La mano invisibles del mercado

Tanto hablaron de ella, la teorizaron, los economistas la manosearon tanto que la llevaron a la academia. Adam Smith, era citado y recontracitado, emulándolo para justificar la bondad, de esa mano, que como una especie de fantasma Gasparín lo controlaba todo, lo regulaba todo, todo lo ponía en orden, pero justificaba también el desorden (Dejen hacer, dejen pasar).

La pobreza y la miseria, la desigualdad que generaba el sistema, eran tema colaterales, y si poníamos un poco de paciencia y medrábamos en busca de soluciones, sólo había que esperar que La Mano Invisible del Mercado, casi que en forma mágica los resolviera.

Pero la tan nombrada y aplicada mano invisible en los países que más la alabaron y consintieron, parece que se les devuelve tal bumerán, no invisible, sino, ahora, perfectamente visible.

La Mano Invisible, cambio de prestidigitador y ahora no regula, ni ordena el mercado, no, ahora, se aferra al cuello de los que la convirtieron en esa especie de Hada Madrina que con su varillita y poderes mágicos lo arreglaba todo.

De repente la Mano Invisible se descontroló y los precios subieron y continúan subiendo en economías donde su ufanaban de que sus poderes podían apaciguar los vientos inflacionarios y desviarlos hacia otras latitudes de no creyentes de sus poderes mágicos. La inflación, ahora, sin mano que la controle toca las puertas de los académicos, de altos ejecutivos y sobre todo de los sectores más sensibles de esas sociedades que se ufanaban del confort, que invisibilizados, ahora, por la crisis, son visibles en las protestas y quejas que aumentan progresivamente.

El mercado se trastocó de tal manera, que La Mano Invisible, que llegó a tener altos rangos académicos, ahora se parece más a la denominada Mano Pelúa, presente en los que ellos catalogaban como países Tercermundistas y otros más caballerosamente llamaban, países en Vías de Desarrollo.

La Mano Invisible del Mercado, ahora como cualquier Mano Pelúa, ordinaria, no puede impedir, que las calles de importantes ciudades, donde se le endioso, pueda resolver que miles de ciudadanos duerman en carpas improvisadas, sin que sus necesidades básicas estén cubiertas, deambulen drogados como zombis, ni tampoco puede impedir que hurguen en la basura en busca de desechos que les puedan servir para saciar el hambre.

Desde las alturas, viendo esta cruenta realidad, pero impotentes por resolverlas, los ejecutivos, tienen que acudir, a algunas medidas no tan académicas, pero en fin, son lo que llamamos en el Tercer Mundo, un resuelve: llevan por ejemplo, a nivel de status jurídico, cosas como por ejemplo, el Derecho a dormir en el carro. Ante la imposibilidad de resolver el problema de la vivienda, ahora dormir en el carro constituye allá, por norte, donde se hablaba del sueño americano, donde los ciudadanos que carecen de una vivienda, pueden estar tranquilos, ahora, porque su Presidente, les otorga el derecho a dormir en el carro, y que el sueño americano que ahora es una pesadilla, pueda ser soportado en cuatro ruedas.

Ahora, apreciamos como hasta en los servicios públicos, La Mano Invisible del Mercado parece inoperante, sube el precio de la Luz, del Gas, aumentan los impuestos y de acuerdo a las recomendaciones de algunos encumbrados funcionarios con rango ministerial, de algunos países, hasta el agua debe ser racionada. Si antes se bañaban poco, ahora se bañaran menos y el llamado baño europeo, muy comentando y llevado hasta el bullyng en nuestros países, donde sobra el agua, será obligatorio. Cara, sobacos y partes íntimas, es el baño recomendado por las autoridades ambientales. Eso sí, mucho perfume para camuflar la hedentina.

La Gasolina, que antes La Mano Invisible del Mercado, controlaba superficialmente, porque la verdad, es que la mantenían a precio estándar, porque se la robaban a otros países o la pagaban a precio de gallina flaca, se le escapó a la bendita mano y ahora, La Mano Pelúa, hace de la suyas, sube sus precios, a veces escasea y deben hacer cola para adquirirla y los agarra por el cuello al punto de asfixia.

La verdad es que la metafórica Mano Invisible del Mercado, ha perdido al parecer sus poderes mágicos. Ya no pueden explicarse como los otrora beneficios que se derivaban de su poder, se esfuman ante la mirada incrédula de los teóricos, que leen y releen, sus viejas fichas, se les cansa la vista y no logran entender como la Biblia Smithniana, en ninguno de sus capítulos, salmos y versículos da explicación a la hecatombe.

La crisis los está llevando a recordar y acariciar a Malthus. Ya en el 2012 un Informe del FMI, titulado "Estabilidad Financiera Mundial", señala: " que las implicaciones financieras de que la gente viva más de lo esperado son muy grandes). Ni David Ricardo y Stuart Mill, les dan tampoco respuestas a la crisis. Mientras tanto el Libre Mercado, se les ha convertido en un verdadero Mercando Libre, sin control y a la deriva.

Pero frente a la escalada inflacionaria y sus consecuencias, hay algo positivo, los derechos civiles en los países que hicieron suya La Mano Invisible del Mercado, serán ampliados. Nuevos derechos civiles surgen: El Derecho a Dormir en el Carro, El Derecho a Hurgar en la Basura, El Derecho a Vivir en Carpas en las calles y frente a hoteles de lujo, El Derecho a Robar Gasolina, El Derecho a no bañarse o bañarse en pareja para ahorrar agua, El derecho a morirse de hambre si no tienes Tarjeta de Crédito solvente; El derecho a morirse de frio en las calles por falta de calefacción, El Derecho a drogarse con la Marihuana Medicinal para evadir las frustraciones y no saber ni en qué país estas, el Derecho de caminar por el Paseo de la Fama en Hollywood, Los Ángeles, y recordar cómo se les esfumó en el vapor de la fantasía el Sueño Americano. Sólo continuará prohibido y se reprimirá en forma severa y ejemplarizante, El Derecho de Arrecharse.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1660 veces.



Jesús Sotillo Bolívar

Docente en la UCV

 jesussotillo45@gmail.com

Visite el perfil de Jesús Sotillo Bolívar para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Jesús Sotillo Bolívar

Jesús Sotillo Bolívar

Más artículos de este autor