La situación agraria y su crisis permanente de pobreza, miseria, exclusión y desigualdad, fue dibujada magistralmente por el maestro Rómulo Gallegos en la novela "Doña Bárbara". Hay literatura que el ser humano debe leer más de una vez, porque la maestría en esa novela consiste en emitir sabiduría en la medida en que cambian los tiempos. Le invito a hacerlo, pues usted demuestra en sus programas que es un hombre que lee y le gusta analizar lo que lee.
Mi interpretación a gran visión de Doña Bárbara, me la dio por cierto el Comandante Chávez, cuando pleno de emoción, que electrizó a miles de apureños, dijo querer morir y encontrarse con el fantasma de Lorenzo Barquero…allá en las sabanas de Elorza, cuando el rio Arauca se vuelve enteramente apureño, desde Las Montañitas –frontera colombiana- hasta el anchuroso Orinoco, en la sabana de Las Peonías.
Tres personajes: Santos Luzardo, Mister Danger y Lorenzo Barquero, giran en torno a dos mujeres bellas, madre e hija, Doña Barbara y Marisela. Sustituyendo personajes por ideas, se me ocurre que Santos Luzardo representa al capitalista empresario venezolano, producto de la "siembra del petróleo", ocurrencia del andino Alberto Adriani, pero confiscada sin aviso y sin protesto por un adalid de la derecha tramposa venezolana, Arturo Uslar Pietri. Usted no oculta su identidad con este personaje galleguiano, adeco y pro norteamericano.
Mister Danger, representa obviamente, el imperio norteamericano, el de las cábrias y oleoductos, el de los contratos de exploración sobre los tres millones de hectáreas de tierras venezolanas concedidos por Juan Vicente Gómez para sacar el petróleo que enriqueció a las "siete hermanas" trasnacionales propiedad de los norteamericanos, Rokefeller, Mellon, Morgan, denunciadas mil veces por Pío Gil, Salvador Dela Plaza, Jose Antonio Mayobre que pagaron con la cárcel gomecista por decir verdades respecto al saqueo histórico del petróleo venezolano. La verdad única e inocultable, el imperio y sus cachorros venezolanos, expropiaron a los trabajadores del campo, quienes fueron reducidos a sus conucos para sobrevivir o irse a la ciudad o a un campo petrolero, para hacer playa y conseguir algún mendrugo de lo que eufemísticamente se le llama hoy el "rentismo". Allí acabó, la Venezuela agraria y usted recibió el encargo de devolvérsela a su legítimo dueño, el pueblo venezolano, el campesino que sabe trabajarla, que sabe preñarla para dar al pueblo los frutos de la vida.
Lorenzo Barquero, el prototipo del hombre bueno, honesto, trabajador, del veguero y el peón de sabana, del cabestrero, del María Nieves para dirigir una punta de ganado a cruzar un rio turbulento de aguas profundas, del verdadero creador de riquezas, de alimentos…aquel que preñó a la bella Doña Bárbara, expresión simbólica de la Venezuela republicana, indómita y tirana, cruel y despiadada para defender lo que es suyo, pero de su vientre nació Marisela, una hembra de descomunal y cautivadora hermosura, la Venezuela de hoy.
Chávez alió su vida a Lorenzo Barquero y seguramente se encontró con su fantasma, en la Estacada, en la "Y" de Mantecal, para irse juntos a Barranco Yopal, al encuentro con los fantasmas de carne y hueso, la etnia cuiva, sobrevivientes de 500 años de esclavitud.
Rectificar es de revolucionarios, si reconocemos el camino erróneo…estamos a tiempo.
Cuando el kilo de café supera cuatro salarios integrales, resulta verdaderamente un desastre su gestión como responsable de la soberanía alimentaria de Venezuela. Tomo el café como ejemplo, porque se algo más de este rubro agrícola, que tomarlo todos los días, como lo hacen millones de venezolanos en Venezuela. Acaso usted se hace el loco, al pagar de su bolsillo, un millón doscientos mil bolívares por una taza de café con leche…yo no puedo hacerme la vista gorda, porque con usted, se acumula un fracaso histórico de políticas públicas en torno a esta bebida muy contradictoria, que el capitalismo debate…si es dañina o no a la salud de los seres humanos…nuestros ancestros dicen que no hace daño, en especial los tachirenses que alguna vez fueron una potencia mundial en producción de café, en un trajinar de esfuerzos colectivos desde que en 1786, en la hacienda La Tucarena, Gervasio Rubio sembró el primer cuartel de café, con semillas de la especie arábiga traídas de Brasil por misioneros franciscanos.
Fíjese la impronta histórica del café y del petróleo, desarrolladas por primera vez en Venezuela en tierras del municipio Junín en lo que antes fue la hacienda La Tucarena, hoy florece a Universidad Pedagógica Experimental Libertador y mas allá, a pocos kilómetros se encuentra la hacienda La Alquitrana, donde por causa del terremoto de Cúcuta en 1875, brotó de las entrañas de la tierra, el petróleo que luego sería por primera vez, acaso entre las primeras del mundo, refinado por la empresa La Petrolea del Táchira hasta el año 1932, cuando fue avasallada y destruida por la trasnacional Shell Caribbean, mediante el brazo ejecutor de Juan Vicente Gómez, por cruel ironía de la historia tachirense.
El café tachirense, ocupó un lugar internacional durante por lo menos 80 años, según registros de cuidadosas cuentas llevadas por contabilistas alemanes de la casa "Steinfor". Durante casi un siglo, millones de sacos de café en verde salieron rumbo a Hamburgo, Alemania. Al café tachirense lo acabó el capitalismo a partir de 1932, curiosamente también el año del fin de la era petrolera tachirense, pues la empresa La Petrólea del Táchira cerró sus puertas bajo la bota militar del entonces Presidente del Táchira Eustoquio Gómez.
De las 62.000 hectáreas cultivadas por 8.000 familias tachirenses y 620.000 arrobas de café en verde, en una sola cosecha anual, que iba de septiembre a enero del año siguiente, para comenzar el nuevo ciclo, la "rosa y el paleo", esperar la floración con las lluvias. Hoy encontramos cafetales abandonados en cualquiera de las 29 capitales de los municipios. Con la crisis perenne, esa cosecha anual de café empezó a irse a Colombia, incluso hoy pasa contrabandeado en verde, tostado y molido, para luego venderse al exterior como "Excelso Café Colombiano".
Usted ha emprendido una nueva fase de endeudamiento de Venezuela, al solicitar a la ONUDI asistencia técnica para invertir en café y cacao como si el pueblo venezolano no supiera cultivar…Para Usted, no sirven para nada el INIA, las once estaciones experimentales de café, ubicadas en la once regiones cafetaleras del país, a partir de un hecho, son distintos los cafetales de Paria, a los de Rubio, a los de Biscucuy, etc. Numerosos cultivadores, ingenieros, prácticos, así lo han comprobado en cada uno de esos centros de investigación, hoy inactivos e inútiles. Pareciera tampoco importarle los centenares de campesinos harapientos y famélicos que hoy, 17 de julio de 2018, intentan a Miraflores sus legítimos derechos.
Venezuela no merece esta suerte de nueva dependencia, traída por Usted, negador del legado del Presidente Chávez. Hágase a un lado Sr. Ministro. Deje de darle dádivas al imperio.