La Universidad Bolivariana de Venezuela en el texto y contexto de la tensión del panorama político

Escribir sobre la universidad como espacio privilegiado para tejer otras relaciones imponderables hoy en el contexto y caracterización del momento histórico que como país vivimos, nos exige releer la urdimbre organizacional que surge como instituciones y comunidades en la Venezuela contemporánea, así como los desafíos que en el plano epistémico-racional y ético-estético exigen las emergentes sociologías de la nueva dinámica del paisaje político que se comienza a dibujar.

Sentenciar que hay un ocaso de las universidades al estilo del amigo argentino, Roberto Follari (El Ocaso de la escuela), ya es común, tanto en quienes asumimos un pensamiento distinto al positivismo, academicismo y cientificismo arraigado en lógicas de confort medieval retraídas a nuestro siglo, como por quienes son en sus distintos matices portadores de pensamientos y teorías del mismo pozo de tan jurásico vector.

En Venezuela en la década de los ochenta del siglo pasado, ya autores y estudiosos como el Dr. Ernesto Mayz Vallenilla planteaba en El Ocaso de las Universidades (Tal cual su libro publicado en 1984),como lugar común la crítica al cláustro, al modelo, a las facultades, escuelas, etc. No obstante ello, la democracia burguesa perseguidora de los profesores(as) y estudiantes críticos, jamás permitieron un ápice de cambios en esa línea, al contrario vivimos un largo caminar, por ejemplo de retórica curricular reformista en todas las décadas del 60,70,80 y 90.

Poco podemos apreciar como logros desde gobiernos o desde el Estado de aquella época, que no fuesen allanamientos, irrespetos, pensamiento único de la burocracia del saber técnico, instrumental y ajeno a la pertinencia sociocultural y territorial, muy pocas universidades e institutos universitarios, de allí el experimento, quizás más importante fue la “creación” de universidades experimentales, mucho de retórica y de “amenazas” reformistas que no llegaron sino a eventos de regodeos que pudieron aportar, pero sólo en el plano de la órbita del registro, no como una política u ofensiva estratégica que permitiera poner a tono un país productivo en lo intelectual, técnico, humanístico, científico, en los saberes, la investigación, innovación, etc.

Más por el contrario, es desde la consecuencia de luchas y batallas emprendidas por movimientos, partidos, colectivos, frentes, centros de estudios y entusiasta actividad política que podríamos encontrar el giro necesario a las universidades. Es de recordar todo el engranaje que significó la llamada “Renovación Universitaria”, desde allí, 1972 quedó en mora la constituyente universitaria y al decir de J.R Nuñez Tenorio, ese movimiento (La Renovación Universitaria 1968-1972) “constituye el movimiento ideológico cultural más importante del siglo XX, que convocó el mayor número de personas en el mundo cultural, a lo largo de todo el país” para decir luego “Fue una gesta histórica inédita de la inteligencia nacional, que modificó todas las estructuras de la reproducción y creación del saber, con objetivos específicamente universitarios” 2009. ¿Qué ha pasado después?... Un ir y venir.

En este artículo no procuro pasearme por ese itinerante mundo del salir y regresar, no obstante ello, intentaré puntualizar para el contexto universitario de la Venezuela asediada por todos los demonios desatados desde el fundamentalismo neoliberal algunas urgencias:

Si bien tenemos una constitución que recoge en el campo de la educación y específicamente en la universitaria una filosofía y unas imágenes conceptuales que permiten innovar en teorías de quiebres para mutar de una educación y unas universidades atrasadas en términos de racionalidades y de praxis a prácticas reflexivas que dejan atrás “impotencias históricas” de las luchas que como la Renovación le dió sustantibilidad a la autonomía que hoy tenemos en el artículo 109 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. No obstante ello es necesario el debate de autonomía/soberanía que el sector negado a reconocer nuestra condición de pequeño género humano que decía Bolívar en su “Carta de Jamaica” y en su “Manifiesto” y que hoy cobra vigencia a la luz de las contradicciones y relaciones internacionales con influencia nacional se libra.

La autonomía no es un concepto aislado y fragmentado, ella está indisoluble a la soberanía y a la imagen de un país, una nación cada vez más integrada y articulada en patria grande, no puede ser entonces bandera para refugiarse en contra de la participación y el protagonismo como conceptos constitucionales, el lugar de la autonomía está en la participación y el protagonismo, en la consulta; así como el asiento de la soberanía está en la democracia, lo que no quieren aquellos(as) que empujaban a no reconocer la constitución de 1999, es que la autonomía reconocida sea la que está en la ley de universidades de 1970 que la limita a espacio de recinto y de espíritu domesticado en democracia del quehacer profesor-estudiante, nada de régimen de consulta intra y extra universitaria, “autonomía de mirarse ombligo”, autonomía delegada de comisiones y autoridades negadoras de consultas amplias. Habría que preguntarse cuándo en esas universidades se hacen los debates y las consultas sobre sus informes de gestión, que no sea el protocolo de presentación en cláustro medieval de la burocracia del saber que anquilosa items en sus maratónicas reuniones de festines autosuficientes.

Necesario es que la constituyente universitaria sea más que una consigna o un requisito y se asuma con toda la cualidad de renovación, que sacuda todo el modelo elitista y representacional y haga ruptura con el “sifrinismo academicista” modificando las estructuras intactas que hoy exhiben sin pena alguna en la creación del saber, no siendo esto, seguirá quedando como deseo la Venezuela potencia, el bien preciado de la independencia, el ecosocialismo en el espacio universitario.

Que la constituyente universitaria permita el instrumento jurídico de la universidad, una revolución con quince años de construcción en ejercicio de gobierno no tiene excusa válida para mantenerse con una ley cuyas “chucutas” modificaciones de influencias de la renovación poco tiene que ofrecer hoy y esto nos lleva a considerar que el talante tiene que ser de mucha osadia, habilidad y voluntad.

Tenemos un conjunto de universidades agrupadas en AVERU (Asociación Venezolana de Rectores Universitarios) cuyo modelo es policamente lo más reaccionario y prejuiciado que pueda existir como institución, esto es, como relación saber/poder para una conciencia elitista, un pensamiento fragmentado y asignaturalizado, una práctica burocratizada de espalda a los desafíos, problemáticas y necesidades de la gente.

Esas universidades tienen onerosos presupuestos que no ejecutan y que comprometen la exigencia de eficiencias que en este momento la sociedad venezolana solicita. Con un modelo que no se logró quebrar con la Renovación universitaria de hace cincuenta (50) años y cuyas escuelas, facultades y departamentos vegetan como figuras de la Europa de los siglos de la colonia.

Esas universidades están curricularmente atrapadas en estadios superados epistemológicamente, no tienen nada que decir en la innovación del saber en cuanto a ejercicio pedagógico ni en cuanto a representaciones didácticas.

En estos quince años, el esfuerzo ha sido significativo en construcción de universidades, más de veintes creadas, pero necesario es reflexionar; primero que el esfuerzo fue puesto en la inclusión como necesidad y problemática a resolver a consecuencia de toda el panorama neoliberal heredado, lo exitoso de esto ha sido la inclusión. Tenemos ante el mundo y por las instituciones de este, reconocimientos; UNESCO, CEPAL, etc. Los datos de distintas instituciones especializadas son contundentes, lo que pasa es que esos datos no están circulando mediaticamente como circula todo aquello que niega los esfuerzos que se hacen por cambiar el estado de cosas heredadas. Podríamos preguntarnos también, ¿de los 0chocientos cincuenta millones (850000000) de personas analfabetas en el mundo, cuanto tenemos ahora en Venezuela?, la respuesta a muchos nos entusiasmaran y a unos pocos no le gustarán, insisto, es que esos pocos tienen abierta toda la maquinaria opinática, mediática que los dispositivos de la lógica del beneficio egoista burgués disponen a sus anchas en nuestro planeta tierra.

Llevar el presupuesto de la educación del 3% al 9% del Producto Interno Bruto (PIB), alguna lectura debemos darle, yo no me complico aquí, significa quebrar las exigencias de organismos e instituciones que otrora dirigían nuestras politicas, especialmente las educativas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial(BM) y que generaron consecuencias que seguimos arrastrando en el alma, esto es en la cultura que se instauró, por ello hasta excuso a quienes con frases lacónicas y palabras alienadas por no vincularse con la realidad intentan defender lo indefendible, presentando a lo que denominan castrocomunismo como figura que orienta la educación venezolana en doctrina y dogmas.

Pero observo con preocupación que se va mutando una tradición universitaria sin transformación alguna en su espíritu, sin transformar esa mutación en tesis y programas, sin que hayan pininos reales, evidentes, materializados en prácticas, hábitos y mentalidades, no podemos quedarnos sólo con un testimonio existencial de más universidades apedilladas como territorializadas o de ejes geopolíticos, necesaria es la crítica avivadas desde interrogantes; en consecuencia me pregunto en este artículo; ¿sentimos una real diferencia al salir de la universidad del cláustro, de la universidad modélica colonizada con la universidad que se viene construyendo en nuestro proceso político?, ¿respiramos otro clima universitario?, ¿la consulta, el concepto participativo y protagónico es ya cotidianidad en nuestros espacios de universidad innovada?,¿se articula formando una sintonía la universidad con las múltiples comunidades surgidas al calor de una república que se refunda?, ¿ está la universidad en concordancia con los proyectos socioproductivos que se vienen exigiendo para la Venezuela socialista?, ¿hasta donde ha roto el anclaje colonial del academicismo tradicional?, ¿qué idea de calidad propicia nuestras universidades?, ¿ qué modos de vida estética, artística, deportiva re-crea?, ¿cuáles fronteras, cuáles límites en su razón finita de espacio que revoluciona el saber, la vida y la política nos permiten hablar con propiedad de colectivo que universidad construímos?, ¿está abolido por prácticas de relacionamiento permanente en nuestras universidades el autoritarismo, el burocratismo, la piratería, el nepotismo, las mafias? , ¿qué horizontes de sentidos encontramos?, ¿qué producción de sentidos se dan en nuestras comunidades universitarias?, ¿qué claves académicas y políticas generan grietas en la relación pensamiento-mundo?.

No estoy para responder a estas interrogantes en términos cabales y de sentencias, pero si permitirán ellas reflexionar.

En el caso de la Universidad Bolivariana de Venezuela asumí un compromiso en este año, como trinchera de ideas comprometidas con un horizonte bregado en muchas luchas y allí en el Eje Geopolítico territorial “Heroína Juana la Avanzadora” de la UBV, no podemos exhibir una universidad más, es hora de soltar amarras conservadoras, aqui, presentamos con las comunidades nuestra gestión y la debatimos, nos articulamos con las instituciones y asumimos cartas de intención con ellas, las viejas universidades le costó mucho tiempo realizar sus elecciones representativas, asumir una bandera de ejercicio democrático que esté más ajustado a los logros de visibilidad política y ciudadana que se han logrado en la revolución bolivariana podrían muy pronto formar parte del legado ubvista

La universidad muestra y expone en once años de fundada una organización de saberes flexibles que se discuten más allá de la formalidad académica, aquí no formamos especialistas, no hay especialidades, no se asignaturaliza el pensamiento ni se encuadra en escuelas, facultades o departamentos, nuestros programas son de formación de grado y de formación avanzada y ello se desarrolla fundamentalmente en los centros reales con sus rituales de labores y sus prácticas vividas, en consecuencias experiencias de colectivos singularizadas en cada uno para dar cuenta de un nuevo posicionamiento de saber y saberes.

Proyectamos unas responsabilidades compartidas de todos los sectores y con ellos y desde ellos nos venimos comprometiendo a dialogar y sensibilizarnos con presupuestos teóricos y fundamentos epistemológicos de la universidad; la visión y misión de la universidad; las agendas del mapa estratégico en lo académico y lo político, lo productivo y lo intelectivo; la visión para el debate del poder y la política, de la integración y el mundo centrado o pluricentrado y el ejercicio de participación y protagonismo de la universidad; la incorporación e interpelación de los saberes en el marco de la diversidad cultural; la sintonía de la universidad con las necesidades de la sociedad; la pertinencia social y la promoción del pensamiento crítico, transdisciplinario y complejo. La ética socialista y la construcción de un mundo otro. De allí entonces que algunas reflexiones y respuestas que tendrían las preguntas antes dichas podrían tomar otros cauces.

Pero la UBV se dispone, como hija de Chávez estar a tono con todo el desafío sociopolítico y sociocultural, abolir el disciplinamiento agotado y la taxonomía epistemológica que cierto estatus de cientificismo impuso en la universidad de pensamiento colonizado. Se trata de propiciar el espacio en el que la crítica como otra estética, como otra pupila así como el compromiso ético-político, y la experiencia acumulada de luchas por la transformación sintonicen para lograr la pulsión necesaria y el trampolín movilizador de nuestro pueblo con nuevas energías emancipatorias, esperanzadoras, soñadoras lleven a otros modos de formarse; en un nuevo relacionamiento con el trabajo, en el pensar, en el vivir y en el amar.


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Jesús Alejandro Marcano Fernández

Profesor titular de la Universidad Bolivariana de Venezuela UBV. Doctor en Educación en Uiversidad Pedagógica Experimental Libertador.

 marcanofernandez@gmail.com

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