La dura situación social, política y económica que vivimos hace impostergable e imperativo revisar el devenir histórico de la Universidad Autónoma venezolana. Especialmente cuando nosotros, los universitarios, “amos y señores del conocimiento”, somos los primeros en levantar la voz para exigir del gobierno que nos atienda, que resuelva nuestros “problemas personales”, pero sobre todo, institucionales.
En 50 años ¿Cuál es el alcance en el desarrollo generado por y desde nuestras universidades autónomas en su entorno?¿cómo ha incidido la investigación de nuestra casas de estudio en el nivel de vida y exclusión en las comunidades aledañas a nuestras recintos universitarios?...
La Universidad de Oriente, UDO, territorialmente, la más extensa de todas nuestras universidades, se constituyó en los estados Anzoátegui, Bolívar, Monagas, Nueva Esparta y Sucre, con influencia directa hacia el estado Amazonas, algo así como 50 o 60 % de la superficie territorial venezolana. ¿Qué ha pasado en 50 años con la Casa Más Alta, que vierte su luz torrencial? ¿Hasta dónde nuestra luz ha contribuido al desarrollo socio productivo de esta inmensa región? ¿Hasta dónde nuestra ciencia e investigación a intervenido en la disminución de la exclusión social y marginalidad de nuestro entorno?¿Cómo o cuál es el “retorno autogestionario” en la autonomía económica de la UDO?
Anzoátegui: núcleo para formación en las diversas áreas de la ingeniería, en la década de los 90, el Estado otorgó “pozos” petroleros con el fin de desarrollar y aplicar nuevas y modernas técnicas de extracción, que una vez establecidas serian usadas por nuestra industria petrolera y generaría un ingreso por autogestión de la universidad. ¿Hasta dónde eso fue posible?¿Qué ocurrió? ¿Por qué nada de esto se concretó? Para la expansión de este núcleo, se implementa la carrera de medicina, aliviando la saturación del núcleo de Bolívar.
Bolívar: fundamentalmente medicina, saturada y luego trasladada en buena parte, para el crecimiento de Anzoátegui. Carreras asociadas a la exploración y explotación de recursos mineros, en las regiones de Bolívar y Amazonas. ¿Dónde está el ingreso autogestionario de la universidad? A finales 80, “entre mitos y leyendas”, se enarbolaban banderas de “victoria” por los significativos hallazgos mineros y cómo ellos contribuirían en el desarrollo económico de nuestra universidad, ¡y el entorno!. Al final la cosa quedó en mitos, en leyendas, “mal intencionadas” pues esa riqueza minera de la universidad nadie sabe y nadie respondió hasta donde fue a parar.
Monagas y Nueva Esparta: soñados como los núcleos bandera en la producción, y por qué no, comercialización de alimentos, del agro, del mar y de los ríos. Su concepción los “definió” como los núcleos necesarios para la autogestión y satisfacción en nuestros comedores de los cinco núcleos. Eso nunca ocurrió, ni en los “tiempos de buena y abundante” atención gubernamental de los 80 y 90.
Sucre: ¡Oh, Sucre!, condenado al destierro, a la traición, a la exclusión, sigues el trágico y maldito destino de nuestro Gran Mariscal. ¿Cuál fue la razón histórica, ayer, para asesinar vilmente a Antonio José, cuya juventud fue entregada a la libertad e independencia de la América toda? ¿Cuál ha sido y es la razón, hoy, para condenar al núcleo de Sucre al mismo destino? ¿Por qué en el núcleo de Sucre no de implementan nuevas carreras asociadas a la producción agroecológica, petrolera, gasífera o medicina que den respuesta a la alta demanda y saturación en los otros núcleo? Con nuestras investigaciones en el Instituto Oceanográfico de Venezuela, las áreas de Biología, Sociología y Educación ¿Cuál ha sido el impacto social y económico en las comunidades vecinas al núcleo?¿Por qué no hemos logrado consolidar una red “productiva” para auto sustentabilidad de nuestros núcleo y de las comunidades vecinas?...
Esa, a grandes rasgos, es la historia no escrita, oculta de la Universidad de Oriente, en los últimos 50 años, ni con vacas gordas ni con vacas flacas, hemos “querido” desde la universidad, tecnificar, industrializar, nuestra ciencia, nuestro conocimiento. Nuestra abundante y excepcional investigación yace en los más insólitos senderos el destino de la “letra muerta” y en consecuencia, no logramos la auto sustentabilidad interna, mucho menos hemos contribuido a cambiar la marginalidad, miseria, exclusión en la que, por décadas, viven nuestras comunidades aledañas. Para quien escribe, el bienestar de esas comunidades son sin duda alguna la mejor de las manifestaciones creativas y desarrollo generado en nuestras Universidades Autónomas.
En contraposición a lo pregonado por FAPUV, desde las Universidades Autónomas, no queremos, no podemos o no sabemos cómo hacer de esta tierra de gracia una tierra prospera, de amplios y abiertos horizontes donde con nuestro esfuerzo y lucha diaria cosechemos, no sólo derechos, también desarrollo y bienestar para la comunidad universitaria, pero sobre todo, para el entorno en el que nuestra universidad debería ser el centro de atención.
Si es por mezquindad y “politiquería de turno” bien triste es nuestro destino, al final, actuamos como los “empresarios” vividores de las riquezas del Estado.