José Gabriel Ochoa necesita libertad para atender su delicada salud

Padre desesperado clama por su hijo "Era sano hasta que fue detenido" preso político recluido en Tocorón

El padre de José Gabriel Ochoa dice que su hijo es inocente y que se encuentra muy delicado de salud

El padre de José Gabriel Ochoa dice que su hijo es inocente y que se encuentra muy delicado de salud

Credito: Agencias

José Gabriel Ochoa era un joven sano y trabajador hasta que fue detenido. Ahora sufre de asma crónica, hipotensión, problemas renales, tensión ocular y fuertes dolores de cabeza, narró su padre

Sólo y sin poder trabajar. Antes a causa de una enfermedad, ahora porque debe atender a su hijo, detenido desde el 30 de julio de 2024 cuando, por razones que aún no comprende, fue sacado de su casa a la 1:30 de la madrugada. Siete meses y medio después, José Gabriel sigue preso, ahora en la cárcel de Tocorón, y su padre José Delfín Ochoa, sigue sin entender, pero pidiendo una medida que devuelva al joven de 22 años a su casa, en la zona sur de Valencia.

Era un joven sano y trabajador hasta que fue detenido, narró Ochoa. Ahora sufre de asma crónica, hipotensión, problemas renales, tensión ocular y fuertes dolores de cabeza. El 30 de diciembre de 2024 debió ser llevado de emergencia desde el Internado Judicial Carabobo, la famosa cárcel de Tocuyito, hasta la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera (CHET) donde fue operado por una apendicitis. "Al día siguiente lo devolvieron a la cárcel, por las mismas condiciones de reclusión su recuperación fue muy lenta y la cicatriz aún le ocasiona problemas".

Ochoa recuerda que durante el eco que le hicieron en la CHET, para determinar cuál era el padecimiento, se revelaron condiciones extrañas en ambos riñones. El especialista recomendó un seguimiento permanente a este tema, pero en la cárcel nada se ha hecho al respecto. Esta es otra de las preocupaciones del padre de José Gabriel.

 

Era sano hasta que fue detenido

Durante sus visitas a la cárcel ha llevado antialérgicos y medicamentos para el dolor. Es lo que le piden. Por eso está convencido de que su hijo no está recibiendo ningún tratamiento para los riñones. "Cada vez que hablo con él me dice que está agotado, que se siente débil y sigue padeciendo de asfixias".

José Gabriel Ochoa forma parte del grupo de 78 presos políticos que quedaban en la cárcel de Tocuyito y que el 10 de febrero fueron trasladados a la de Tocorón. Desde esa fecha, su padre solo ha podido verlo en dos oportunidades.

El joven fue acusado, como el resto, de terrorismo, alteración del orden público, incitación al odio, entre otros. Su padre cree que fue confundido con otra persona, que fue detenida al día siguiente. Pero eso en nada cambió su realidad. El también tuvo que recorrer varios centros de reclusión en busca de su hijo y luego iniciar el régimen de visitas en la cárcel de Tocuyito, donde pudo entrar meses después, cuando se permitió el acceso a los hombres, a finales de noviembre.

Más lejos, más gastos

Con el traslado a la cárcel de Tocorón, la situación de José Delfín Ochoa se complicó. Los gastos se incrementaron sustancialmente y él sigue sin poder trabajar. "Ya no encuentro qué más vender en la casa".

Su hijo José Gabriel era el sostén del hogar, dejó de estudiar para ponerse a trabajar como encargado en un negocio. Ochoa no podía laborar a causa de un padecimiento derivado de acumulación de plomo en la sangre a causa del uso recurrente de estaño.

En la casa solo vivían ellos dos. El hijo mayor y la esposa de Ochoa fallecieron a causa de COVID y el otro hijo vive en Ecuador desde hace años. Hoy está solo, sin trabajo, con un hijo preso, que ahora está enfermo tras casi ocho meses de reclusión.

José Delfín Ochoa habló de cuándo su hijo asistía a la iglesia. Lo hizo hasta los 17 años y llegó a predicar, dejó de asistir cuando empezó a trabajar. "También le gusta jugar al fútbol, busca actividades sanas, no tiene problemas con nadie"

Mi hijo necesita su libertad porque se está enfermando

Del defensor público poco sabe Ochoa. Solo le dice que debe tener paciencia, pero no colaboró cuando le presentó una lista de 40 personas dispuestas a atestiguar que José Gabriel no estaba protestando. "Nunca llamaron a nadie".

Por eso Ochoa se dirige directamente al fiscal Tareck William Saab: "Por favor revise el caso para que se de cuenta que mi hijo no es ningún delincuente, que se está enfermando y que necesita su libertad. Es lo único que pido, su libertad, poder llevármelo a la casa, porque no es justo que él esté pasando por eso".



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