Iba muy bien entonado, leyendo lo normal de Pascualina Curcio. Todo normal y lógicas las preguntas que se formularon, casi como abreboca de su artículo: “Lo normal es lo "ampliamente aceptado", es lo conocido, lo habitual, lo ordinario, aunque nos guste o no, aunque lo consideremos justo o no. Ante tamaña responsabilidad la pregunta que debemos hacernos es ¿por qué es esa y no otra la normalidad que caracteriza hoy al mundo? ¿A quién beneficia esa normalidad de hoy y por lo tanto quiénes son los que deciden lo que es normal y lo que no lo es? ¿Cómo han logrado convencernos de esa normalidad? ¿Lo que se considera normal hoy es lo apropiado para los 7.500 millones de seres que habitamos este planeta? ¿Qué debe ser cambiado? “https://www.aporrea.org/
Luego de estas preguntas, Pascualina se mete normalmente en el mundo de la “normalidad” con comillas, que es una manera de calificar esta normalidad como una anormalidad. Cuestiona Pascualina, lo “normal” de 820 millones de personas que viven con la papa insegura. Cuestiona “lo normal” de 12.000 personas que mueren diariamente de hambre, como una consecuencia de la pandemia. Se fue lejos Pascualina, patinando con la normal hambruna de aquí y la realidad de un salario para mantener esta hambruna. ¿Casual este “olvido"?
Es anormal, desde la óptica de Pascualina, que el 1% de la población del mundo se apropie del 82% de toda la producción mundial. No deja de tener razón Pascualina, pues esto que ya se deja ver como algo normal, es el centro del proceso que tiene bajo un fuerte sufrimiento a la humanidad en estos momentos y también en los momentos anteriores. No tenía que irse tan lejos Pascualina.
Bueno después de cuestionar lo “normal” de este mundo, que se vuelve efectivamente anormal e injusto, Pascualina se pronuncia por un mundo de iguales y donde se respeten los derechos de los pueblos. Ese es el mundo posible a construir. Siento plena identificación con esta idea. Un mundo por construir con una fuerza que lo sustente y un nuevas normas internacionales
Iba bien, pero repentinamente, Pascualina sufre una especie de corto circuito y uno queda como en show. Dice Pascualina Curcio:
“Un mundo en el que las normas internacionales sean por todos respetadas y cumplidas”
¿Cuáles normas? ¿Las que se tienen? ¿Estas normas no fueron preparadas a la medida para quitarle el derecho a los pueblos?. Además, no es un asunto estrictamente de normas para aceptarlas y cumplirlas. El problema es otro. Nosotros tenemos la norma de democracia participativa y tenemos también un TSJ podando a los partidos políticos?
Pero no es este el asunto más agudo de este artículo que escribió recientemente Pascualina Curcio. No sé si cabe en esta consideración, la expresión: Muy abajo de lo que se dice está lo que se piensa realmente. En este artículo y el anterior, Pascualina cambie de paisaje y no la veo reflexionando fortuita o casualmente. Pascualina abandona (por ahora) la realidad venezolana y decide volar lejos. Emigra como una golondrina porque así, hace suya el instinto de esta curiosa ave, que naturalmente es leal. Reflexionado sobre lo “normal” del mundo que nos luce muy distante, Pascualina nos distrae y nos saca de esta realidad. Es una manera de Pascualina ser leal, con lo injusto de acá que no cae en el campo de su “normal”. Lo “normal” o anormal está muy lejos de nosotros, según esta aparente reflexión inofensiva.
“Lo "normal" es que, por ejemplo, las mujeres y niñas del mundo dediquen 12.500 millones de horas diarias a realizar actividades como el cuidado de niños y niñas, personas mayores, enfermas o discapacitadas, además de tareas domésticas como cocinar, lavar o ir a buscar agua o leña, sin que estas sean reconocidas como valor agregado a la economía y mucho menos remuneradas”.
Se le olvidó a Pascualina, que en Venezuela la viceministra de Gas sugirió que era muy bueno volver a la leña y al fogón, como lo hicieron nuestras abuelas. “olvido” Pascualina, recientemente una destacada humorista de la “revolución” sugiero de lo bueno que era el fogón.
Este vuelo de Pascualina hacia un mundo lejos sin coordenadas, no es fortuito ni casual. Pascualina si saber o conociendo el hecho, hace el papel de las oscuras golondrinas y nos sugiere, que toda las injusticias y desigualdades son de allá y muy lejos aquí. La necesidad ahora, es el amor para siempre a un proyecto que ya no nos representa, pero que debemos seguir. Pascualina con este volar a realidades no definidas pero lejos muy lejos, ata o entrelaza como lo hace la madre selva en Bécquer.
A Pascualina le preocupa la “normalidad” del mundo. En esta reflexión se les escapó de las manos, lo “normal” en “socialismo” de la eliminación de la contratación colectiva y la dolarización. Es “normal” en Venezuela que se hayan eliminado las contratación colectiva.
Va haciendo “normal” en Venezuela que la constitución quede sin efecto y que los partidos políticos sean un capricho. Es normal. Lo “normal” con comillas está lejos. Muy lejos.