No creemos que a esta altura alguien dude que el intento de magnicidio del pasado sábado es el acto de terrorismo más sangriento que se haya planificado en America Latina. El mismo contemplaba el asesinato o mutilación de por lo menos 800 personas; toda una horrible carnicería que se hubiese llevado por delante a cientos de muchachos estudiantes, periodistas, embajadores, ciudadanos comunes y todo el alto mando militar y civil de la nación.
Un acto horroroso que sólo puede ocurrírsele a enfermos. Inaceptable para cristianos, demócratas, humanistas y hombres de bien.
Al respecto, resultan por lo menos vergonzosos los intentos de la gran prensa de minimizar el hecho o de justificarlo. Gusanos, por ejemplo, como Jaime Bailey aplaudió el intento al tiempo que la rata de Patricia Poleo leía un comunicado de los terroristas, como quien lee la carta de un niño; sin hacer comentarios ni críticas, sin hacer alusión al enorme peligro que corrieron centenares de inocentes.
Por otro lado, nos resulta imposible aceptar que alguien con más de dos neuronas no se pregunté ¿Cómo es eso de que algunos terroristas confiesan ser parte del atentado y otros el haber alentado el hecho sin temor a ser buscados por la justicia? ¿No es el terrorismo un delito sobre el cual hay un acuerdo mundial para combatirlo?
Para esta pregunta hay una clara y contundente respuesta: No. No es así.
Estados Unidos es un país gobernado por terroristas y en su territorio se protege y apoya cualquier acto terroristas que se cometa contra sus enemigos o adversarios.
Todos recordamos, por ejemplo, como gestionaron la libertad de Posada Carriles, como lo protegieron y como lo premiaron por volar un avión cargado de muchachos con una edad promedio de 22 años. Sólo porque eran cubanos.
Si revisamos los hechos más recientes, podemos concluir que los gringos son cada vez más descarados en su actitud terrorista y en su protección a terroristas. Son el paraíso de los terroristas.
Es evidente que quieren decirle al mundo, cada vez con mayor claridad: Sí, si somos terroristas. Si recurrimos y recurriremos al terrorismo y al que no le guste, que se declare nuestro enemigo.
Veamos por ejemplo lo que sucedió en Iraq: Los gringos invadieron ese pais con un argumento de que Husein, era una amenaza para el mundo, pues tenía armas de destruccion masiva. Destruyeron el pais, asesinaron el lider y se apoderaron de sus recursos y al final con su cara muy lavada reconocieron que no había tales armas.
¿Cómo es que no montaron un show diciéndole al mundo que habían encontrado las fulanas armas?
Porque el mensaje que querían transmitir era que no necesitaban pruebas para acabar con un líder o con un país. "Si no las hay las inventamos, pues tenemos poder como para hacer lo que nos venga en gana".
Libia es otro caso. Allí montaron un sainete y luego le dieron otra bofetada a la humanidad reconociendo que el famoso bombardeo a la Plaza Verde había sido una mentira.
El reconocimiento de la mentira tiene el objetivo ya dicho.
Por mucho menos de lo ocurrido en estos dos casos han sido juzgados y condenados cientos de nazis, pero por ahora eso no es factible que pueda hacerse con algún presidente gringo.
Los gringos, a la fuerza, se han puesto por encima de todas las leyes, acuerdos y tratados internacionales.
Ellos pueden asesinar, bloquear, sancionar, bombardear y desestabilizar sin temor a castigo; para ellos no hay leyes.
Es por ello que bajo su protección los que intentaron un magnicidio que pudo cobrar más de 500 vidas, se jactan de ello públicamente desde Miami. Allá pueden ser hasta condecorados