locales, haciendo el trabajo sucio.

Con pasos de plomo y firme convicción en una sociedad nueva, socialista, humanista, un grupo de campesinos y campesinas marcharon casi 500 kilómetros desde Portuguesa hasta Caracas para hablar con el presidente Maduro. Querían decirle frente a frente – y lo hicieron - dónde y quiénes son los delincuentes de cuello rojo infiltrados en la administración pública, particularmente en el sector agrícola, además de los jueces y fiscales mañosos, políticos y militares cómplices que han aterrorizado, con crímenes y detenciones injustas, a los cultivadores de la tierra-madre.

En cadena nacional de radio y televisión vimos la historia viva cuando dos poderes, el constituyente y el constituido, se miraron las caras, escucharon verdades destempladas y se tomaron decisiones ejecutivas, inmediatas y mediatas. Demostraron que este proceso pre-revolucionario no es un cuento chimbo ni la fantasía tropical de unos "ensarampionados" de revolución.

Entre errores inmerecidos y estratégicos aciertos, Venezuela está envuelta en su propia tragedia y epopeya política. Negar que aquí y ahora algo está pasando es como dudar del peligro que representa para el planeta, la presidencia de Trump. Sufrimos una crisis sistémica, predecible y superable, aunque los operadores actuales del Poder parecieran no dar pie con bola, aunque lo intentan desde arriba con diferentes fórmulas, pero se estrellan con la realidad y olvidan a los principales actores de la sociedad: las fuerzas productivas.

O terminamos agotados, arrodillados a la sociedad consumista, la del mercado libre y enriquecimiento fácil, postrados a las potencias extranjeras o alcanzamos la dimensión de pueblo (y no de "masa") para edificar el modelo de sociedad donde el ser humano sea sujeto de la historia y la naturaleza, Madre de la Humanidad. Es un camino largo, duro, peligroso, de resistencia y coraje donde estamos obligados a superar la miseria política y mezquindad humana.

No habían pasado las cuarenta y ocho de la admirable marcha de campesinos y campesinas, cuando sucedió el atentado contra el presidente Nicolás Maduro, en el acto aniversario por los 81 años de la GNB. Suceso que le dio la vuelta al mundo y avivaron las alertas porque el imperialismo norteamericano y sus cachorros rugen y exhiben los colmillos, permanentemente. Conspiran, día y noche, para aplastar cualquier sueño emancipador de los pueblos latinoamericanos en particular y, mundial, en general.

Desde el asesinato de Pancho Villa, jefe guerrillero de la revolución mexicana, acaecido el 20 de julio de 1923, en la población de Parral, hasta el sospechoso cáncer del comandante Hugo Sánchez, no produce extrañeza este frustrado intento por desaparecer físicamente al presidente Maduro. Las fuerzas reaccionarias enhebradas entre Bogotá (Col.), Miami (USA) y Caracas (Vzla) tienen sed de sangre, quieren la cabeza del titular de Miraflores porque aseguran, obsesivamente, que allí radica la fuerza y conciencia de rebeldía de este pueblo. Grueso error.

Matando al perro se acaba la rabia, dice un proverbio popular, sin embargo, tal aforismo no se aplica en este proceso pre-revolucionario. Esto lo comprobó la siembra del comandante Chávez que, si bien estremeció la fibra espiritual de la patria, no dejó en desbandada a la nación. Fueron los grupos financiados por la CIA, Departamento de Estado, NED, USAID, grupos económicos locales los que trancaron las calles, incendiaron escuelas, quemaron árboles y seres humanos, promovieron falsas noticias. Aplicaron al "caletre" el manual de la guerra de 4ta Generación.

Analizando en perspectiva y observando con telescopio el porvenir, debemos separar la debacle económica del modelo rentista petrolero, acelerado por la actual administración, del escenario político caracterizado por un liderazgo oficial públicamente compacto, con una maquinaria partidista cebada con recursos del Estado, pero viva y activa.

Hay una pregunta simple: ¿Por qué los gringos y la contraderecha vene-colombiana quieren matar al presidente Maduro? Algo debe estar haciendo bien el primer presidente chavista del siglo XXI y presidente del PSUV para querer arrancarle la cabeza, con par de drones "envenenados" con explosivos C-4.

Hay una coyuntura político-económica delicada, delgada como hilo de costurera. El país está clavado en la cruz de la hiperinflación, sobrevive en el inconsciente colectivo el nuevoriquismo, los partidos políticos de Derecha están reventados por dentro con una ignorancia hemorrágica y un servilismo humillante ante intereses foráneos. El gobierno jugando billar de tres bandas mientras la población sufre escasez de alimentos básicos, transportistas especulando de forma brutal e impune, militares matraqueando en las alcabalas, una página web destrozando el valor del bolívar ante el dólar y millares de compatriotas creyendo en los "pajaritos preña’os que le cantan al oído que lo que está de moda es huir del país.

La situación está "ruda" y probablemente se agudizará, sin embargo, soy de los que apuesta por la Venezuela emergente, la subterránea, con la moral irreductible y las ideas indoblegables. No hay tiempo para dejar en manos de terceros, las soluciones puntuales, inmediatas y de largo alcance. Sí o sí hay que juntar talento con humildad, coraje con modestia, ideas con hechos, moral con dignidad, capacidad con resultados.

Así como un grupo de campesinos y campesinas venció el cansancio, los amedrentamientos de gobernadores ineptos. No se dejó atemorizar por los policías y militares verdugos y acosadores ni chantajear por "dirigentes chavistas" corruptos, más el frío de la noche y el implacable sol del mediodía mientras caminaban kilómetro por kilómetro sobre el asfalto destructor de suelas y chancletas, igual debemos encontrar puntos de coincidencia en todas las escalas de la sociedad para darle un giro radical al presente.

Ni los marines gringos salvan a los pueblos ni los fanáticos meten el gol en la cancha de futbol. El atentado contra el presidente Maduro fue una vileza. Venezuela no se reduce a un primer apellido con tres consonantes y tres vocales. Vivimos la hora de los hornos por eso sigamos soñando lo imposible pero avancemos resolviendo con hechos concretos, desde lo comunal hasta la definición del tipo de gobierno para derrotar esta crisis con ciento cuatro años de historia. No hay tiempo para rendirse.

 



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Elmer Niño


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