Cualquier renuncia o queja ofrecida por el patrono en materia de mejoras para el trabajador surgen porque se trataría nuevos desembolsos de capital los cuales posiblemente no todos los patronos puedan disponer.
Ahora bien, esos desembolsos laborales son asimilados a costes de producción y como tales también devengarán una ganancia, sólo que podrían bajar la tasa de ganancia en caso de que los asalariados no mejoren su productividad y, por ejemplo, sigan necesitando el mismo tiempo para reponer sus salarios más todas esas alícuotas por conceptos de reivindicaciones varias.
Es lo que ocurre con la maquinización que busca incrementar la productividad del trabajador: si antes reponía su salario en una hora, con máquinas posiblemente lo haga en 1/2 hora, pongamos por caso, lo que significa que se incrementa la plusvalía relativa, lo cual se traduce en mayores ganancias para el patrono, pero, y esto es lo contradictorio: el costeo de esa máquina es cargado al costo de produccion y como tal termina siendo pagado por los consumidores finales.
De manera que los consumidores finales pagan los costes de maquinarias y afines, pero el capitalista sigue fungiendo de propietario privado y esa propiedad la viene usando para justificar su ganancia.
De resultas, las botas, los uniformes, los dispensadores de agua potable y los recolectores de aguas servidas, las horas de descanso, el acondicionamiento del ambiente para hacerlo más saludable, el empleo de máquinas que suavizan la labor del salariado, todo eso, como costes, son capital adelantado por el patrono, razón por la cual serán los consumidores los que costearán todas esas mejoras reivindicativas.