Documento No. 6
25 de julio 2018
Han pasado más de dos meses desde el triunfo electoral del candidato Maduro y no vemos gestión efectiva alguna de gobierno. A pesar de las fuertes diferencias con el gobierno de más de 5 años del Presidente Maduro, reconocimos los resultados del 20 de mayo y aceptamos el diálogo anunciado públicamente por el propio Presidente, lo aceptamos sin condicionarlo, y sin embargo el gobierno, seguramente temeroso de nuestras posiciones críticas, no complacientes, prefirió prescindir de nuestra posición constructiva en función del bienestar del país.
A pesar de ello seguimos abiertos al diálogo, seguimos cuestionando la intromisión de la OEA, de los Estados Unidos y de la Unión Europea, al igual que la imposición de sanciones económicas que le hacen más daño al pueblo, que al gobierno. Creemos en un diálogo auténtico, no un diálogo en apariencia al cual los sectores productivos asisten obligados y condicionados por la relación de dependencia que existe con el gobierno, como único importador y proveedor de materias primas e insumos para la agricultura y la industria.
Lo que hemos querido decirle al Presidente Maduro no está muy alejado de lo que algunos dirigentes de relieve del PSUV, hoy bastante marginados o en entredicho, también han señalado. Nos referimos, por ejemplo, a recientes declaraciones públicas de los ex Ministros y economistas Rodrigo Cabezas o Jesús Farías, o la ex – Gobernadora Antonia Muñoz. Al igual que de otros economistas venezolanos como Manuel Sutherland. El primero de los nombrados ha dicho, con absoluta razón, que "no ha habido una conducción profesional de la política económica". Ciertamente es así. La inopia en ideas y propuestas para salir de la crisis es total. Esta incapacidad intelectual es propia de la soberbia, del desorden, de la improvisación y del desprecio más absoluto hacia el valor del conocimiento y del trabajo. Se prefiere escuchar a economistas panfletarios como Pasqualina Curcio Curcio, cuyo descaro intelectual nos obliga a citarla, que a personas que pretendemos hacerle aportes constructivos al país.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido que ninguna política económica es posible sin equilibrios macroeconómicos. Que no tiene sentido alguno buscar acuerdos en torno a los costos de producción, como se busca hacer inútilmente con el Plan 50 Rubros, cuando tenemos una hiperinflación que hace que dichos costos varíen casi diariamente y cuya mayor responsabilidad recae en las erráticas políticas económicas o en la ausencia de ellas, cuando el déficit fiscal es de más de 16% del PIB y se financia con emisión de dinero inorgánico, cuando no hay ningún tipo de estabilidad cambiaria y la moneda está altamente sobrevaluada, cuando el país no produce nada o cada vez produce menos.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido, que existe un instrumento interesante como la Ley de Mercadeo Agrícola (diciembre 2002), del primer período dl Presidente Chávez, que establece la conformación de Juntas Nacionales Agrícolas, por rubro, como instancias para la coordinación y la concertación de las cadenas agroproductivas, instancias olvidadas que deberían restablecerse y que serían más efectivas que las supuestas jornadas de trabajo, de clara intención mediática, signadas por la amenaza, que suele hacer el gobierno.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido que el Frente Francisco de Miranda no tiene la capacidad técnica o gerencial para coordinar la reestructuración de las casi 700 empresas del estado, ni tampoco la tiene el Comando para el Abastecimiento Seguro de 18 rubros esenciales, de Generales o altos oficiales de las FANB, para llevar adelante, con éxito, la tarea asignada. Que las Mesas Estratégicas de Servicios Públicos, Productividad y Vivienda conformada por ministros, gobernadores y protectores de los estados, y las mesas técnicas comunitarias – de electricidad, de agua, de recolección de residuos sólidos, transporte, etc. – no pueden resolver problemas que son fundamentalmente estructurales, que requieren grandes inversiones y financiamiento, y un abordaje técnico o científico. Y que no se pueden seguir obviando los efectos devastadores de la significativa variable de la corrupción y de los intereses de grupo.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido, que nuestra agricultura producía hace 10 años el 70% de los alimentos que consumíamos y hoy tan sólo el 25%. Que cuando llega la época de siembra no hay la suficiente dotación de semillas, fertilizantes y agroquímicos acopiados, que la distribución de estos insumos está en manos del gobierno y algunos, como los fertilizantes – por ejemplo, la úrea y el NPK – son fabricados por PEQUIVEN y sin embargo no llegan al productor de manera suficiente, oportuna y supervisada. Que no se puede producir si no hay servicios adecuados – vialidad agrícola, electrificación, suministro de diésel, aceite, gasolina o gas – si el 85% de la maquinaria agrícola es obsoleta y no hay repuestos, si no hay soluciones efectivas para la inseguridad en el campo.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido, que la planificación en la agricultura es fundamental, que sólo se puede lograr su recuperación y su crecimiento efectivo en el mediano plazo, con mucha investigación y organización. Que son indispensables las estadísticas de producción y productividad que orienten las políticas públicas. Que hoy se encuentran afectados el sistema de producción primaria, el sistema industrial de acondicionamiento o procesamiento del producto agrícola, el sistema de producción o distribución de insumos agrícolas, el sistema de infraestructura agrícola, el sistema de financiamiento, el sistema de comercialización, el sistema de transporte, la cadena de frío, entre otros.
Y más en específico…
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido, que analice cómo ha decaído la agricultura vegetal (cereales, hortalizas, etc.) o la producción agrícola animal (pollos, cerdo, huevos) que es altamente dependiente de la intervención del estado (importaciones de alimentos balanceados, insumos agrícolas, etc.) mientras que la ganadería doble propósito, carne de res y leche, genéticamente adaptada al trópico, que depende del trabajo de más de 200 mil pequeños o medianas fincas, y que no controla el estado, se mantiene en mejores condiciones.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido que PEQUIVEN no tenía sacos para ensacar la urea y que, al despacharla a granel, y al hacer contacto con la humedad se disuelve y pierde parte de sus propiedades.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido que muchas empresas no trabajan a plena capacidad de producción porque faltan las materias primas o insumos que importa el gobierno, o si estas no faltan, escasean las tapas, los frascos o las botellas, o las resinas PET para fabricar estas últimas o cualquier otro insumo.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido, que varias empresas tienen plantas de emergencia, para suplir las fallas eléctricas, pero que es difícil conseguir el diésel y no pueden ser puestas en funcionamiento.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido, que el éxodo de personal calificado y el ausentismo laboral por la falta de transporte público se ha vuelto un problema creciente para las empresas.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido que Venezuela importa, para las cajas CLAP, leche entera en polvo de muy baja calidad de México, que es un país que no se autoabastece en leche, sino que es, más bien, el segundo importador mundial de leche. Que esa leche México la importa en más de un 95% de los Estados Unidos (vía TLC). Que el comprador venezolano exige y demanda un "bajo precio", en desmedro absoluto e irresponsable de la "calidad", y a sabiendas que esa leche mala la consumen los niños venezolanos.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro y no hemos podido que tenemos información que se están produciendo en Venezuela quesos "análogos", que son quesos fabricados desde proteínas y grasas vegetales (en lugar de proteínas y grasas animales de la leche), de menor contenido nutricional y que eso se hace para obtener un mayor lucro, en desmedro del consumidor venezolano. Y que esa falta de vigilancia y control sanitario de los alimentos requiere de la atención urgente del gobierno.
Hubiésemos querido decirle al Presidente Maduro estas y muchas cosas más, y no hemos podido. Que el desarrollo económico de un país es producto de miles de detalles, que no admite la improvisación, ni el desorden, ni la incapacidad. Y hubiésemos querido hablarle también del tema de los hospitales públicos, de la deserción escolar, del éxodo de venezolanos, del transporte. Y hubiésemos querido aportar ideas para enfrentar la grave crisis actual y salir de ella.