Reflexiones desde un país rentista
Erick Camargo
Es bien conocido y ríos de tinta se han escrito sobre el carácter profundamente rentista y extractivista de la economía venezolana y su sociedad a raíz de la explotación petrolera. De eso no cabe la menor duda, o al menos es un consenso general, que pocos se atreven a contrariar (hasta ahora no he leído alguien que pretenda rebatir dicha afirmación). Tampoco nosotros lo haremos, pero sí quisiera hacer una breve reflexión sobre el origen y conformación rentista y extractivista de nuestra sociedad.
Si es un lugar común, el que Venezuela se convirtió en una nación rentista partir de la explotación del petróleo, el cual, sin duda, transformó al país. Para la historiografía existe un antes y un después; la Venezuela agraria y la Venezuela petrolera; pareciesen dos países distintos. El petróleo ayudó a consolidar el Estado nación y a centralizar el poder, construyó el modelo de país que hoy se desgarra y desmorona en medio de una crisis, que sí, tiene que ver con el derrumbe de la industria petrolera. De hecho, la crisis podría señalarnos que el estado moderno venezolano se fundaba sobre barriles de petróleo, que al ya no existir con la misma cantidad y fuerza de antaño y el propio Estado hacerse demasiado pesado para dichas bases; se ha venido abajo, sosteniéndose a duras penas una parte y a la fuerza.
Este colapso reciente ha derivado en una expansión de la frontera extractivista y la liberalización económica sui generis dirigida por el actual gobierno, desregulando de facto la economía y mercantilizando de forma intensa espacios naturales, incluso aquellos con estatus legal de protegidos, conocidos mejor como Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE), entre los más conocidos los Parques Nacionales, Monumentos Naturales, Reservas Forestales y Reservas de Fauna Silvestre, entre muchos otros. Además, la trillada costumbre de continuar pensando el país desde la lógica de un país petrolero o minero, sin imaginar otros horizontes alternativos. Pero esto tiene sus razones, no es tampoco una excepcionalidad que la clase política y el grueso de intelectuales o técnicos tengan cortas miras para pensar el futuro del país, dentro del mismo marco.
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Pues, en su estructura básica, Venezuela no ha cambiado mucho, pese a las transformaciones que podemos observar desde el inicio de la era petrolera. Solemos excluir a la Venezuela agraria de su carácter rentístico al hacer análisis económicos; incluso tenemos a Uslar Pietri como ese pensador que nos advirtió temprano del peligro del petróleo y la dependencia que generaba. Este se enfocaba en el retorno a ese país agrario, garante de recursos que no se agotarían con el tiempo y de una tierra que produciría los alimentos necesarios.
Sin embargo, ambas Venezuela han mantenido una estructura fundamental, sobre la cual se ha venido construyendo la sociedad actual, que es una evolución de la que empezó a edificarse con el proceso de conquista y colonización europea. Esta sociedad además ha creado y reconstruido modelos políticos y económicos que se han asentado sobre esta estructura fundamental, que pocos cambios ha sufrido. Esta sociedad que se empieza a construir, sobre las cenizas de la sociedad indígena, empieza primero con el expolio y "rescate" de minerales preciosos a las comunidades originarias, que luego mutara a la explotación de la naturaleza de forma desconsiderada, inmoderada e intensiva. Caso ejemplar es el de Nueva Cádiz, fundada sobre la isla de Cubagua.
La explotación perlífera empezó en 1519 y para 1537 los bancos de ostras se encontraban agotados por la excesiva explotación, sin apenas tecnología; lo que indica el nivel de intensidad, por eso la primera ciudad de Venezuela hoy yace en ruinas. Un inicio que marcaría de forma indeleble la estructura económica sobre la que se construiría la nueva nación en formación, la de la búsqueda de la riqueza súbita, la explotación intensiva y casi exclusiva de esa fuente de riqueza y el colapso tras su agotamiento. Esto se uniría a los relatos fantásticos sobre "El Dorado" que serían característicos del primer proceso colonial y conquistador en el occidente del país, especialmente con los Welsers, quienes gastaron sus esfuerzos y recursos, mientras gobernaron Venezuela, en la búsqueda de la mítica ciudad de oro, búsqueda que quedaría marcada en el inconsciente colectivo de la sociedad en formación.
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Durante los primeros años de la implantación colonial, la economía buscó siempre la extracción mineral, especialmente de oro; de allí que surgieran incipientes minas como las halladas en Baruta, Los Teques, Cocorote, Buría, entre otras; mientras otros enfoques menos dominantes, pero que a la postre se impondría ante la pobreza minero-aurífera de los territorios del norte, sería el ganadero y agrícola; todo sobre la servidumbre indígena y el trabajo de personas esclavizadas traídas del África. Sin embargo, el desarrollo agrícola fue escaso y las provincias de Costa Firme serían de las pobres del Imperio. Señalan autores como Aresti Amezaga en sus Hombres de la Compañía Guipuzcoana, u Oviedo y Baños en su primigenia Historia de la Conquista y Población de Venezuela; que las tierras de estas provincias eran fértiles, pero eran poco cultivadas porque en medio de la abundancia natural, apenas trabajaban para cubrir la subsistencia. De acuerdo a Salcedo-Bastardo y Brito Figueroa, esto cambiaría profundamente con la llegada de la Compañía Guipuzcoana se intensifica la agricultura comercial-exportadora, especialmente de Cacao; y será a mediados y finales del siglo XVIII que se vendrán introduciendo las primeras semillas de añil y cacao, así como el establecimiento del estanco del tabaco.
Pero será el cacao el que mejores dividendos generará y que impulsará a los grandes propietarios a enfocarse casi exclusivamente en dicha producción, llegando a ocupar el 78% de las exportaciones totales de las provincias que conformarían al país actual, de acuerdo a las cifras de Arcila Farías, citado por María Quintero Rizzuto en La Cadena Agroalimentaria del Cacao en Venezuela: Hacia el Desarrollo Territorial. En 1810 sería alcanzado por el Café, que luego de la guerra de independencia se impondría como el producto dominante el cual en la primera mitad del siglo XIX representaría un tercio de las exportaciones, de acuerdo a Brito Figueroa en su Historia Económica y Social de Venezuela, llegando incluso a representar el 75% del valor de las exportaciones de acuerdo a las cifras dadas por Ramón Veloz en su Economía y Finanzas de Venezuela desde 1830 a 1944. Como se ve, hay una clara inclinación a la monoproducción durante el período colonial y el siglo XIX republicano.
Durante la república, especialmente en los primeros años, se observa que el diezmo, un impuesto cobrado sobre el 10% de las rentas agrícolas obtenidas por los agricultores, que era cobrado por la Iglesia, pero desde la década de los 20 fue cobrado por la República de Colombia y luego la de Venezuela para engrosar el fisco, sería eliminado en Venezuela en 1833; al año siguiente fue también derogado el estanco del tabaco, monopolio impuesto durante la colonia sobre el comercio del producto y control de su producción, lo que se puede verificar en la recopilación de leyes nacionales. Con la pérdida de estas fuentes de ingresos fiscales, el Estado venezolano dependió casi exclusivamente de los ingresos de las aduanas, lo que se puede ver en las Memorias y Cuenta de dicho ministerio, volviendo a la Hacienda Pública sumamente inestable y débil ante las variaciones cíclicas del mercado, situación que sería constante hasta el inicio de la explotación petrolera, de acuerdo a Emilio Pacheco y Brito Figueroa.
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El petróleo, como es bien conocido, causó una ruptura, pero también mantuvo una importante continuidad que suele pasarse por alto. La Venezuela agrícola ya era un país con tendencia a la monoproductividad, lo que fue criticado por Fermín Toro en repetidas ocasiones; señalado por Brito Figueroa o Arcila Farías. También, si observamos el cuadro de ingresos fiscales durante el siglo XIX, comparamos las distintas Memorias de Hacienda (se presentan a comparativas la de 1841 y 1890), observaremos que el ingreso fundamental y casi único eran los aranceles aduaneros, especialmente los pagados por la importación. Nuestro país siempre importó su consumo general, lo que también ha sido estudiado por Brito Figueroa Tomás Carillo Batalla; incluso en la legislación de la primera mitad del siglo XIX se observan reducciones o exoneraciones de aranceles a la importación de granos de trigo, maíz e incluso arroz, para el consumo de la población. Con esos datos, es fácil deducir que el país no producía su propio consumo, lo que redundó siempre en una balanza de pagos negativa, escasez de numerario y endeudamiento constante.
De allí que la aparición de petróleo, en este sentido, no generó una ruptura o un cambio estructural, sino que vino a profundizar elementos preexistentes; ampliando la visión extractivista de nuestra sociedad, mermando e hiriendo de muerte a la producción local de elementos de consumo no exportables; y especialmente, afianzando la monoproducción y la dependencia fiscal en una sola fuente de ingresos. Por eso, a pesar de la frustración que pueda causar escuchar repetidamente, el discurso rentístico, extractivista y centrado en el ingreso petrolero como fundamental para la Hacienda nacional; tiene una base histórica. Ha sido poco problematizada, estudiada y, por lo tanto, criticada para empezar a construir una nueva visión de país, que logre superarla.
Publicado originalmente el 24 enero de 2025 en https://ecopoliticavenezuela.org/2025/01/24/reflexiones-desde-un-pais-rentista/
Referencias
Brito Figueroa, Federico. 2000. Historia Económica y Social de Venezuela. Tomos I y II. Caracas, Venezuela. Ediciones de la Biblioteca. Universidad Central de Venezuela.
Carrillo Batalla, Tomás. 2001. Cuentas Nacionales de Venezuela 1831-1873. Colección Económico Financiera. Caracas, Venezuela. Banco Central de Venezuela.
Carrillo Batalla, Tomás. 2001. Cuentas Nacionales de Venezuela 1874-1914. Colección Económico Financiera. Caracas, Venezuela. Banco Central de Venezuela.
Pacheco, Emilio. 1984. De Castro a López Contreras. Caracas, Venezuela. Editorial Domingo Fuentes y Asociados.
Quintero Rizzuto. María. 2020. La Cadena Agroalimentaria del Cacao en Venezuela: Hacia el Desarrollo Territorial. Revista agroalimentaria. Vol. 26, N.º 51 (julio-diciembre 2020), págs. 213-238. Mérida. Universidad de Los Andes.
Veloz, Ramón. 1945. Economía y Finanzas de Venezuela desde 1830 a 1944. Caracas, Venezuela. Impresores Unidos.
Salcedo-Bastardo, J. L. 1972. Historia Fundamental de Venezuela. Caracas, Venezuela. Ediciones de la Biblioteca. Universidad Central de Venezuela.
Toro, Fermín. 1960. Pensamiento Político Venezolano del Siglo XIX. La Doctrina Conservadora- Fermín Toro. Volumen I. Caracas, Venezuela. Ediciones Conmemorativas del Sesquicentenario de la Independencia. Presidencia de la República.