Con este título entiendo que me estoy metiendo en camisa de once varas, y averiguo que once varas son nueve metros y medio. ¡Dios me salve!
Este pasado jueves estuve paseando en una hermosa Universidad Central de Venezuela (UCV), disfrutando por sus pasillos, observando los escritos que los estudiantes dejan en las pizarras, dispuestas para el estudio en grupo. Mitocondrias, pero también velocidad de flujos, etcétera.
Me dirigía a la Sala E Francisco de Miranda, un bello y acogedor auditorio para charlas de alto nivel, entre académicos. Al lado de la Biblioteca Central y a poca distancia del Aula Magna.
Precisamente durante mi época de actividad en el instituto de Medicina Experimental, a pocos metros, me percaté que estaban desalojando, de ese mismo espacio, las sillas para el público que ahí se utilizaban. Al preguntar, me explicaron que ya estaban muy debilitadas, siendo de una fina estructura de madera, con diseño exquisito años cincuenta. Para mí son originales de la época cuando se construyó y empezó a funcionar la UCV, precisamente en esa década.
Apreciados lectores, pedí que, en vez de la basura, me permitieran seleccionar unas cuantas y llevármelas. ¡Aquí las tengo! Son fabulosas, las mandé a restaurar, pero ciertamente la estructura es endeble y luego de pocos meses de usar, una de ellas, para el escritorio de mi hijo, se le rompió una pata.
Comprenderán que esas hermosísimas sillas no merecían como destino la basura. Yo las rescaté y las conservo admirándolas cada vez que puedo, rescatando la hermosura de sus líneas, la hechura exquisita del diseño, y tal vez, algún día me anime a investigar de dónde vinieron y quién las hizo.
Ya que adelanté en el texto el verbo "merecer", la meritocracia fue un punto resaltado en la exposición de Luis Fuenmayor Toro, en la XV Jornada de Investigación Educativa y VI Congreso de Educación, que trataba sobre Autonomía Universitaria y al cual fui gentilmente invitada por la profesora María Egilda Castellanos.
La meritocracia salió a relucir sobre todo en el debate de preguntas y respuestas, luego de culminar la exposición también de la profesora Castellanos y de Alí Ramón Rojas, todos ellos ex rectores de universidades.
Sin querer entrar en detalle de las sendas exposiciones, sí les confieso que a pesar de que fui en plan de turista, solo a escuchar, me indujeron preguntas, recuerdos y reflexiones que giraban alrededor del tema tratado.
Escuchamos mucha historia, desde la creación de la Universidad Real y Pontificia de Caracas el 21 diciembre de 1721. Nos mencionaba Fuenmayor que, a pesar de servir a los intereses del imperio español para ese momento, la institución real y pontificia se puso de lado de los criollos que protestaban por la avaricia y saqueo desde la Casa Guipuzcoana. Según el expositor gracias a la autonomía universitaria que se le había concedido. Con toda seguridad mi estimado amigo José Sant Roz podrá escribir algo sobre este interesante detalle histórico ya que lo observo muy animado escribiendo sobre universidades, títulos y autonomía (1).
Por su parte, el ex rector Alí Rojas de la Universidad Nacional Experimental de la Gran Caracas (UNEXCA) nos señalaba que el mismo Simón Bolívar, a pesar de pertenecer a una familia de abolengo, no pudo estudiar en la Universidad Real y Pontificia de Caracas por no cumplir con la limpieza de la sangre.
Tengo guardado, también como un tesoro (para regalarlo a mi amigo secreto), dos tomos de la famosa biografía de Bolívar escrita por Salvador de Madariaga, prohibida durante muchos años por señalarse en la misma, que la sangre del Libertador estaba "contaminada": Su familia absorbió, en efecto, más de una vez, "sangre negra" y "sangre india" (2).
La profesora María Egilda Castellanos, quien fue la primera Rectora de la Universidad Bolivariana, condimentó su interesante disertación sobre la autonomía universitaria con importantes señalaciones del entorno social político que estamos viviendo a nivel mundial y nacional, que indudablemente, no deben ser considerados meros aspectos abstractos en el funcionamiento de las universidades.
A medida que iban discurriendo las presentaciones, me preguntaba inquieta si, en algún momento, no se abriría una discusión para que, una vez conocido los antecedentes y planteado profusamente el diagnóstico, se avanzara en propuestas concretas para aportar soluciones.
No ocurrió así. Nos quedamos en el conocimiento de la historia. Debo añadir que la ex rectora Castellanos finalizó su ponencia llamando a la unión de los universitarios para "repensar la universidad, dialogar, resolver contradicciones y utilizar el conocimiento en pro de la soberanía científica y tecnológica, así como de la emancipación de la nación venezolana".
Muy loable y necesaria la sugerencia de la ex rectora, pero me recordó el juego del escondite de los niños, donde cada uno se esconde detrás de una maceta, debajo de una cama, bien lejos para no ser hallado. Por supuesto me refiero en esta fantasía a la respuesta a esta invitación que tendrían los convocados.
Hace pocos días (por vía streaming) escuché las clases de Juan Carlos Monedero, que impartió para el Instituto de Formación Política del partido Morena (México), donde planteaba, entre otras muchas cosas, la ecuación de la trasformación social: Doler, saber, querer, hacer, poder (3).
Intentando yo aplicar esa ecuación a lo que estaba escuchando, entendí que:
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A todos nos duelen nuestras universidades (doler); al parecer todos ellos, académicos de muy alto nivel, tenían el conocimiento (saber) de las causas de ese dolor (seguramente no es el mismo para cada quien);
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También, al parecer todos quisiéramos (querer) que no fuese así, que la universidad fuese en verdad un compendio de virtudes;
pero… ahí me paralicé con este somero análisis:
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¿Será que todos sabrían qué hacer?
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¿Será que todos usarían su poder, porque lo tienen, para hacerlo?
Respeto mucho a los ponentes de ese evento, todos ellos ex rectores de universidades. Docentes formados, muy preparados, con larga experiencia, no solo en la generación y trasmisión del conocimiento sino también en el poder, por haber cumplido, en algún momento de sus vidas, funciones importantes en el gobierno bolivariano. Y esto es un plus esencial.
De ahí mis expectativas, sobre todo hacia el profesor Luis Fuenmayor Toro, quien fue Rector de la Universidad Central de Venezuela, una de nuestras universidades más importantes, la más antigua. La universidad donde completé mi formación académica y donde ejercí como docente e investigador.
También creo que, ocupando este personaje la máxima jerarquía dentro de su estructura, la cual se obtiene por meritocracia y aceptación del claustro universitario, con un sin número de méritos que generan el necesario respeto a la figura de alguien que dirigirá los destinos, ni más ni menos, de un centro de excelencia en estudios superiores.
Pero me sorprendí cuando en el debate, el ex rector Fuenmayor minimiza, por ejemplo, el importante trabajo que está realizando el gobierno bolivariano para recuperar, ¡si recuperar! la estructura de sus instalaciones, que durante mi corto paseo pude apreciar gratamente (4).
Al respecto la Directora del Instituto de Medicina Tropical, una querida amiga, me habló maravillas de los trabajos que se hicieron en el instituto que dirige. Incluso reparando los pisos de granito de la época, conservando el mismo espíritu que le quiso imponer el arquitecto Carlos Raúl Villanueva.
De hecho, siendo amante de la época y de la UCV, me propongo visitarlo para escribir un artículo sobre el mismo, agradeciendo a nuestro presidente obrero, no graduado en alguna universidad, pero con tantos méritos que me atreví a proponer se le otorgara un doctorado honoris causa (5).
Señala el ex rector Fuenmayor que la estructura física de la universidad es solo eso, la sede. Pero que la esencia son sus docentes, estudiantes, sus obreros y empleados. ¿Sus autoridades? ¿Unas autoridades que tienen 13 años en esas funciones, cuando han debido ser reemplazadas hace más de doce años?
Apreciados lectores, Permítanme un paréntesis: incluso durante tan largo lapso se han muerto autoridades como sucedió, primero con el rector de la Universidad Simón Bolívar (6) y luego con el vicerrector académico de la UCV (7). Y no terminan de realizar las necesarias elecciones de sus autoridades.
Pregunto: ¿uno podría vivir haciendo ciencia, creando e impartiendo conocimiento en aulas destartaladas, techos cayéndose, pasillos derrumbados? Por supuesto que la planta física no piensa, no genera ella misma el conocimiento, pero el entorno para ello debe ser agradable, ordenado, cuidado. Para tener calidad creativa es necesario estar en un ambiente no solo bello, como lo es nuestra universidad, llena de arte y naturaleza, sino pulcro. Y eso está haciendo el gobierno bolivariano para los universitarios. Generando las mejores condiciones para el trabajo, para todos y todas los que forman parte de ese mundo universitario donde se crea el conocimiento, pero también se forman jóvenes. Deber es reconocerlo y no minimizarlo (8).
Por mi parte tuve la fortuna de estudiar en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), otro lugar verdaderamente excepcional, y luego pasar a trabajar en la UCV. ¿Mejor que eso? Le estoy en verdad agradecida a la vida.
Durante estas excelsas conferencias me vino a la mente otro intelectual, Rafael Bautista, filósofo ecuatoriano, cuyos análisis conocí de reciente. Entre los cuales, una disertación que presencié físicamente en la UNEARTE, invitado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, y donde señalaba que las universidades están desapareciendo.
Esto porque en los llamados países desarrollados, ya no sirve que se enseñe lo que pasó, sino lo que va a pasar. Y para ello existen numerosos grupos llamados think tank que se dedican intensamente a pensar en lo que va a suceder, y no solo, en lo que el imperialismo desea que suceda, ocurra, para inducir a ello. Son esas estructuras pensantes que están sustituyendo a los tradicionales centros de estudio (9).
De hecho, Ramón Grosfoguel, sociólogo puertorriqueño, afirma (cuando escuchamos sus disertaciones) que lo que está pasando en Ucrania, a raíz de febrero de 2022, ya ha sido descrito con detalles, desde 2019, en un documento público de la Rand Corporation (10).
Apreciados lectores, parece que ahora, a la velocidad con que se mueve el conocimiento y la rapidez de su aplicación, ya no interesa lo que sucedió en el pasado sino lo que va a suceder. Inducirlo y/o prevenirlo, es la orden.
Igualmente aprendí otra lección, tanto en las recientes clases de Juan Carlos Monedero en México, como en las II Jornadas de Historia Insurgente y Descolonización de la Memoria. Necesario es actuar: de nada vale el conocimiento adquirido si éste no sirve para resolver y trasformar lo que haya que cambiar.
Como decía Ho Chi Minh: "Puedes leer miles de libros sobre teoría, pero si no aprendes a aplicar esas teorías en la vida real, no eres más que una estantería" (11).
Concretar para resolver errores, situaciones irregulares, parálisis de la enseñanza y de la creación del conocimiento como está ocurriendo, en algunas de nuestras universidades públicas. En la UCV fue bochornoso cuando sus autoridades, que se suponen lumbreras de la sabiduría, no inventaron (sí erraron) alguna manera de que, en plena pandemia de Covid 19, los estudiantes siguieran sus cursos por internet. Por ejemplo.
¿Cuál internet? Este VI Congreso de Educación no dispuso de internet para sus sesiones. Debieron quitarle la coletilla "internacional" para catalogarlo como "nacional". De tal manera que un compañero costarricense de nuestro grupo de reflexión, quien estuvo en Venezuela haciendo una pasantía en la Universidad Bolivariana y en la UCV, no pudo interactuar. ¡Y quien sabe cuántos como él!
Pregunto inocentemente: ¿también esto será culpa del gobierno bolivariano?
Apreciados lectores, mis preguntas inquietas, pero muy pertinentes, sobre todo a Luis Fuenmayor, quedaron sin respuesta:
¿Qué va a pasar en la UCV (y en otras universidades públicas) con este complejo panorama de autoridades rectorales eternas, en resistencia a acatar la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia y realizar elecciones como ordenado?
¿Qué pueden hacer ustedes, eméritos académicos, para resolver la situación actual de las universidades?
Para que vuelvan a ser las casas que vencen las sombras. Para que sean, como lo definía otro Rector, Ernesto Mayz Vallenilla, la ciencia y conciencia del país (12).
El ex rector Luis Fuenmayor me mandó a leer sus numerosos ensayos escritos. ¿Acaso alguno de sus lectores tendrá las respuestas?
Postdata: Me comentó Diogenes, mi amigo secreto, que el ex presidente Barack Obama cobra hasta quinientos mil euros por una conferencia de una hora, estos ex rectores mencionados, jubilados, ofrecen su muy calificado tiempo a la academia ad honorem. ¡Cuánta diferencia! (13).
Se les agradece sinceramente.
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https://www.aporrea.org/educacion/a317336.html
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https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/mas-vida/recuperacion-de-la-ucv-muestra-un-avance-de-80/
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https://www.aporrea.org/educacion/a306962.html
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https://twitter.com/campusb/status/1420036661379993613?lang=es
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http://www.ucv.ve/organizacion/facultades/facultad-de-medicina/detalle-noticias-medicina/article/fallecio-nicolas-bianco-colmenares-vicerrector-academico-de-la-ucv.html
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https://youtu.be/Sf6IV0ENJqA
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https://www.rand.org/
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https://twitter.com/MLReadingHub/status/1470499295149371393?t=Jf0GEBsCoUlqxXJTHfu2xg&s=09
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https://www.cuatro.com/en-boca-de-todos/20220614/barack-obama-medio-millon-euros-ponencia-malaga_18_06744144.html