Con la reciente declaración pública del Fiscal General acerca del caso de Carlos Lanz, considero cuestionable lo siguiente:
1.- La falta de respeto del Fiscal hacia miembros del Comité de Búsqueda de Carlos Lanz al burlarse de algunos de ellos y acusarlos de ultra izquierdistas al propio estilo de la derecha de siempre. El Fiscal no desea reconocer que algunos de los participantes de ese comité, tenían motivos nobles como impulsar las investigaciones para el rescate de la víctima y que la opinión pública no olvidara el asunto tal cual ha ocurrido con otros compañeros de los que pocos se acuerdan y cuyos crímenes quedaron sin solución.
Se mofa el Fiscal de esas personas porque no sabían que se trataba de un crimen ejecutado por el entorno familiar de Lanz y porque miembros de ese comité consideraban al Mosad, a la CIA o al paramilitarismo colombiano como perpetradores.
¿Y de quien iban a sospechar al tratarse de la misteriosa desaparición de un tanque pensante de la revolución venezolana, que estudiaba detalladamente los métodos de dominación y agresión contra nuestro país, que asesoraba a los altos mandos del ejército acerca de esos temas, de un intelectual comunista de trayectoria y compromiso indoblegable, de un férreo enemigo del imperialismo estadounidense?
¿En quien más iban a pensar ante el casi silencio de la Fiscalía durante 23 meses, carentes de información ni medios investigativos para obtener indicios, al extremo de ser engañados permanentemente por la que resultó ser la autora principal de los actos criminales que simulaba preocupación por su esposo? ¿Cuál actitud hubiese asumido Saab con un caso similar en su época de militante en los años 90 antes de llegar al cargo que hoy ostenta?
El Fiscal se ríe de ellos como lo hacía frecuentemente el nefasto Ministro de Carlos Andrés Pérez, Octavio Lepage con Doris Francia, Dilcia Petit o Eloísa Lagonell, defensoras de los derechos humanos en los años 70, tiempos en que tales actividades podían significar la prisión o la muerte y que vestirse de negro no era una pose para las cámaras.
El mismo Saab, que no pierde tiempo para vanagloriarse todos los días de sus heroicidades como defensor de presos en los años 90, de su participación en un PRV ya ochentoso y decadente, en alardear de su amistad con Douglas Bravo; que gusta recordarnos su currículum de revolucionario insigne, se está mofando de sí mismo. Insulta a los Saab de aquellos tiempos (porque él no era el único) que salieron a la calle a defender derechos de desamparados e intentaron ser ridiculizados por asesinos con poder.
Miles de compañeros que lucharon en los años 60 y 70 contra la dictadura adeco-copeyana cuando Saab era un muchachito, no buscan exhibir su trayectoria. Cientos son anónimos o reconocidos por pocos, con méritos infinitamente superiores al del Fiscal, como el de algunos miembros de ese comité que él desdeña. Revolucionarios que arriesgaron su vida por lustros en las montañas, caseríos y ciudades de Venezuela y no viven pregonándolo porque su lucha ha sido sincera, no signada por la búsqueda de figuración o reconocimiento narcisista.
2.- En cuanto al caso propiamente de Carlos Lanz, el Fiscal tartamudeó ante una pregunta de uno de los escasos tres periodistas a quienes se les permitió intervenir. Sólo tres para tratar un asunto tan sentido por los sectores de la izquierda venezolana y otros cercanos a la víctima. Hasta el citado Lepage permitió que le preguntaran más cuando el asesinato de Jorge Rodríguez. La interrogante al Fiscal fue el por qué dos años para develar el crimen.
El mismo Saab había dicho previamente que desde el inicio de la investigación el polígrafo arrojaba dudas en las declaraciones de los familiares. Que la imputada había mentido a dos meses del delito con la supuesta llamada de un sicario desde Canadá. Que conocían el perfil sicológico enfermizo de la señora. Si así fue, por qué dos años.
Si participaron tantos como los señalados por Saab y alguno de ellos debió cometer torpezas como hablar o escribir por teléfono sobre sus planes y ejecutorias, sobre sus secretos criminales, por qué dos años pese a que la Fiscalía mantenía un permanente análisis telefónico.
El CICPC es un órgano policial de alta tecnificación mundial y es extraño que hayan descubierto la trama con tanta demora al tratarse de un asesinato planificado y cometido por un amplio entorno familiar y de amistades cercanas, con sospechas sobre ellos desde el inicio de la investigación como el mismo Fiscal señaló. ¿Qué estarán pensando en este momento los investigadores y autoridades de aquella institución a quienes les toca llevar sobre sus hombros la tardía respuesta de dos años a la opinión pública sobre el caso de Carlos Lanz?
3.- Al horroroso e imperdonable crimen se agrega la indignación ante la presunta apropiación de fondos de la imputada hasta hacerse millonaria, a costa de una modesta institución pública como el Inces. Si la aparente autora intelectual del asesinato no hubiese sido descubierta por el caso Carlos Lanz, nadie se habría enterado del delito de corrupción y la detenida estaría libre e impune.
Pese a la exhibición escandalosa de propiedades y valores, uno se pregunta dónde estuvieron los órganos de protección del patrimonio como la Contraloría General de la República y la misma Fiscalía General para investigar y enjuiciarla. Hay muchas corruptelas iguales o peores y al parecer los ladrones de los bienes de Venezuela tendrían que cometer homicidios crueles para que se les descubriese y pudieran ser sometidos a la justicia.
Durante el período de la dictadura adeco-copeyana, la mayoría de los Fiscales Generales eran cómplices de los crímenes de Estado. Considero que desde la llegada de Chávez y ahora Maduro se ha hecho un esfuerzo por subsanar tal aberración. Prefiero a esta Fiscalía que a las anteriores, pero no ha sido suficiente. La arrogancia, el personalismo, el desprecio y la agresión a las personas o grupos que hoy, como ayer, salen a la calle a pedir justicia no han sido totalmente superados. Ello se observa en este caso emblemático.
Obligatoriamente tal proceder tiene que cambiar. Pero para ello debemos intervenir todos. No habrá instituciones que respeten a la ciudadanía ni democracia revolucionaria si el pueblo no se mantiene en lucha permanente contra las desviaciones dentro del Estado por insignificantes que algunos quieran hacerlas ver. Todas tienen un peso que daña, que desvía el ideal de sociedad por la que tantos han luchado, por la que luchó hasta la muerte Carlos Lanz.