Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Ese es un principio universal en el respeto sobre la presunción de inocencia que debe recibir cualquier individuo, que por una o cualquier razón sea acusado e incluso privado de libertad, por alguna acción de carácter penal ante un hecho que se encuentre en proceso de investigaciones.
Cuando Hugo Chávez apareció ante las cámaras de televisión un 4 de Febrero de 1992, y durante sus días posteriores de encarcelamiento, hasta recibir el sobreseimiento del presidente Rafael Caldera en 1994, jamás vimos imágenes – fotografías o videos - en las cuales se estuvieran violando sus derechos humanos, y menos en donde pudiera comprometerse su integridad personal.
Por ello, cuando Nicolás Maduro apareció en cadena nacional mostrando declaraciones de un supuesto "testigo" con rostro oculto, pero a la vez, como si además de presidente fungiera como un juez con facultades condenatorias contra el diputado Juan Requesens, es decir que éste fuera el evidente culpable del frustrado magnicidio a través de la explosión de un dron en un evento aniversario de un componente de la Fuerza Armada, no sólo resultó el inicio de una serie de hechos desproporcionados contra el joven diputado, sino que reveló la esencia totalitaria y despreciable del madurismo contra quienes considera sus "enemigos".
En tal sentido, es condenable ver a Jorge Rodríguez presentando un video teniendo de protagonista al propio Juan Requesens, en donde éste acusa a Julio Borges de haber realizado acciones de supuesto traslado de uno de los implicados en el referido "magnicidio"¹, cuando se generan serias dudas sobre lo que allí plantea el diputado, no sólo porque dicho video no se realizó en presencia de un tribunal, fiscal, testigos y familiares que pudieran certificar las condiciones biológicas, neurológicas, físicas y psicológicas ante las cuales fue expuesto Juan Requesens en ese momento, sino porque para hacer más despreciable la presentación de esa "prueba", horas más tarde apareció otro video, - presumiblemente enviado por el propio cuerpo del Estado en donde se efectuó la represión policial contra el acusado – en el cual se observa que el diputado había sido objeto de tratos crueles e inhumanos².
Sin duda, que una cosa es rechazar cualquier acto de violencia contra el actual status quo, pero otra es que los supuestos amenazados, utilicen todo su poder político, policial, militar y de abuso jurídico para arremeter contra los supuestos culpables de este hecho, sin que haya mediado el debido proceso, pero además el cumplimiento de lo que establecen la leyes en protección sobre los derechos humanos de los acusados, en este caso sobre el diputado Juan Requesens, sobre quien es evidente se ha convertido en una víctima del madurismo, porque al parecer sus verdugos tienen impunidad absoluta para violar la Constitución y las leyes.
Condeno y deploro la forma en que el madurismo desde lo más alto del poder ha procedido en contra de Juan Requesens. Es inadmisible y repudiable, el ver como la cúpula madurista y voceros del partido oficialista se mofan hasta con "pronunciamientos" oficiales emitidos por la "constituyente", gobernaciones y consejos legislativos contra venezolanos, sin que sobre éstos existan sentencias definitivamente firmes, pero lo que es más grave, colocar al diputado señalado como "culpable", como si fuera un trofeo merecido que sea objeto de viles atropellos y humillaciones en su condición humana.
Que no queden dudas, en especial para el "flamante fiscal" - ¿o será que aún las tiene? – que el madurismo ha desatado toda su violación de derechos humanos sobre Juan Requesens. La única verdad ante el hecho del supuesto magnicidio es que éste ha quedado en segundo plano, ante lo que el propio madurismo ha ordenado ejecutar contra el supuesto "acusado".
En síntesis, el madurismo quiso hacer una gracia y le salió una morisqueta. Hoy, los gobiernos democráticos y organizaciones defensoras de los derechos humanos a escala mundial, condenan en toda su extensión la fuerza bruta, inmoral e inhumana con la cual el madurismo ha desatado su "justicia" en contra del diputado Juan Requesens. La agatología no existe en la lexis ni en la praxis madurista. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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