Debo expresar que de manera constante desde hace más de 40 años hago mercado semanalmente. Por tanto, quiero comenzar y terminar este editorial con dos dichos que reaparecen cada vez que los precios de los alimentos suben y suben y nadie los frena. Uno sirve de inicio de esta narrativa y lo escuche muchas veces en Cuarta República y como slogan ha sido utilzado en campañas electorales, el otro lo retomaré como colofón.
En ese sentido, hoy en mi cotidianidad de compra de los alimentos escuche a varias amas de casa expresar a viva voz "ESTO SE LA LLEVÓ QUIEN LO TRAJO." Razonable la expresión en el momento actual. La inflación sigue avanzando y por los vientos que soplan el gobierno no da pie con bola para mantenerla a raya o bien para hacerla retroceder. Cada día que pasa la espiral inflacionaria en ascenso continua.
Cabe considerar que después de vivir la experiencia como demandante de productos , el dia de hoy, cuando acudí al mercado a comprar los alimentos necesarios para la semana estoy convenido que el indice de Precio al Consumidor-IPC superará la barrera de inflación mensual, con relación al mes de octubre, con un poco más del 30 % en noviembre y tal vez se convierta en la variación mensual más alto del año 2022.
Debo señalar, que en el dia de hoy no sólo sentí otra vez la inflación en carne propia, sino que indague a los expendedores de alimentos del mercado donde hago mis compras y detecte varios datos que se desprenden de la relación entre oferente y demandante en el proceso de la microeconomía:
El primero, relacionado con el aumento de los precios que dan como dato empírico un movimiento al alza del 35% de inflación en la mayoría de los renglones alimentarios que los venezolanos requieren para su alimentación finalizando noviembre. Carnes rojas y blancas, verduras y hortalizas, cereales, frutas, alimentos cocidos, entre otros, casi inaccesibles para los demandantes con dos tres o cuatro salarios mínimos. Vi otra vez gente comprando una cebolla, tres ajíes, cuatro papas, medio kilo huesos y patas de pollo, dos plátanos, un compuesto, hueso banco y hueso rojo, un rollito de papel higienico, de 200 hojas, entre otros. Así están las cosas.
El segundo, vinculado con la oferta y la demanda, en mis conversaciones con los vendedores observé que como resultado de la hiperinflación que amenaza nuevamente a la economía nacional, ha bajado bruscamente la demanda en un promerio de un 30 %, según los datos recabados.
Tercero, observé un elemento subjetivo ante la poca capacidad de compra con un salario mínimo, que finalizando noviembre, se ha devaluado en un 57.10 % en comparación con el mes de marzo y se la colocado en 11.86 dólares, que está originando una dicotomía entre la esperanza y la resignación, entre el silencio y el miedo, que detiene al consumidor a expresar el malestar por la situación que atraviesa la economía familiar.
Cuarto, el dato relacionado con el comentario de un amigo que me expresó que la inflación comentada es producto del bloqueo. Análisis simplista y muy corto, que trata de ocultar la realidad inflacionaria, las devaluaciones permanentes del Bolívar y del salario miserable que perciben los trabajadores venezolanos. Debo agregar que la inflación en Cuba, un país asediado y bloqueado desde hace 60 años, en el primer semestre del 2022 ha sido del 13,4 % y en ese mismo periodo en Venezuela se elevó al 62 %. Sin duda la inflación viene recorriendo el país, desde el 2012, la cual cerró en 21 % y comenzó a crecer sin que nadie la detenga a partir del 2013.
Los datos del BCV son evidentes. Para mejor visualización tomaré cuatro años distintos como ejemplos. Por consiguiente, tenemos que en el año 2013 la inflación cerró en 40 %, en el 2016 en 254.95 %, en el 2018 en 130.060 % y en 2022 ya va por 173 %. Para mejor apreciación de ese fenómeno es necesario revisar las distintas devaluaciones que ha sufrido el bolívar con los cuatro conos monetarios puestos en vigencia por el BCV: Bolívar, Bolívar Fuerte, Bolívar Soberano y Bolívar Digital. Desde el 2007 hasta el 2022, con las llamada reconverción monetaria, se han eliminado al bolívar 14 ceros.
Por lo demás, todo parece indicar que ese proceso inflacionario, a pesar de un crecimiento económico leve (y me perdonan el pesimismo) seguirá afectando por mucho tiempo el bolsillo de los consumidores que viven de un salario. En fin, así como comencé este editorial con un dicho popular, lo terminó con otro refrán que dice: QUIEN DE ESPERANZA VIVE, DE HAMBRE MUERE"