La mercancía es el nombre de los bienes útiles en general que por excelencia se producen bajo condiciones capitalistas y están destinadas al mercado y no al consumidor final.
A pesar de que al consumidor final le interesan las mercancías sólo por sus valores de uso, el principal beneficiario de aquéllas son los dueños de los medios de producción, los capitalistas y terratenientes.
Como quiera que tales medios de producción resultarían inservibles sin la mano de obra de los asalariados, los fabricantes se ven obligados a su contratación, y como no pueden compartir la propiedad de esos medios de produccion ni la de las mercancías elaboradas por la mano de obra, al fabricante le queda la opción de reconocerles una paga a sus trabajadores, un salario, para lo cual usa el dinero.
Este dinero es sólo un valor de cambio universal, sea en monedas de papel o de algún metal. Esta es la razón por la cual la devaluación del dinero sólo afecta al trabajador ya que los fabricantes y distribuidores (comerciantes) siguen poseyendo los valores de uso de las mercancías que se hallan en sus depósitos y almacenes, y en los inventarios comerciales.
Precisamente, aparte de razones de obsolescencia, las mercancías conservan su valor de uso lo que significa que las devaluaciones son del valor de cambio y, no de los valores de uso. Ejemplo, un kg de queso llanero que antes de la presente inflación estuvo al alcance los pobres quienes, si bien no podían comprar por kilo, lo hacían por gramos, digamos, unos 50 g.
Con ese dinero, el trabajador debe adquirir las mercancías que necesite y justo por el valor o monto de dicho salario; como este suele devaluarse, pierde parte de su salario en el mercado donde fabricantes y comerciantes ganan y ganan. En inflación, como la actual, el trabajador pierde su salario, sus ahorros previos, su paciencia, su bienestar y su aprecio por los gobernantes que no se atrevan a resolverle tremendo problema.
