Recuento del asesinato del profesor Damián Ramírez Labrador, hecho a pocos pasos de mi persona…

  1. Ocurrió un jueves, 15 de noviembre de 1962. Yo apenas estaba iniciando mi tercer año de bachillerato en el liceo nocturno "Juan Vicente González", y tenía 17 años (en cuatro días más cumpliría 18). Yo me consideraba comunista y estaba afiliado a una célula de la Juventud que funcionaba en este liceo. Yo venía de ser expulsado del Liceo "Gustavo Herrera", y luego de una corta temporada en el liceo privado "Alcázar" (que acogía a todos los estudiantes de izquierda expulsados de centros educativos públicos en Caracas, pagando una mensualidad de 80 bolívares), gracias a la ayuda de mi hermano Adolfo y del abogado Rómulo Ledezma (hermano del famoso Celestino Ledezma) pude inscribirme en el grandioso "Andrés Bello" que por la noche llevaba el nombre de "Juan Vicente González". Los más eminentes y preparados profesores (de educación secundaria) daban clases en el "Juan Vicente González". Fue una de las épocas más hermosas de mi vida, y me veo como un estudiante pobre, lleno de ilusiones, tan ignorante de los hilos que mueven las cosas del cosmos, con aspiraciones de ser algo en la vida. Para entonces residía en La Bombilla, a unas siete cuadras de aquel querido Liceo, y mi mundo era pasar las horas entre el Parque Los Caobos, Parque Carabobo, El Ateneo, La Plaza Morelos, La Avenida México y La Candelaria. Fue la época en que conocí al maracucho Silvestre Mabares, compañero de estudios y quien me pedía que lo acompañara en sus cogorzas de fines de semana, todo un personaje y estudiante en el "Juan Vicente González", de risa estrambótica, como sus abultados mofletes y desorbitados ojos. Silvestre, unos cuatro años mayor que yo, me adoptó como hijo, quería hacerme todo un hombre y me pagó (de su salario) mi expulsión definitiva del Paraíso llevándome a uno de esos lupanares que funcionaban cerca de La Candelaria, más precisamente, en el Edificio Waldorf.

  2. Aquellos eran años muy tensos, con tomas de liceos públicos, paros del transporte, asesinatos de comunistas y allanamientos de casas de cualquier sospechoso de ser un enemigo del gobierno. Los enfrentamientos con los estudiantes eran diarios, y en sectores como Lídice, "El 23 de Enero", Catia, El Silencio, La Plaza Venezuela, La Charneca, Propatria (Casalta), Cotiza, Petare, los tiroteos eran diarios e incesantes. Toda una guerra civil en la capital de Venezuela. Se había hecho una práctica común por parte del PCV y el MIR hacer tomas de barrios y liceos. Yo participé en algunas de esas tomas sobre todo en la zona de El Conde y Agustín del Sur. El 12 de noviembre de 1962, el Centro de Estudiantes del Juan Vicente González convocó a un paro que debía realizarse entre las 7:45 y las 8:30 en conmemoración del primer año del asesinato de Alberto Rudas Mezones (quien había sido por breve tiempo alumno de este plantel). El día 15, pudieron dictarse sin problemas las dos primeras horas de clase. En las puertas de las aulas se pegaron hojas en las que se decía "ALBERTO RUDAS MEZONES TE VENGAREMOS". Luego un grupo de jóvenes entraron al plantel y atropellaron al profesor de Biología Alberto Orozco. Esto ocurrió a las 7 de la noche. Iban a recorrer aula por aula pidiéndole a los estudiantes que salieran al patio porque se iba hacer un acto político en honor de los caídos por la dictadura de Rómulo Betancourt. Este grupo de activistas, se encontraban en el segundo nivel del edificio que da al frente del gran patio, cuando llegaron al Aula 19, al final del pasillo. Yo estaba precisamente en ese nivel, cuando mi concuñado Manuel Ascanio, entre los propagandistas, me pidió que le cargara unos libros. Bajaba los escalones, cuando escuché la detonación. Tengo nítido aquellos recuerdos, fue entre siete y ocho de la noche, para más precisión, fue a las 7:35. Yo había visto poco antes al profesor José Damián Ramírez Labrador dando clase de Matemáticas (en el Segundo Año de Ciencias, Sección B) en el referido salón. El grupo de activistas, muy respetuosamente le habían pedido permiso para dirigirse a los estudiantes, y él les concedió unos minutos, comenzaba uno de los líderes a hablar contra el gobierno represivo cuando alguien, un saboteador, apagó la luz de salón produciéndose de inmediato el disparo que acabaría con la vida de Damián Labrador. Seguí mi camino con un buen fajo de libros, y habría bajado unos dos escalones, escuché el disparo. Seguidamente la gente enloquecida corría por los pasillos y me atropellaban en su desbandada, entre ellos vi descender a un joven, de baja estatura, delgado con una pistola en la mano, que se adelantaba a todos y varios estudiantes que le perseguían. Este joven llegó a la enorme puerta de hierro frente a la avenida México, encañonó al vigilante y escapó. Mi cuñado (Manuel Ascanio, ya fallecido) fue de los que trasladó al profesor José Damián Ramírez Labrador a la Cruz Roja (a unos 200 metros). Después hablando con Manuel, me dijo que la bala le había penetrado en el estómago, que se había desviado y que le perforó el corazón, y que el profesor llegó prácticamente muerto a este centro asistencial.

  3. Aquellos eran días muy peligrosos y tensos, insisto, como dije, y del crimen fue acusado un joven estudiante del primer año de Ingeniería de la UCV de nombre Jorge Ramón Villalobos Áñez, de 22 años de edad, y quien al parecer estaba casado con una hija del famoso dirigente comunista Gustavo Machado. Yo vi cuando este joven estaba en el patio en el momento en que mataron al profesor Ramírez Labrador. Jorge Ramón Villalobos Áñez había sido Presidente del Centro de Estudiantes del Juan Vicente González, que recuerdo llegó allí, con una camisa blanca, manga larga para dar un discurso y hablaba muy bien. Todos los medios, a excepción del diario "Clarín", dijo que Jorge Ramón era el asesino. Este muchacho estuvo detenido en la PTJ, y "El Nacional" recogió en su última página muchos detalles de este suceso. La Dirección General de la PTJ salió dando declaraciones en las que aseguraba que le había decomisado a Jorge Ramón el arma con la que había asesinado al profesor Ramírez Labrador, una pistola semi-automática, marca Star Elbar, calibre 9 mm, cañón corto. Qué invento tan horrible y monstruoso, pero así se quedó. Este muchacho residía en Las Residencias Universitarias No 1, de la UCV, la cual poco después fue allanada. Yo llegué a vivir una temporada en esas residencias en una habitación que ocupaban el poeta Ángel Eduardo Acevedo y el músico Armando Hurtado. El diario "El Nacional" en su información daba por sentado que Jorge Ramón dirigía una banda de asesinos "extremistas". También añadía la nota de prensa que se le decomisaron a Jorge Ramón granadas de fragmentación y abundantes proyectiles. Para completar, se detuvo al profesor Herman Bautista por tratar de encubrir y proteger al "asesino".

  4. Quienes se dieron banquete inventando toda clase de bazofias contra el estudiante Jorge Ramón fueron los diarios de la Cadena Capriles, del gánster Miguel Ángel Capriles, "El Mundo" y "Últimas Noticias" quienes colocaban en grandes titulares como este: "OTRO HOGAR ENLUTADO POR LOS ROJOS". Después los medios de esta misma Cadena, inventaron que los "ROJOS" amenazaban con secuestra al hijo del profesor José Damián Ramírez Labrador, un muchacho de quince años. Poco tiempo después, la afligida madre de Jorge Ramón hizo un súplica por la prensa solicitando piedad por su hijo quien era totalmente inocente, y que nada tenía que ver con ese crimen: Empezaba diciendo aquella nota: "Yo, Aura Áñez de Villalobos, titular de la cédula de identidad…, madre de Jorge Ramón… en medio del dolor que en estos momentos embarga mis más profundos sentimientos maternos, he decidido dirigirme por medio de estas líneas a la sensata opinión pública venezolana y de manera especial al ministro de Justicia, Congreso Nacional, Colegio de Abogados y Profesionales del Derecho, a todas las demás personas y Organismos competentes para exigir su inmediata intervención para una exhaustiva y total averiguación de la muerte trágica y dolorosa del ciudadano JOSÉ DAMIÁN RAMÍREZ LABRADOR, meritorio educador venezolano, y de cuyos suceso se ha pretendido hacer directamente responsable a mi hijo… cuando se produjo el hecho lamentable, mi hijo no se encontraba en el Aula 19… se hallaba en el patio… mi hijo nunca ha sido hombre de procedimientos violentos ni nadie puede atestiguar que hay portado el arma homicida… la imputación sagaz, temeraria, imprudente y prematura que se le ha hecho a mi hijo ha golpeado mortalmente de manera ruda y cruel a mi persona, a todos nuestros familiares…". No supe del desenlace de esta condena a un muchacho inocente, en una época tan terriblemente represiva, con muertos y presos a manos de la policía todos los días.

  5. Yo seguí muy de cerca este caso y luego leí que el asesino se llamaba o lo apodaban Ditmer Miller, que era copeyano y que había sido enviado (protegido por el gobierno) a España. Hay que recordar que los dirigentes copeyanos de entonces eran los más peligrosos tipos en los liceos, andaban armados y no comían cuento para matar estudiantes izquierdistas. Casi todos los días se apostaban a las puertas de los liceos más rebeldes para sabotear las acciones de protesta contra el gobierno. Eran estos copeyanos mil veces peores que los adecos, pues era los hijos predilectos de la verdadera falange española radicada en Caracas. El profesor Damián Ramírez Labrador era muy querido en el liceo, uno de los mejores profesores, y lo vi varias veces por el pasillo, y su muerte fue extraordinariamente dolorosa para todos, porque no era hombre de partidos, y por cumplir con su deber lo mataron, porque otros docentes ese día, acobardados por la tensión, no fueron al liceo o no dieron clases. Pues, hechos para la historia del Puntofijismo…



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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