A Rocío San Miguel no la conocemos, no la hemos visto nunca, y seguro tenemos profundas divergencias ideológicas con ella. No obstante, pedimos su libertad, nos oponemos al trato cruel al que la someten, protestamos la injusticia. Lo hacemos por principios humanistas, revolucionarios. En esta protesta resumimos el rechazo a la barbarie que este desgobierno perpetra contra la Sociedad. Nos solidarizamos con el resto de los presos políticos sin juicio. Repudiamos el ensañamiento con los familiares de los adversarios, encarcelados, sentenciados culpables ¡por la genética común! Condenamos el fusilamiento moral de la disidencia, abogamos por el fin del trato inhumano, cruel a los refugiados en la Embajada.
No fueron palabras al aire las que dijo el Che Guevara: "permítanme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario es guiado por profundos sentimientos de amor". Es así, la Revolución, el acto revolucionario, es un acto amoroso, a los niveles más elevado, el amor por la humanidad, por la vida. Todos sus actos, todo su accionar está marcado por este sentimiento. Toda acción revolucionaria es, debe ser, una síntesis del pensamiento, del sentir revolucionario, se realiza en el presente y prefigura el futuro; sobre ellas se construye el futuro.
La calidad de un gobierno se mide por el trato a los más desvalidos de la sociedad, a los prisioneros políticos, esa conducta define a todo el gobierno, lo determina en lo profundo. Los campos de concentración definieron el gobierno nazi. Guasina determinó a perez jimenez. La rotunda al gomecismo. A los emigrantes que huyen de la miseria de sus países trump los confina al infierno de Guantánamo, un campo de concentración en territorio despojado a Cuba.
En el lado contrario tenemos el trato que en la Sierra Maestra se les daba a los prisioneros de aquella guerra del humanismo contra la barbarie. O el gesto, que en su momento asombró al mundo, de la liberación de los "paracachitos" que pretendían asesinar al Comandante Chávez. Tratar bien a los afines es una conducta esperada, ahora, tratar con humanidad a los adversarios, define, son derechos humanos en ejecución.
Este pranato, traicionó el legado del Comandante Chávez, y al hacerlo se apartó de su mandato en lo material, y también, y más importante, en lo espiritual, en lo moral. Su trato a la disidencia, a los presos políticos lo define como uno de los gobiernos más nefastos que han pasado por esta tierra. Nombremos sólo a los miles de presos políticos sin juicio, a los fallecidos en prisión, a los enfermos presos sin atención médica, a la venganza con los familiares de los perseguidos políticos. Un desprecio por la vida que se manifiesta con los presos, y también con el desastre en la educación, la salud, la calidad de vida.
Pedimos libertad de los presos políticos, y al hacerlo debe entenderse implícito la
liberación de la sociedad. Establecer un sistema donde el humano sea el centro, la fraternidad sea la norma; en que nunca más se maltrate a un preso, político o común, nunca más se violen los derechos humanos de nadie, se vigile con celo su aplicación. Ese sistema no puede ser el capitalismo que en su esencia lleva la violación de los derechos humanos, no puede ser un sistema como el capitalismo, en el que la riqueza de unos pocos se acumule a costa de la miseria material y espiritual de las mayorías. Tiene que ser un sistema humanista, fraterno en las relaciones humanas apoyadas en una economía de propiedad social, única manera de eliminar la explotación del hombre por el hombre.
¡CHÁVEZ, HUMANISMO!