Acabemos con el menoreo

Es falso que el comercio agrega valor porque acerca las mercancías al consumidor, en un plano de igualdad con el transporte. Bueno, distribuir las mercancías, levarlas de un sitio a otro, al mercado, emplea trabajadores que perfectamente pudieran ser asalariados, y en tal caso, sí habría creación de valor.

Pero estamos hablando de los comerciantes tanto distribuidores mayoristas como detallistas.

En un principio, los propios fabricantes tenían sus propios expendios al consumidor. Por su puesto, la necesidad de ampliación de los mercados delegó parte del capital en funciones de distribución al por mayor, y como así se acerca la mercancía al consumidor esa función distributiva crear valor, y en tal sentido mayoristas y detallistas pasan la prueba.

No obstante, tanto el mayorista como el detallista pasan a ser capitalistas en su escala correspondiente. Pero, hay una marcada diferencia entre un mayorista y un detallista: aquel se haya siempre lejos del consumidor final, no gurda relación social alguna con vecinos, con los amiguitos de sus hijos, con esos vecinos con quienes creció su propia familia, y este sí es el caso de los menoristas.

No se entiende hasta qué punto este detallista se despersonaliza ante sus vecinos, ante los amiguitos de sus hijos y nietos, al punto de que con una descarada frialdad se mete a comerciante, a vivir de esos vecinos, a especularlo, a explotarlos de lo lindo.

Es que coger del inventario una mercancía y ponerla en el mostrador de su comercio no marca ningún esfuerzo creativo de valor.

Esas mismas funciones la vive haciendo a diario cada vecino de ese bodeguero cuando informa la hora a quien se la pregunta, a quien auxilia con la sobrecarga cuando le toca ir por la misma ruta a su trabajo o para a realizar cualquier diligencia familiar.

Los mayoristas pudieran convertirse en detallistas directos; bastaría con dotarse del transporte y personal necesario que garantice la entrega oportuna de los pedidos de ese inmenso mercado que ese les abriría de inmediato.

Tómese como ejemplo los grandes supermercados, suerte de mayoristas con funciones detallistas.

Tómese en cuenta que mientras menor sea el capital empleado en la distribución mayor es la avidez de enriquecimiento fácil que se le abre a estos tremendos especuladores y miserables "vecinos" metidos a comerciantes.

Cuenta la Biblia que Jesús los sacó a chaparrazo limpio de las puertas de las iglesias.

30/06/2018 04:40:28 p.m.



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Manuel C. Martínez


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