En la UDSur: A confesión de parte…

“Universidad Deportiva del Sur un refugio donde no hay fronteras, de Bolívar el sueño más grande, la unidad de la América entera”, así comienza el himno de la Universidad Deportiva del Sur (UDSur) en Cojedes, una casa de estudio que fue concebida para acoger dentro de sus paredes a estudiantes del mundo entero, parte de las realidades que el Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías orgullosamente planificó y desarrollo junto a sus asesores, inaugurándola en el 2006 con presencia de estudiantes internacionales y nacionales de 18 regiones, siendo la primera universidad que profesionalizaba el deporte en nuestro país.

Un sueño de Bolívar consagrado por Chávez con el nombre de “Universidad Iberoamericana del Deporte”, que en su primer año ya contaba con alumnos de 23 países de Nuestra América, formándose gracias a la cooperación de docentes de Cuba y Venezuela, mucho empuje gubernamental y el buen manejo administrativo. Las barreras por la diferencia de culturas, de idiomas, de religiones, de costumbres fueron eliminadas, cada día que pasó se sentía la integración entre ese grupo de jóvenes que vivieron lo que nuestros próceres imaginaron.

El año 2010, fue un gran año en esta institución universitaria, nos visitó Diego Armando Maradona, que junto al líder insustituible de esta Revolución, entregaron los primeros títulos a egresados de la Universidad Deportiva del Sur, nombre que se le asignó desde esa fecha, basado en la realidad de la institución. Así mismo le dimos la bienvenida a estudiantes de Gambia, abriendo las puertas al continente africano, y un año después se integraron jóvenes de Mozambique y Angola; además se les brindó oportunidad a las etnias originarias de los estados Bolívar y Amazonas. Aun el sueño de nuestros libertadores continuaba en ejecución, seguíamos el camino a la igualdad, la unión, el intercambio de saberes y culturas, a la justicia social, que no era exclusiva para los alumnos, esta llegaba a los trabajadores que hacían posible el afianzamiento de las bases revolucionarias del pueblo para el pueblo y las comunidades de la región llanera.
Ya han pasado ocho años desde la fundación de nuestra universidad, de la universidad que gracias a sus trabajadores está para los estudiantes, de personas que sin conocer a esos jóvenes le entregan su esfuerzo, para que tengan un futuro que darle a la patria y a sus hijos, de hombres y mujeres casados con la institución, que sin importar nada más, muestran cada momento su sentido de pertenencia y lucharan por mantenerla activa.

Pero así como hay leales, presenciamos como existen quienes sufren de sordera selectiva antes las dificultades, demuestran lo poco que le importan este logro de Chávez para los pueblos, que pisotean sueños, pasan sobre las leyes, que se olvidan del poder popular y utilizan los basamentos legales según su conveniencia, no resuelven problemáticas con soluciones en sus narices, esos quienes llevan las riendas desbocadas de un caballo brioso, incontrolable, que se les escapó de las manos, que el temor de conseguir mejores propuestas no les permite consultar al colectivo, obviando la orden del PUEBLO PARTICIPATIVO que emana la constitución.

Denigran a los trabajadores y los insultan creyéndose mejores, pisotean todos los días el plan de la patria, mienten cada vez con menos vergüenza, pretenden callar con amenazas a los que no comparten sus falsas, se olvidaron del ser humano y el sentimiento por el prójimo, cada decisión que involucra a los trabajadores los desmejora, se vanaglorian con logros de otros, que muestran orgullosos a quien visite nuestra casa de estudio, sin tener nada más que mostrar, en fin son más de la cuarta en instituciones Revolucionarias.

Señores trabajadores de la UDSur, hoy más que nunca debemos unir esfuerzos para conseguir nuestra meta y no es más que ser la mejor universidad del planeta, ya está demostrado la falta de apoyo con la que contamos, a confesión de parte relevo de pruebas. El Reglamento General será firmado si nos esforzamos como poder popular, pero unidos ganaremos la batalla, no es la primera ni será la última, pero para continuar forjando futuro debemos entrelazarnos y hacer una pared impenetrable.

La eficiencia de los ineficientes que dirigen alguna de las instituciones públicas, es directamente proporcional al cargo del funcionario que los visite.


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Igor Aranzazu


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