Precios de producción son los precios de mercado ajustados según la oferta y la demanda de tal amena que sólo a esos precios de producción queda garantizada una tasa media de ganancia que estabiliza la economía en una sociedad capitalista.
Esta confrontación entre el volumen de oferta posible y el de la demanda solvente de una mercancía es reveladora de los posibles desajustes de producción en cuanto al consumo de fuerzas productivas sin la debida complementariedad o armonía entre capital constante (c) y capital variable (v).
Los capitales con menor tasa migran hacia los sectores que ofrezcan mayores tasas que suelen ser los de menor productividad, es decir, aquellos que contratan proporcionalmente un excedente de mano de obra respecto al capital constante utilizado. Se trata de empresa con una menor tecnificación industrial, que son más manuales, digámoslo así. En este caso, la oferta de incrementa y los precios bajan y también lo hace su tasa de ganancia.
Al contrario, las empresas con exceso de tecnificación acusan menores tasas de ganancia, y la migración de sus capitales, baja la oferta,
así crecen los precios e incrementan su tasa de ganancia.
A sí mismo, una demanda superior a la oferta revela que no se ha empleado suficiente mano de obra como la necesaria socialmente en relación al capital constante manipulado. El precio tiende a subir porque aun así habrá demandantes y la contrata de mano de obra tenderá a subir.
Esa complementariedad armoniosa entre "c" y "v" es determinante de la productividad de la empresa, habida cuenta de que para los capitalistas priva la relación de la ganancia (plusvalía concretada en el mercado) con todo el capital invertido = g/c+v, en lugar de la relación pl/v.
De manera que la relación de la plusvalía con el capital variable (pl/v) resulta indiferente para el inversionista, de allí que Marx, en sus análisis y demostraciones del proceso de transformación de los valores en precios de producción, uniforme la tasa de plusvalía (pl/v) para todas las empresas de sus ejemplos, con lo cual pareciera que él ignorara el posible y necesario incremento de la plusvalía relativa derivada de un perfeccionamiento en el capital constante.
Esta aclaratoria es conveniente para anular cualquier impostura respecto al cumplimiento de la ley de la tendencia al decrecimiento de la tasa de ganancia. Ocurre que el desarrollo de la mano de obra directa suele ser más lento que el del capital constante. Las máquina y materias primas pueden perfeccionarse en laboratorios, mientras el desarrollo de la mano de obra responde a lento proceso de enseñanza-aprendizaje[1].
Ambas reacciones de la oferta y la demanda son expresión de la productividad de las empresas. Las de mayor productividad experimentan competencia y ajustes en la debida composición orgánica. Las empresas de oferta mayor suben su composición, mientras las de mayor demanda la bajan.
Muchos economistas han afirmado que Marx se equivocó en el Primer Libro cuando introdujo su teoría del valor trabajo, razón por la cual habría de manejar estos precios de producción en su Tercer Libro. Resulta que Marx ya había manejado esos precios cuando ni siquiera había editado su Primer Libro.
La competencia que llevan a cabo los fabricantes y que termina ajustando las tasas de ganancia alrededor de una tasa media es un efecto de los desajustes en la oferta-demanda. Los precios de producción no los determina el mercado, sino los propios desajustes en las composiciones orgánicas.
Hay subyacentemente una armonía entre mano de obra y capital constante que determina la productividad de la mano de obra. Precisamente, la llamada productividad marginal decreciente descansa en una desarmonía entre el capital constante y el variable.
El uso excesivo del capital variable para un capital constante dado desemboca necesariamente en una menor productividad, en el sentido de que esa mano de obra se hallaría menos tecnificada. Es lo que les ocurre a las empresas deficientes en capital constante respecto a la mano de obra y de allí que suelan ofrecer una tasa de ganancia mayor cuando supongamos una tasa de plusvalía igual para todas las empresas. Digamos que la tasa de ganancia (pl/c+v) corre a inversa de la productividad de la mano de obra.
Así, pues, llamamos menos productiva a una la mano de obra que tenga una composición orgánica menor que otras. En general, también llamamos productividad la creación de plusvalía, pero, sólo cuando esta guarda relación con su grado de tecnificación, en verdad, esa mano de obra resulta más o menos productiva.
Las empresas de composición mayor suelen ofrecer una menor tasa de ganancia al disponer proporcionalmente de menos mano de obra, y las de menor composición, ofrecen una mayor tasa de ganancia al disponer proporcionalmente de más mano de obra, y, de hecho, al producir más plusvalía.
[1] Véase la leyenda cretense de Minos, Dédalo e Ícaro.