29 de febrero día extra, que se presenta en el calendario, cada cuatro años, por la configuración del Año Bisiesto, al establecerse que un año tendría 365 días, por razones científicas para el control del tiempo y mantener los relojes ajustados a la medida exalta, del tiempo que tarda la tierra, en dar una vuelta alrededor del sol, siendo este concepto introducido por el astrónomo griego Hiparco de Nicea, (190 a. C. - 120 a. C.), en el año 122 a. C., para corregir el desfase entre el calendario lunar y el solar. Este aporte influyó en la creación del calendario juliano, añadiendo un día extra cada cuatro años, al mes de febrero. Se dice que inicialmente febrero tenía 30 días, pero debido a que el mes de agosto estaba dedicado al Emperador Augusto, debido a la tendencia personalista, de este primer emperador del Imperio Romano, que quería que el mes dedicado en su honor, contara con 31 días por lo que tuvieron que quitarle a febrero el día 30.
En el argot de tradiciones y creencias de los pueblos, se han tejido leyendas hipotéticas, relacionadas con afirmaciones supersticiosas, referidas a los años bisiestos, que denotan en algunas culturas, como años de muy buenos augurios y en otras, son etiquetados con malos presagios. Pero en fin esas connotaciones culturales de los pueblos, son de escasa certeza, ya que se manejan de manera diversa, de acuerdo a los dogmas y creencias culturales, más que todo basados en eventos históricos que por coincidencia, en realidad han sucedido en los años bisiestos, donde se pueden citar algunos ejemplos notorios, como fue el asesinato de Julio Cesar, el 15 de marzo del Año Bisiesto 44 a. C., por un grupo de senadores encabezados por Bruto y Casio. Lo cual marcó el fin de la República Romana y dio inicio al Imperio Romano.
Otro evento histórico sucedido en el Año Bisiesto 1600, el día 17 de febrero, fue el funesto acto, donde al filósofo italiano Giordano Bruno es quemado vivo en la hoguera, acusado de herejía en Roma, por haber defendió la idea de que el Universo era infinito, con múltiples mundos habitados, lo cual lo condujo al conflicto con la Iglesia, siendo víctima de la Inquisición, por contradecir los preceptos eclesiásticos de aquella época. Otro caso también histórico, fue la apoteósica coronación de Napoleón Bonaparte en la Catedral de Notre-Dame, en París, en el Año Bisiesto 1804, el día 2 de diciembre, evento que marcó el florecimiento del poderío napoleónico en Europa. Estos entre otros eventos que han sucedido de manera coincidencial en años bisiestos, que han quedado plasmados en la historia.
Pero hay un evento natural, muy particular en la historia de Cristóbal Colón, que sucedió en el Año Bisiesto 1504, durante el recorrido que hacía por el territorio que hoy conocemos como Centroamérica, en su maltrecho cuarto y último viaje, a este Continente que él llamaba Las Indias, que no era otra cosa que el Continente Abya Yala. Este último viaje de Colón tuvo muchas incidencias que remarcaron las consecuencias decadentes que ya venían sucediéndole al Almirante; su reputación se había ido por un desliz decadente desde su anterior viaje, año 1500, donde fue llevado a España en calidad de prisionero por orden de la Corona, sin embargo no sucedió mayor cosa, fue liberado y en 1502 prepara su cuarta expedición interoceánica, con el objeto de encontrar un paso marítimo hacia el Continente Asiático, por el oeste.
A lo largo de este viaje, Colón recorrió la costa de Centroamérica y divisó los litorales caribeños de los actuales países de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Sin embargo, su expedición enfrentó serias dificultades y conflictos, con los aborígenes, incluso con los españoles que gobernaban aquellas tierras, que se negaron a darle apoyo a su expedición y socorrerlo en el momento del naufragio, quedando varado como naufrago, con una maltrecha expedición en Jamaica. Para sobrevivir apeló a la logística aborigen, que por coacción y chantaje obligaba a los caciques a abastecerlo de alimentos y demás recursos necesarios, a parte de la servidumbre esclava que les reclamaba.
La situación de Colón era muy crítica y desesperada. Aún con su propia tripulación hubo fuertes percances, producto de aquel deprimente ambiente, provocando el mal trato a los aborígenes, por lo que estos deciden no proporcionarles más alimentos, lo que contribuyó a agravar aún más la situación, a punto de morir de hambre, entonces Colón como buen marino, manipulador y conocedor de los ciclos naturales, de la astronomía, el 29 de febrero del año Bisiesto 1804, diseñó un plan macabro para conseguir la restitución del aporte de recursos y servicios logísticos de los aborígenes, que consistía en atemorizar a los nativos con un eclipse de luna que ocurriría en la noche del 29 de febrero, el día extra de ese año bisiesto. Reúne a los caciques y les advierte que Dios está muy molesto con ellos, por su conducta negativa, de no querer socorrerlos con la alimentación y demás servicios, y que por tal razón, a partir de aquella noche les iba a quitar la luna, como castigo, pero los caciques no le dieron importancia. No creyeron en aquella amenaza que les hacía Colón. Ya el Almirante no contaba con credibilidad alguna.
Pero llegada la noche de ese día 29, se produce el eclipse de luna, y los nativos al ver como se desarrollaba aquel fenómeno natural, inmediatamente, esa misma noche, volvieron a llevar comida a Colón y sus gentes. Pero Colón para complementar el disimulo de aquella manipulación, les dice que él, en vista de que le habían vuelto a traer comida, había hablado con Dios para que los perdonara y les devolviera la luna. Y así se mantuvo con su disminuida tripulación, hasta que fueron rescatados El 29 de junio, cuando por fin llega una carabela enviada por Diego Méndez. En este momento quedaban 110 miembros de la expedición vivos, de los 144, con que había iniciado su cuarto viaje, el 3 de abril de 1502 desde el puerto de Sevilla, España.