En el año 1827 se reunió el claustro de la Universidad de Caracas para elegir un nuevo rector. De esa reunión salió electo José Cecilio Ávila por pocos votos, contaba con el apoyo de los profesores. Por su parte, el Dr. José María Vargas era aclamado por los estudiantes. Pero los estudiantes no podían participar en las elecciones y no le estaba permitido a los médicos ocupar el cargo de Rector.
Ciertos grupos, favorables a la reforma universitaria, solicitaron suspender la sesión y que fuera derogada la elección de v Cecilio Ávila. Aprovechando que Simón Bolívar se encontraba en Caracas, por cierto su última visita al país, los partidarios de la reforma le solicitaron la modificación de los estatutos de la universidad. Pedían que se le permitiera a un médico ser Rector de la universidad, entre otras modificaciones.
Considerando la petición de la "gente nueva", como los llamó Andrés Eloy Blanco, El Libertador procedió a modificar el estatuto de la universidad. Los nuevos estatutos fueron aprobados el 22 de enero de 1827, y finalmente sancionados por El Libertador el 24 de junio de ese mismo año. En 289 artículos, agrupados en 27 capítulos, se presentan los primeros trazos de la nueva universidad republicana, a pesar de que se mantuvieron muchos elementos de las viejas normas. En el nuevo estatuto se establece que la máxima autoridad de la universidad será el Rector, se corta el lazo de dependencia de la Iglesia Católica, con el claustro en pleno y el claustro de profesores. Queda así reformado el claustro. Otro aspecto a resaltar es la asignación de rentas propias a la universidad, sentando así las primeras bases para la autonomía universitaria.
En los estatutos del 22 de enero de 1827, respondiendo El Libertador a las peticiones de la "gente nueva", se establece que: "Cesa desde hoy la prohibición que imponen los antiguos Estatutos de la Universidad de Caracas, de elegir para el Rectorado de la Universidad a los Doctores en Medicina y a los del estado regular." Esta modificación de los estatutos de la universidad, hizo posible que el insigne venezolano José María Vargas, médico que inauguró la primera cátedra de medicina en la Universidad de Caracas, fuera electo como Rector para el periodo 1827-1830.
En 1999, la Asamblea Nacional aprobó la Ley Orgánica de Educación, sobre los principios establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En la Ley Orgánica de Educación se ponen los primeros cimientos para la construcción de la nueva reforma de la universidad venezolana, a 188 años de la reforma promovida por Vargas, se dan indicaciones para la creación de nuevas leyes y reglamentos que profundicen en esa reforma. Ya han pasado seis años desde que se aprobó la Ley Orgánica de Educación, y los avances en la reforma de las universidades ha sido muy lenta.
En algunas universidades se han dado pasos adelante en la reforma universitaria. Por ejemplo, en la Universidad Nacional Abierta aprobamos un nuevo Reglamente de Elecciones, apegado a la CRBV y la LOE, que permite: a) la elección de voceras y voceros de las y los estudiantes, de las y los profesores (sin ningún tipo de discriminación), de las y los obreros, de las y los trabajadores administrativos, y de las y los egresados; b) la participación en las elecciones de todas y todos los profesores sin ningún tipo de discriminación; c) la postulación de trabajadores administrativos al Vicerrectorado Administrativo; d) el voto en igualdad de condiciones de todas y todos los miembros de la comunidad universitaria como la define la LOE. Este nuevo reglamento incluía otras novedades que aplían la democratización de la universidad. Sectores de la extrema derecha universitaria sabían muy bien que si ese reglamento de la UNA prosperaba y se llevaban a cabo las elecciones convocadas bajo esa novedosa norma, se abría la primera grieta en el viejo sistema universitario. Concentraron sus esfuerzos en sabotear esas elecciones y lograron, gracias tecnicismo jurídicos, suspender la aplicación de dicho reglamento y paralizar las elecciones. Lo cual fue en parte posible por no contar con e reglamento de elecciones universitarias que ordena realizar la LOE.
Creemos que es oportuno, a pocos meses de los 199 años de la primera reforma universitaria en nuestro país, asumir la nueva reforma que el país reclama. Una reforma que permita liberar las universidades del control de las mafias que las han controlado por siglos, escudadas detrás de la autonomía. La universidad no es del dominio exclusivo de la comunidad universidad. Una reforma es necesaria para hacer de las universidades espacios para la democracia, para la participación de todas la sociedad, para la creación de soluciones a los grandes y pequeños problemas del país, del continente, del mundo. Estamos en tiempos de Vargas, estamos en tiempos de reforma universitaria.