La inflación en Estados Unidos alcanzó un preocupante 3 % en enero de 2025, alejándose de la meta de 2 % fijada por la Reserva Federal (FED). En medio de tensiones comerciales y un déficit histórico, Donald Trump despliega una estrategia audaz: recortar gastos, negociar la paz global y apostar por el petróleo como antídoto inflacionario. Pero, ¿será suficiente?
Inflación y tasas de interés: Un desafío para Trump
La inflación de 3 % registrada la semana pasada marca el dato más alto en siete meses, alejándose del objetivo de 2 % de la FED. Este indicador llega en un momento crítico para la administración Trump, que mantiene las tasas de interés en 4,50 % para evitar nuevos brotes inflacionarios. Sin embargo, el presidente no oculta su descontento y sigue presionando a la FED para que reduzca las tasas, argumentando que un ajuste monetario más flexible podría impulsar el crecimiento económico.
En medio de esta coyuntura, Trump tuvo que posponer la aplicación de aranceles, ahora programados para abril, tras el último dato inflacionario. Queda entendido que le teme a la inflación. Su política de impuestos a las importaciones, con tasas no vistas desde 1930, genera fricciones con socios comerciales clave en Occidente, además de China. Aunque el presidente insiste en que los aranceles son una herramienta para proteger la economía estadounidense, su implementación podría exacerbar la inflación y complicar los esfuerzos de la FED.
Recortes de gastos: La apuesta de Trump para reducir el déficit
Trump opta por una estrategia de recortes drásticos para enfrentar el déficit histórico del gobierno. Así trata de evitar de emitir más deuda que ronda 125 % del Producto Interno Bruto (PIB). Desde el desmantelamiento de la USAID hasta el despido de casi 10.000 empleados federales, el presidente está enviando un mensaje claro: la austeridad es prioridad. Incluso propuso recortar el gasto de Defensa en 50 %, siempre y cuando potencias como China y Rusia hagan lo mismo en un acuerdo de paz global.
El petróleo: La carta bajo la manga de Trump
Para Trump, el petróleo es clave en su estrategia antiinflacionaria. Al promover la paz entre Rusia y Ucrania, no solo busca reducir gastos militares, sino también estabilizar los precios del crudo. Un acuerdo global podría aumentar la producción y el comercio de petróleo, bajando los costos de combustibles y mitigando la inflación. Además, la alianza con países productores como Venezuela, donde Chevron ya planea aumentar el bombeo, refuerza esta apuesta.
Si Trump no logra reducir el déficit, se verá obligado a pedir al Congreso un aumento del techo de deuda, lo que podría afectar el mercado de bonos. Una mayor emisión de deuda haría caer los precios de los títulos y elevaría los rendimientos, presionando a la FED a mantener las tasas altas. Esto, a su vez, dificultaría los objetivos de crecimiento del presidente y aumentaría el riesgo de recesión.
Cooperación global: El talón de Aquiles de Trump
La estrategia de Trump depende en gran medida de la cooperación internacional, especialmente de los países productores de petróleo. Aunque la OPEP reporta que Venezuela alcanzó nuevamente el millón de barriles diarios, las negociaciones con estos actores son delicadas. El bombeo de crudo no solo es un factor económico, sino también geopolítico, y cualquier desacuerdo podría descarrilar los planes del presidente.
Trump enfrenta un desafío sin precedentes: controlar la inflación, reducir el déficit y evitar una recesión, todo mientras navega por aguas geopolíticas turbulentas. Su apuesta por el petróleo y la austeridad podría ser la fórmula para revitalizar la economía estadounidense, pero el éxito depende de una cooperación global que aún está por verse. En este juego de alto riesgo, una jugada en falso podría hacer añicos su promesa de "hacer América grande otra vez".
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