Febrero 06 de 2018.- En el Día de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, repasamos algunas claves sobre esta forma de violencia contra las mujeres
Se calcula que 200 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a esta práctica y tres millones de menores corren el riesgo de sufrirla cada año
En la mayoría de los países donde se practica existe un marcado rechazo social, según ha documentado Unicef
Boko Mohammed, una "mutiladora profesional", sostiene la cuchilla que ha utilizado durante años para practicar la ablación en su comunidad. Ya no la utilizará nunca más porque ha dedicido abandonar la práctica. | Foto: Unicef.
Es una tradición cultural, no religiosa, que responde a varias razones. En primer lugar, resume Unicef, busca disminuir el deseo sexual en la mujer, mantener su virginidad antes del matrimonio y su fidelidad. Por otro lado, significa "la iniciación de las niñas a la edad adulta".
También influye el empobrecimiento de las mujeres en sociedades donde la ablación es un requisito previo al matrimonio. Algunas comunidades consideran, por su parte, que los genitales femeninos son "poco limpios y antiestéticos" respecto a ideales arraigados de belleza y pureza. En último lugar, a veces se practica "bajo la creencia equivocada" de que lo exigen algunas religiones.
Según el UNFPA, cuanto más extendida está la práctica, más condena, acoso y desarraigo puede sufrir quien decida apartarse de la norma. Por esta razón, el apoyo del resto de la comunidad se vuelve vital para que las familias puedan abandonarla. Asimismo, hay voces que apuntan a la falta de formación de los profesionales que están en contacto con posibles víctimas en Europa, lo que puede derivar en la estigmatización de las víctimas.
Existen varios tipos de mutilación genital
A menudo, la ablación se reduce a una sola forma, el tercer tipo, este es, la extirpación de los labios menores y mayores y el clítoris, y el posterior cierre de la vagina mediante sutura. Hay, sin embargo, tres tipos más, según la Organización Mundial de la Salud (OMS): la amputación parcial o total del clítoris, la extirpación del clítoris y los labios menores y, por último, el resto de técnicas lesivas como la perforación, incisión o el raspado de la zona genital.
Los efectos en el cuerpo y el bienestar mental de las mujeres y las niñas son muchos. Puede producir inicialmente un dolor intenso, hemorragias graves (en muchos casos mortales) y problemas urinarios. Más tarde puede causar quistes, infecciones, infertilidad, complicaciones del parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido. A largo plazo, puede derivar en problemas de salud mental como depresión, ansiedad y escasa autoestima.
Algunos avances de la lucha contra la ablación
A pesar de que la mutilación genital femenina permanece arraigada en algunas sociedades, a día de hoy, una niña tiene un tercio menos de posibilidades de sufrir una mutilación que en 1997, según Unicef. Su alcance ha caído casi un 25% desde 2000 a nivel mundial y, en una década, alrededor de 18.000 comunidades han rechazado públicamente esta práctica.
Las organizaciones internacionales y locales han jugado un papel importante en su progresiva erradicación sensibilizando a las comunidades y atendiendo a las mujeres y menores afectadas. El pasado enero, Liberia decidió prohibir la mutilación genital femenina, pero solo por un año. Los activistas locales ya presionan al presidente para que la ley sea permanente.
Pero la prohibición sobre el papel no implica que la ablación, en la práctica, vaya a pasar a la historia, tal y como se propusieron los líderes mundiales en uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para 2030.
En verano de 2016, el Parlamento de la Unión Africana (UA) prohibió la mutilación genital femenina en sus 50 estados miembros. Las ONG lo celebraron pero insistieron: "Hay que trabajar con estas comunidades desde dentro y mostrar alternativas, como apoyar a las mujeres que practican la ablación para que puedan cambiar de trabajo".
Necesitamos un mejor periodismo contra la violencia machista.