La pizarra es una de las tecnologías más comunes en nuestros salones de clases, es más, un aula sin pizarra nos parecería extraña. Es tal la ubicuidad de la pizarra que pensamos que siempre ha estado dentro de las aulas. Pero no es así. Por siglos los seres humanos enseñamos y aprendimos sin pizarra. En las ilustraciones que tenemos de Simón Rodríguez enseñando a Bolívar o de las escuelas lancasterianas a comienzos del siglo XIX en nuestro país no aparece una pizarra. En la lista de mobiliario que hizo Simón Rodríguez para la escuela que regía en Caracas no está incluida ninguna pizarra. ¿Cuándo fue usada por primera vez una pizarra en un aula venezolana? No tengo una respuesta a esa pregunta. Hasta donde tengo conocimiento no se ha escrito ninguna historia de la pizarra y su uso en la escuela venezolana. Esto se debe en parte a una extraña actitud de los formadores de maestros y profesores hacia el pizarrón, aunque la tiza (o el marcador) y el pizarrón son las tecnologías más usadas en nuestras escuelas, liceos y universidades se niegan a reconocer su importancia y hasta las rechazan. Aunque ellos mismos usan la pizarra y la tiza (o el marcador) en sus clases. En este artículo, el primero de dos dedicados a la pizarra, presento un bosquejo de la historia de esta tecnología de comunicación, las más usada en nuestras instituciones educativas.
Gracias a la edición, a cargo del profesor Guillermo Luque, de la Biblioteca Pedagógica Simón Rodríguez, publicada por la editorial del Estado El Perro y la Rana en 2008, tenemos acceso a seis valiosas obras pedagógicas venezolanas. Estas obras son una fuente indispensable para estudiar la historia de la educación venezolana desde el último tercio del siglo XIX hasta las tres primeras décadas del siglo XX. Este bosquejo sobre la entrada del pizarrón al aula venezolana y las maneras en qué se ha usado, en ese período señalado, se basa en una lectura de cinco de los libros de la Biblioteca Pedagógica Simón Rodríguez (Blanco y Castro, 1977, Velázquez Level, 1880, Castro, 1892, Camejo, 1911 y Arreaza, 1927).
La intención de masificar la educación primaria pública se manifestó formalmente por primera vez en Venezuela mediante el llamado Decreto de Instrucción Pública de 1870, aprobado durante el gobierno de Guzmán Blanco. A partir de ese momento se comienzan a tomar medidas, aunque muy lentamente, para realizar ese cometido. Algunas de estas medidas fueron el envío de personas al extranjero a estudiar las escuelas de Estados Unidos y de algunos países de Europa, la creación de escuelas primarias, el inicio de la formación de maestros en escuelas normales y la publicación de textos escolares dirigidos a maestros. Por tanto, podemos suponer provisionalmente que fue en esta época que fueron introducidas las primeras pizarras o encerados grandes en las aulas venezolanas. En las obras pedagógicas venezolanas mencionadas más arriba, sus autores comentan sobre las pizarras pequeñas de uso individual de parte de cada estudiante y la pizarra grande o encerado colocada verticalmente sobre una pared para el uso colectivo de la clase, principalmente de parte del profesor.
Blanco y Castro (1877/2008), en sus recomendaciones para la enseñanza de la escritura, proponen dividir esta enseñanza en dos partes: la primera usando pizarras individuales y la segunda escribiendo sobre papel. Señalan que el uso de la pizarra individual facilita la corrección rápida de errores y la realización de muchos ejercicios sin gastar papel, el cual era sumamente costoso. Estos autores proponen además el uso interactivo de la pizarra grande, sugieren que el profesor dicte una oración para toda la clase pasen a uno de los alumnos es escribir lo mismo en la pizarra y sometan su escritura a la evaluación del resto de sus compañeros. "Por este medio se desarrollarán en los niños las costumbres de analizar y criticar, ambas tan fecundas. Las correcciones hechas en esta forma, no solo son más breves que corrigiendo cada pizarra en particular, sino que se fijan en la mente de una manera indeleble" (p. 58). También proponen que en la clase de geometría los estudiantes compartan entre ellos las figuras geométricas que han dibujado en sus pizarras individuales y que analicen, critiquen y corrijan las faltas que tengan esas figuras geométricas. Blanco y Castro (1877/2008) agregan que la escritura en el pizarrón puede ser utilizada con medio de descanso en la enseñanza de alumnos pequeños en intervalos entre sesiones de resolución de problemas.
Velázquez Level (1880/2008) hace muy pocas referencias a la pizarra, solo la menciona en una sesión de su libro dedicada a la "imitación a simple vista" como "sistema" de enseñanza. En este caso se refiere al uso de la pizarra pequeña o de mano y de la pizarra grande o de pared para la escritura del alfabeto.
Al igual que en los dos libros anteriores, Castro (1892/2008) menciona por primera vez la pizarra, individual o grande, en actividades de enseñanza de la escritura. Más adelante introduce el uso de la pizarra en la enseñanza de la geografía, la gramática, dibujo y en las llamadas lecciones objetivas. En este último caso, sugiere a los maestros que escriban un resumen del contenido enseñanza como fase de cierre de la lección. Castro (1892/2008) incluye en este libro una reseña escrita por Pablo Borja, entonces Secretario de gobierno del estado Carabobo, sobre los exámenes finales públicos rendidos por un grupo de estudiantes de la Escuela Normal de Valencia. En esa reseña, Borja resalta la manera en que algunos de estos estudiantes usan el pizarrón en sus lecciones, entre otros, se refiere a uno de los estudiantes que hacía adiciones dando la espalda al pizarrón sin perder de vista a los presentes en el salón de clases.
Para Camejo (1911/2008) "…nada es tan valioso en una escuela como el encerado o pizarrón, tan grande como se pueda obtener porque no es la mejor escuela la que se halle montada con más lujo, sino aquella en que el maestro hace más uso de la creta [tiza] y hace usar más de esta a sus alumnos" (p. 223). Y señala que entre los materiales pedagógicos indispensables en toda escuela debe estar: "Un encerado o pizarrón de metro y medio cuadrado, por lo menos, para cada una de las divisiones de alumnos de que conste el plantel" (p. 224).
Arreaza (1927/2008) propone el uso de la pizarra de manera interactiva con toda la clase en la enseñanza de la escritura, específicamente en el dictado. Sugiere que se siga la siguiente secuencia de acciones:
"a) Escritura por un alumno de la materia del dictado en el pizarrón
b) Corrección de lo escrito en el pizarrón por los alumnos y el maestro.
c) Corrección por los alumnos de lo escrito en sus cuadernos, teniendo como guía las correcciones en el pizarrón." (p. 79)
Comenta Arreaza ((1927/2008)) que el pizarrón es uno de los elementos de lo que el denomina como "El círculo objetivo de la sala de clases" (p. 80). Todos estos autores reconocen que la pizarra es parte de la materialidad de la enseñanza.
Encontramos en estos cinco manuales de pedagogía elementos importantes sobre el uso del pizarrón que todavía hoy, independientemente del tipo de pizarra que el profesor y los estudiantes tenga acceso en sus aulas. Algunas de ellas son: el pizarrón como espacio de interacción del profesor con los alumnos y entre los alumnos, controlar el ritmo de la enseñanza regulando la rapidez con que se escribe en el pizarrón, recurrir a lo gestual como elemento semiótico importante de la enseñanza, usar la escritura en el pizarrón como medio de entretenimiento entre sesiones de resolución de problemas y mostrar el resumen de la lección escribiendo en el pizarrón las ideas más importantes en la fase de cierre de la lección.
Hasta aquí pues una serie de relatos cortos sobre los primeros usos de la pizarra en las escuelas venezolanas. Como dije anteriormente, se trata de una suposición provisional hasta tanto no se investigue más sobre la historia de la pizarra en la enseñanza en nuestras escuelas, liceos y universidades.
La pizarra ha evolucionado de diversas maneras, primero en cambios de colores de negro a blanco pasando por verde, segundo en cambios de base de pizarra (el material con que se hacían inicialmente), de madera, cemento directamente sobre la superficie de la pared, de superficie magnética hasta de superficie electrónica, tercero en cambios con el objeto de escribir sobre ella de la tiza, al marcador, al lápiz digital. Con todos estos cambios no se ha modificado la esencia de su uso que es servir de tecnología de comunicación, más o menos interactiva, en el aula entre un profesor y un gran número de estudiantes, y entre los estudiantes.
Referencias
BLANCO, Mariano y CASTRO, Julio (1877/2008). Método de enseñanza. Caracas: El Perro y la Rana.
VELÁZQUEZ LEVEL, Manuel (1880/2008). Nociones del arte de enseñar. Caracas: El Perro y la Rana.
CASTRO, Julio (1892/2008). Primeras lecciones de pedagogía. Caracas: El Perro y la Rana.
CAMEJO, José Ramón (1911/2008). Manual de pedagogía. Caracas: El Perro y la Rana.
ARREAZA, Alirio (1927/2008). Apuntaciones didácticas. Caracas: El Perro y la Rana.