21-04-25.-Las acciones de líderes globales parecieran poner en evidencia que la deriva autoritaria se afianza en el planeta. Esto se lleva por delante las conquistas de convivencia logradas por la negociación y el sentido común para alejarse de los conflictos, situación necesaria para permitir el desarrollo de la humanidad en un clima donde prevalezca la paz.
Esas actitudes de quienes ejercen el poder global y regional violan constantemente consensos como el logrado con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y se impone una agenda en la que la agresión es la carta de presentación.
Frente a este escenario Marino Alvarado, coordinador de exigibilidad del Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea), señala que si el autoritarismo está de moda no se puede bajar la guardia en la defensa de los derechos de la gente.
En el caso venezolano destaca que el mayor interesado en promover el diálogo deberían ser quienes ejercen el Gobierno y así desescalar las tentaciones de la violencia política “que siempre hay que rechazar”.
-Está de moda la deriva autoritaria en el planeta. ¿Los derechos humanos pasaron de moda?
-No. Los derechos humanos no han pasado de moda. Los que están son unos regímenes que, no solamente violan la constitución de sus propios países, sino que han caído en una falta de sensibilidad frente a los seres humanos de sus propios países y de otros. Lo estamos viendo, con la deriva autoritaria, porque así hay que decirlo, en Estados Unidos, pero también con el autoritarismo que tiene el gobierno de El Salvador, con Nayib Bukele. Con el autoritarismo que tiene Noboa en Ecuador, que también es otro autoritario y con el autoritarismo que tenemos en Venezuela.
En su análisis señala que en el mundo han proliferado regímenes autoritarios, “que por un lado no respetan la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establece una serie de derechos universales para todos los países”.
“Son regímenes que no respetan sus constituciones que también establecen derechos para sus ciudadanos y que por el otro lado también y irrespetan algo que es fundamental, que es básico: desarrollar políticas para favorecer los sectores más vulnerables de la población”, afirma Alvarado.
Destaca que durante muchos años hubo una práctica en la que los estados desarrollaban políticas para favorecer a los más vulnerables de los sectores sociales en todo el mundo.
“Ahora el problema está en que los más vulnerables, entre ellos los millones de migrantes, para poner solo un ejemplo (aunque vulnerables hay muchos), no solo es que no están siendo favorecidos por políticas que deberían implementarse, sino que son desfavorecidos por políticas y medidas, como está ocurriendo también, por ejemplo, con los derechos de las mujeres en Afganistán”, señala asombrado
Para completar su crítica al establishment global, se pregunta: “¿Cómo es posible el silencio del mundo frente a los abusos del gobierno de Afganistán para elementales derechos de la mujer?”
SIN BAJAR LOS BRAZOS
“Tenemos que seguir alzando la voz en defensa de los derechos humanos, en defensa de políticas públicas que favorezcan a las personas más necesitadas, más vulnerables y finalmente una política internacional que le dé el valor necesario a la Organización de las Naciones Unidas, a la Organización de Estados Americanos y a las otras organizaciones que hay en distintos continentes, que agrupan y que tratan de establecer diálogos”, señala con vehemencia Marino Alvarado.
Agrega que ese diálogo es necesario “para poder llevar este mundo de una manera mucho más humana, mucho más solidaria y mucho más a favor de la dignidad de cada uno de los pueblos en este planeta”.
-Acaba de hablar de diálogo… ¿Cómo fomentar el diálogo dentro de este ambiente complicado donde el autoritarismo pareciera imponerse y no tiene la voluntad de sentarse a conversar?
-Yo creo que, por lo menos en este momento, juega un papel fundamental la Unión Europea. Yo creo que la Unión Europea, la mayoría de sus países, se han convertido en el espacio en el cual la democracia se está funcionando. Y ese espacio de la Unión Europea tiene que ser una voz constante contra el autoritarismo, sea del tipo que sea: autoritario Putin en Rusia, Trump en Estados Unidos, Maduro en Venezuela, Bukele en El Salvador, Noboa en el Ecuador, Milei en Argentina.
Alvarado señala que las voces de los países democráticos, particularmente los que están muy cerca de Venezuela, son muy importantes.
Es necesario “reivindicar el papel que pueden jugar el presidente Lula y el presidente Petro, en promover la democracia”, sostiene en su análisis.
Agrega a su lista de personalidades, con peso en la discusión democrática, al presidente chileno Gabriel Boric, “quien también ha demostrado ser un gran demócrata” y cuenta en este necesario, donde señala como imperioso “promover todo lo que se pueda para contrarrestar en América Latina, el avance del autoritarismo”.
-Aterricemos en Venezuela. ¿Cómo construir ese espacio de diálogo? ¿Cómo construir la posibilidad del encuentro de la gente, la de los actores políticos para darle una salida a la crisis multidimensional del país?
-En primer lugar, cualquier espacio de diálogo debe pasar por la libertad de todos los presos políticos de nuestro país. Ese es un elemento fundamental. En segundo lugar, hay que crear condiciones desde el Estado para que la gente pueda ejercer sus derechos sin miedo.
-¿Pero cuál estímulo tiene el gobierno para generarlo?
-Yo creo que el principal estímulo que tiene un gobierno, para estimular un diálogo es, que al primero que le conviene estabilidad, al primero que le conviene que no haya una situación de violencia, que no haya individualidades o grupos que se pongan a inventar con acciones violentas, que siempre deben condenarlas, es al gobierno.
Agrega que “el Gobierno tiene que dar las condiciones para que los ciudadanos puedan ejercer los derechos, para que los periodistas puedan hacer sus trabajos sin peligro, para que los defensores de derechos humanos podamos hacer nuestro trabajo sin el riesgo de que por decir algo, o defender a alguien, podamos ir presos. Para que los dirigentes sociales puedan exigir agua, puedan exigir salarios dignos, pensiones dignas, etcétera, sin el riesgo de terminar en la cárcel”.
“Es el gobierno a quien más le conviene la estabilidad y quien debería garantizar las mejores condiciones para un diálogo que nos permita a todos como sociedad avanzar hacia desarrollo económico y la democracia”, señaló al finalizar la conversación Marino Alvarado