Para iniciar este escrito, y describir mi testimonio desde el segundo trayecto del PNFA en el programa de Dirección y Supervisión Educativa de la Universidad Nacional Experimental del Magisterio "Samuel Robinson" me exijo la máxima honestidad como participante al contar mis experiencias transformadoras a lo interno, a lo verdadero; es decir, teniendo como norte mejorar los procesos en todas las dimensiones del ser humano en el querer, en el hacer así como la formación con la intencionalidad de brindar la mejor respuesta ante diversas circunstancias. Dialogar con los demás la realidad de mi desarrollo tanto personal y profesional en la educación que hizo un cambio importante de mi práctica, en la didáctica y en los espacios educativos donde interactuó, pero sin dejar la búsqueda verdadera de las palabras y las formas que logren obtener una cultura escolar con entusiasmo hacia el otro y la otra que comparte alguna relación contigo y los centros educativos donde ejerzo mis momentos de acompañamiento y amistad; no es fácil tener todas las respuestas a las interrogantes planteadas cuando existe un contraste en los contextos y discrepancias con tus compañeros de labor; sin embargo, con muchos ejemplos y no excusas, esfuerzos admirables, compromiso históricos, académicos y sociales desde los espacios; podemos ir convenciendo al que no esta convencido, estimulando al que falta por estimular, orientando al que busca alguna orientación y así se lideran procesos tangibles e intangibles que la gente empiece a construir en común y la cultura se convierte en visiones colectivas encarnada en nosotros mismos.
Cada encuentro de aprendizaje en mi ambiente de estudio hace florecer el conocimiento y experiencias en las referencias propias y de mis compañeros de formación, que de alguna manera me guían desde las funciones que cumplo, para transformar positivamente dando lo mejor de nosotros mismos en el ambiente escolar de Paz, más solidario y cómodo para la socialización de los seres humanos. La escuela se convierte en un espacio de intercambio de saberes, en ese laboratorio comunitario y revolucionario; en mi rol como actor principal del proceso de enseñanza entiendo que debemos construir el modelo de supervisor, director y maestro que necesita nuestra sociedad, una sociedad en constante evolución por los cambios que vivimos en la época actual y que nos pide estar en resistencia real y constante.
Expectativas para el tercer trayecto es el compromiso para seguir creciendo en lo individual y en lo colectivo en factores como el estudios, los valores y las experiencias que nos fortalece para mejorar la calidad educativa venezolana y la transformación social del país.