Educación en Venezuela: De la mediocridad al colapso

Para dar cuenta acerca de la educación formal en Venezuela es decir, del sistema educativo formal, hemos de hacer una relación histórica y sincrónica, desde 1830, cuando se desmembró la Colombia fundada por el Libertador Simón Bolívar y los libertadores, hasta el presente, a finales del año 2024.

Ahora bien, esta relación obliga a dar un salto diacrónico previo, para dejar en claro el porqué de la afirmación del metatexto: "De la mediocridad al colapso", porque cualquier lector avisado o crítico, pudiera advertir sesgo en la sentencia del metatexto aunque esa no sea la intención, más allá del análisis concreto de la realidad concreta. La realidad concreta salta a la vista. Nuestra tarea será decantarla.

Esta sentencia que permite advertir el macrotexto, de la mediocridad al colapso, del porqué estamos como estamos de mal, se hace palmaria, entre tantas otras: cuando un presidente de la República se atreve a promover las "motopiruetas" como un deporte y demagógicamente, sin importarle los muertos derivados de esta práctica, la exalta y promueve, mediante una ley; cuando designa a un ministro de educación universitaria, cocainómano, incurso en una red de prostitución, en desfalcos a la nación (PDVSA-CRIPTO, Arco Minero, etc.); cuando designa otro ministro de esta cartera, que no fue capaz de graduarse en la universidad, pero sí lo considera apto para regir los destino del subsistema universitario; cuando liquida las convenciones colectivas de los trabajadores de la educación (obreros, empleados y profesores), pulveriza los salarios y los esclaviza laboralmente, haciéndolos dependientes de bonos de control y chantaje social; cuando el gobierno, en nombre del Estado, impone criterios no académicos para evaluar la eficiencia y calidad docente, mientras desestimula los méritos académicos y de formación profesional; cuando el gobierno desprecia el rendimiento académico de los estudiantes, les arroja becas simbólicas equivalentes a cinco dólares (5 U.S. $.),mientras derrocha millones de dólares en espectáculos bochornosos y cantantes; cuando cerca económicamente las universidades y por la vía del hecho, las obliga a privatizar a cuentagotas la educación publica; cuando el jefe de Estado y de gobierno, incapaz de graduarse en una universidad, por mediocridad, por irresponsable o por flojera mental, trata las universidades y la educación en general con total desprecio y resentimiento. Así de mal estamos. Esta situación caótica tiene un antecedente histórico, político, económico y social, cuyo producto social se refleja en personajes actantes, como el presidente Nicolás Maduro, entre otros.

Históricamente, venimos arrastrando lacras y debilidades en el sistema educativo formal, desde la ruptura de Colombia, la grande. Del lado neogranadino, aunque con sus gobiernos al servicio de la oligarquía, la educación formal tuvo incipientes alcances desde el principio, por disposición de Francisco de Paula Santander y los que le han sucedido, con sus avances y retrocesos, al servicio de los godos u oligarcas de su tiempo, mientras que del lado venezolano, el Centauro del Llano, traidor corrupto y demagogo, José Antonio Páez, hizo retroceder al país a los tiempos de la Capitanía General de Venezuela, en lo educativo, la esclavitud formal y el robo de tierras y propiedades a los excombatiente del ejército de Bolívar y a sus herederos.

Hoy, diríamos que, en términos políticos, José Antonio Páez es al Libertador Simón Bolívar, lo que Nicolás Maduro al Comandante Hugo Chávez. Sólo que el llanero traidor tuvo verdadera epopeya y hazañas militares, mientras que el otro nunca la tuvo, más allá de la mitagogia del "Súper Bigote".

En términos educativos, bajo el gobierno de Nicolás Maduro, los subsistemas educativos fueron liquidados, vulgarizados y degradados a su más mínima expresión.

En lo que hoy entendemos nominalmente como la República Bolivariana de Venezuela, quienes le han sucedido a José Antonio Páez en los diversos gobiernos, han pasado de las montoneras a cuarteles y, por la fuerza de la necesidad, con mucho de esnobismo, tuvieron que atender el aparato educativo venezolano, subordinado siempre al aparato militar, primero copiando al calco modelos educativos foráneos y luego, acostumbrándonos a un modelo educativo que muchos pensaron que era el más nuestro, el que a fin de cuentas terminó siéndolo, a falta de algo mejor.

Al masificarse la educación formal contábamos con formadores de muy escasa formación académica e intelectual (aunque suene cacofónica esta paradoja), por cuanto no había en ese entonces, de dónde echar manos, más que entre los pobres y necesitados, de donde se ha nutrido siempre la educación formal y el ejercicio de la docencia como oficio y profesión de pobres, aunque con los años y en la literatura empalagosa se ha pretendido romantizar y darle un estatus poético, que no se corresponde con el de la realidad concreta.

Así, comenzó a institucionalizarse la mediocridad con buenos modales, untada de ignorancia aprendida y preñada de buenas intenciones.

Con semejante arranque, desarrollo y expansión de la educación formal, las secuelas en todo el sistema educativo se han manifestado en un estado de mediocridad sin rubor y aletargada: a punta de ignorancia aprendida, de erráticos métodos de enseñanza-aprendizaje, con barrigas vacías o llenas de lombrices, ausentismo paterno e infancia abandonada, como generalidad de la mayoría de la población y con excepción de una minoría de educandos, de entre sectores burgueses y de la media clase conocida como clase media, la más desclasada.

Así fue pasando nuestro sistema educativo venezolano, de generación en generación, hasta nuestros días, sobre todo, regidos -como en todo estado capitalista semicolonial o dependiente- por las determinaciones económicas, que han derivado en las peores decisiones políticas de cuanto gobierno hemos y experimentado, de manera fallida en Venezuela.

Así tenemos que en la IV República, la mayoría de los maestros y docentes provenían, en su mayoría, más o menos, en un noventa y nueve por ciento (99%), de personas de bajo estrato social, entre pobres, mujeres de políticos y militares a las que les asignaban cargos docentes para darles oficio formal y cargos de dirección privilegiados, lo que conducía a errores y ensayos, en una desigual pugna con algunas individualidades o grupos políticos que forzaban por sacar la educación del lado marginal y darle mayor nivel y prestancia a la educación.

Aquí, en Venezuela, gobiernos, maestros, profesores y ciudadanos en general, hicimos una parodia o remedo del legado de Andrés Bello y Simón Rodríguez, aunque esto no signifique que no aparecieran en los calendarios escolares y se les mencione en sus aniversarios de nacimiento o muerte.

Los colegios privados de la IV República no se quedaban atrás, salvo excepciones de élites privilegiadas. Estos colegios privados eran reservados a una clase media que podía pagar este tipo de educación, con los mismos maestros pobres de la educación pública, quienes tenían que rebuscarse económicamente en la educación privada y, por tanto, estos docentes, comúnmente eran de mentalidad atrasada y carentes de formación académica suficiente para formar integralmente a un niño o joven, para hacerlo apto para la vida, en valores, además de inclinado para la formación profesional, técnica y productiva. Dicho en otros términos, la educación privada tendía a ser la parodia de la educación pública, pero con las carantoñas del mismo docente que era agrio y mediocre trabajando al servicio del Estado y de los pobres.

He allí el germen de la mediocridad, de lo fácil, mal enseñando y mal aprendido, como caldos de cultivo que reforzaron la cultura de la corrupción y del "vivo criollo venezolano", que aprendimos tanto en la educación privada, como en la pública.

El docente como "agente de cambio", era tan útil y tan bien remunerado como el bedel o conserje de dichas instituciones o cualquier policía corrupto de la época (iguales de corruptos a los de ahora, pero con traje de Robocop).

Por estas causas, entre otras, tenemos gente como Nicolás Maduro gobernando el país, de manera tan irresponsable, con tantos corruptos en su gobierno que no pueden ocultar, ni justificar su ostentación y niveles onerosos de vida, tanto, que se pierden de vista en la escena nacional.

Por esto también, desde la IV República, notamos que en la sociedad venezolana, en general, existe una gran tolerancia y admiración por los corruptos y las prostitutas de alta gama, pasadas por bisturí y silicona, tanto como la admiración que la mayoría de la población profesa hoy por personajes de la farándula, los peloteros, reguetoneros y delincuentes famosos.

El subsistema universitario de la IV República no era mejor que el de educación primaria y media diversificada. La universidad cuartorrepublicana no se quedó atrás en cuanto a la mediocridad con pose académica e intelectual.

Estas universidades solo sirvieron para la formación de mano de obra útil para la explotación al servicio del Estado burgués, es decir, para hacer más ricos a los ricos, pero, a fin de cuentas, esa media clase llamada "clase media" que egresaba como profesional, obtenía un cierto nivel de vida que le permitía vivir emulando a la burguesía en sus gustos, placeres, deseos y aspiraciones.

Pese a todo, podían comer, pagar sus servicios de salud privados, sus servicios funerarios, descansar dignamente y morir en una vejez medianamente tranquila, aunque el grueso de los pobres viviesen de las dádivas del gobierno cuartorrepublicano, pero sin la miserabilización que hoy vive la mayoría de los venezolanos, bajo el gobierno restaurador y corrupto de Nicolás Maduro Moros.

En los espacios universitarios de la IV y la V República vivimos y aún siguen perviviendo modales, normas y reglamentos, tanto monárquicos, como republicanos, en un pastiche de idioteces y formalidades vacuas, que con supuesta claridad prístina justifican como justas y reales formas de ser y de actuar universitarias, en donde combinan el autoritarismo y sectarismo, con la racionalidad científica. Es algo paradójico, pero muy palpable en el día a día, cuya expresión concreta se expresa en la calle, en los hogares y en todos los espacios de la vida social y productiva.

Por estas aberraciones, en la IV Republica teníamos y aún tenemos en la V República, elecciones de segundo grado, elecciones del claustro, elecciones de autoridades universitarias, únicamente con profesores desde la categoría Asistente hasta Titular, con los profesores jubilados decidiendo eternamente, como los clanes de mafias decimonónicos o como los carteles de la droga, en la falsa creencia de que los demás no están facultados mental e intelectualmente, para elegir a su majestad, el rector, vicerrectores o decanos.

Los profesores instructores, los contratados, los obreros y empleados, no eran -y no son en esta farsa revolucionaria de la V República- considerados aptos para votar y por demagogia histórica, los estudiantes votaban y votan aún, pero su voto no es una unidad, sino una fracción muy ínfima que tiene que sumarse a otros veinte o cuarentas estudiantes para que valga un voto en eso que dan en llamar "democracia universitaria".

Estas universidades al servicio del Estado burgués, por su naturaleza monárquica, definieron un tipo de personal que amén de hacer ciencia empastichada con fetichismo religioso, espiritismo, brujerías y demás consejas, dizque, de sabiduría popular o ancestral, también acogieron poses y formas globalizadas, como la sustitución de estudios profundos y densos que concluían en libros académicos y científicos, por la imposición del paper (péiper, in english or spanglish) de 10 a 20 páginas de superficialidad, la cita de la cita, la falta de originalidad y la reproducción de la ignorancia aprendida. Los concursos y trabajos de ascenso de los profesores univeersitarios se llenaron de cuadraturas de jurados inapelables, en copia o remedo de la "infalibilidad papal".

Por estas causas, fuimos testigos de rectores universitarios ladrones e hipermillonarios a cuenta del cargo (que nunca han caído en la cárcel), aberrados sexuales, violadores y tantas extravagancias existenciales, como Edmundo Chirinos (por solo mencionar uno entre los más connotados casos) la famosa banda de los plagiarios en una universidad prestigiosa venezolana, cuyo difunto rector del Opus Dei les otorgó el beneficio de la jubilación antes de que se expandiera el escándalo de estos inefables plagiadores y una larga lista de delincuentes beatificados en este modelo de universidad monárquica de la IV y de la V República.

Los centros de estudiantes universitarios y sus federaciones universitarias muy pronto abandonaron su sentido intrínseco de representación estudiantil y, por tanto, de los derechos y necesidades estudiantiles, para convertirse en antros, donde se negociaba con los rectores posiciones de poder, al igual que con los gobiernos de turno, lo que derivó en el semillero de políticos demagogos reivindicacionistas, con la ideología de la desideología.

Por tanto, no debería extrañarnos la existencia entre nosotros de monstruos de la política, como Tareck El Aissami, Húgbel Roa, Hugo Cabezas, Juan Guaidó y un sinfín de ladrones, traquetos, proxenetas y demás yerbas, que aún permanecen en libertad, tanto del gobierno, como de ciertas oposiciones, que comen del mismo plato del gobierno.

Esto fue lo que sembramos como sociedad y este es el fruto de las entrañas universitarias, no de la izquierda como postura ideológica o forma de vida, que jamás ha estado presente en ninguna parte, aunque se vocifere a una población ignorante, en unos casos, analfabeta funcional y estupidizada, en otros, mediante los mass media y en beneficio de rivalidades políticas que hoy fuerza por el poder político, para sus cambios gatopardianos.

No debería, pues, sorprendernos que abyectas tramas de corrupción en todo los órdenes de la vida social que se sucedían en la IV República, se hayan profundizado y sofisticado en la V República, porque nunca hubo un plan de desarrollo nacional por parte de los gobiernos, al tiempo que las universidades funcionaban y aún funcionan a la deriva, porque nunca han respondido a ningún modelo de país o plan de desarrollo nacional, mientras solo se esconden en conceptos abstractos e intangibles, como: libertad, autonomía, democracia y cuanto remoquete necesitan argüir en su defensa o justificación existencial.

En descargo del sistema educativo de la IV República y de sus dos subsistemas, es de hacer notar que, aunque los gobiernos no respetaban a sus trabajadores, terminaban temiéndoles, porque las luchas reivindicativas y por dignificar medianamente sus salarios, terminaban en luchas encarnizadas, donde la fuerza pública asesinaba estudiantes y líderes, pero los gobiernos terminaban cediendo parcialmente, porque en todas estas luchas estaban cuadros políticos principistas, dispuestos a morir y hacer morir a sus verdugos, radicalizando las luchas y generando crisis de gobernabilidad.

Se hace pertinente hacer notar que a punta de reivindicativismos carentes de fines ulteriores y desideologizados, llegamos a la V República, de la mano del Comandante Hugo Chávez, con buenas intenciones por doquiera, con una gran base social conformada por pobres y gente de la media clase, todos aturdidos de esperanza, buena voluntad y ganas de cambiar el país y la educación, aunque con el predominio de fraseología de izquierda carente de izquierdistas en la conducción real del gobierno y de sus instituciones, experimentos fallidos tras experimentos improvisados, resistencia y boicot de las viudas de la IV República, igualitarismo militante e irracional por todas partes y reacomodo de los mismos corruptos de la IV, más el estreno de nuevos corruptos de la V República.

No ha habido en toda la llamada V República, una ideología sobria que marque el rumbo de la nación, ni formación intelectual que apunte en esa dirección. Los llamados líderes que no son tales, sólo son dirigentes que se montaron en la ola política de Chávez, pero que, tan igual como en el pasado cuartorrepublicano, son muy carentes de formación intelectual, tan atrevidos, que dan conferencias y arengas sobre "Educación, sistema educativo y ciencia", al mismo tiempo que invocan brujos, hechicería y consejas de toda índole, sin rubor. Esto se volvió un pastiche de ignorantes y tracaleros, que se apoyan en los avances de la ingeniería del conocimiento y las aplicaciones robóticas, conocidas como "Inteligencia Artificial", herramientas que los hacen aún más peligrosos y autodestructivos. Lo terrible y que causa hilaridad a la vez, es que engañosamente, vociferan adentrarse en la "Inteligencia Artificial", con docentes en ambos subsistemas educativos, que no tienen teléfonos celulares de tecnología Android o similar, carecen de acceso a internet y wifi en sus casas, de tablets y laptops y no saben absolutamente nada de programar, sencillamente, porque hoy viven en la pobreza extrema y los bonos de chantaje y control social no alcanzan para semejante lujo tecnológico.

En la educación básica y media diversificada no ha habido cambio cualitativo alguno, ni en los formadores, como tampoco en los contenidos de formación, más allá de la burda tendencia del facilismo como recurso pedagógico, con los mismos docentes de estratificación social baja, mal asalariados y sin oportunidades reales de formación profesional de calidad y profundidad de pensamiento. En Venezuela, rico que se respete no permite que su hija o hijo estudie carreras de segunda y cuarta categoría, que tengan que ver con educación y muchacho o muchacha de estratificación social alta jamás pretendería ser maestro o policía.

En cuanto a la población estudiantil, la matrícula escolar creció exponencialmente al principio de la V República, como producto de la euforia revolucionaria que lideró el Comandante Hugo Chávez, en una especie de sueño o ilusión que duró poco tiempo y que el gobierno de Nicolás Maduro se encargó de liquidar y minimizar con mayor dosis de mediocridad y salarios miserables, en abierta violación del artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Hoy, los trabajadores de educación básica y media diversificada, enfrentan un gran deterioro en infraestructura, ausentismo estudiantil por hambre y éxodo de miles de familias y falta de docentes, obreros y empleados, ahuyentados, a falta de salarios dignos.

A los trabajadores de educación de este subsistema el presidente Nicolás Maduro no los respeta, ni les teme. Todo lo contrario, son objeto de agresiones directas y burlas, tanto del mismo presidente, como de sus ministros de educación y de ahí para abajo en la cadena de mando, cada uno trata de malas maneras a los docentes, obreros y empleados.

A los estudiantes solo les llega administración de la miseria e ignorancia aprendida, con chabacanería, vulgaridad y fealdad de todos los procesos educativos, bajo la sombra de Nicolás Maduro Moros. Todo envuelto en un show mediático, ofertas engañosas, planes fallidos mentiras sistemáticas y cárcel para estudiantes menores de edad y estudiantes universitarios, como los que han manifestado su rechazo por el reciente fraude electoral.

En cuanto al subsistema universitario de la V República, no hay nada bueno que agregar y no ha habido cambio alguno significativo, ni siquiera gatopardiano. El Comandante Hugo Chávez antes de morir, convirtió en ley, el Plan de la Patria o plan de desarrollo nacional, aunque las universidades siguieron su camino por su cuenta, enfrentadas, supuestamente, en lo ideológico, pese a que la verdad verdadera, es que se dedicaron a cuidar sus parcelas de poder desde las universidades, enfrentadas, muchas veces, a imbéciles provenientes de estas universidades, en la que unos no tenían la capacidad de controlar las universidades, otros buscaban que todo siguiera igual y otros no tenían la más peregrina idea del cómo hacerlo. Pero todos, a pie juntillas, han dedicado su quehacer ministerial y funcionarial, a emular lo peor de Nicolás Maduro, en una mímesis del mitagógico personaje "Súper Bigote", a falta de epopeya de su creador y gobernante de la nación venezolana.

También, el subsistema universitario ha contado con personajes que desde su cartera ministerial, más audaces en cuanto al latrocinio, vaciaron, por ejemplo, los fondos de los servicios de hospitalización, cirugía y maternidad (HCM), de los trabajadores de la educación, limpiaron los estacionamientos del ministerio a su cargo, que estaban repletos de camionetas de alta gama y fueron desincorporadas para ser vendidas como chatarra y revendidas en sus agencias privadas de vehículos, entre otras tantas bagatelas.

Resulta que los rectores y demás autoridades electas de las universidades tradicionales electos en la IV República se eternizaron en la V República, mientras el gobierno de Nicolás Maduro, por conveniencia, permitió esta eternización en los cargos, cual reyes, solo reemplazados a dedo gubernamental, por sucesores después de muertos, como han sido los casos en los últimos 20 años.

Por otra parte, la desalarización de los trabajadores y violación del artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV:1999), por parte del Presidente Nicolás Maduro, llegó al Zénit de su cinismo, cuando liquidó toda forma democrática contractual, con el infausto Instrumento de la ONAPRE, precedido de la miserabilización de las universidades, la desmovilización del movimiento estudiantil y la pulverización de las universidades, mientras fundaba remedos de universidades improvisadas, a diestra y siniestra, con autoridades universitarias sacadas de entre personas que no sabían nada de universidad y nunca en su vida han ejercido la docencia universitaria, repartiendo títulos de doctores a granel, designando como cuotas de poder a militares en cargos rectorales universitarios y promoviendo la piratería del conocimiento para destruir las cimientes del saber, aunque bordeando y manipulando las normativas y estructuras monárquicas del modelo de universidad cuartorrepublicana, como la liquidación del derecho al voto de obreros, empleados, profesores instructores y micro décimas del valor del voto estudiantil.

A esta dantesca tragedia universitaria, se suma el éxodo de estudiantes, empleados y profesores, que han tenido que huir del país buscando dónde trabajar, comer y vivir dignamente.

Hoy, los espacios o sedes universitarias están desolados, con escaso personal que intenta sobrevivir en las universidades, al tiempo que sin querer, quienes han quedado en los espacios universitarios, pretenden normalizar la vida universitaria dentro de un caos y anormalidad, que favorecen la farsa gubernamental, al mismo tiempo que el gobierno del presidente Nicolás Maduro montó otra de sus farsas, con las llamadas brigadas cívico militares, para maquillar las infraestructuras con remiendos y dar la sensación de funcionamiento y normalidad que no existen, ni siquiera en las universidades llamadas en la jerga venezolana "tapa amarilla", por su piratería e improvisación en todos los órdenes académicos, más que mediocres, pésimos en su formación, con las graves consecuencias que, día a día, se empiezan a notar en los espacios laborales y de la caótica vida social.

Las graves consecuencias de este desastre causado bajo la conducción y gobierno, ex profeso, de Nicolás Maduro, ya se han hecho sentir y el daño será generacional, por unas cuantas tantas décadas: los médicos especialistas empiezan a escasear, mientras que pululan otros médicos integrales, muy mal formados profesionalmente; el ejercicio de la docencia en todos los niveles del sistema educativo ha quedado aún más degradado, con personas de muy bajo nivel socioeconómico y de muy escasa formación académico intelectual, entre personas de muy baja autoestima, que no son capaces de ganarse la vida en otro oficio más digno y de mayor exigencia, a cambio de esos salarios envilecedores; hoy tenemos profesionales y personas que exhiben su ignorancia y bajo nivel, desde su habla espontánea y cotidiana y que, además, aparecen mediáticamente con expresiones, tales como: "mas sin embargo", "haiga", "habemos", saludar" (tarzaneo oracional), etcétera; y otros seres que para ocultar sus limitaciones lingüísticas, de expresión y mentales, solo utilizan tiempos verbales simples, omitiendo los compuestos. El resto de profesionales como ingenieros, químicos, farmaceutas, entre tantas otras profesiones necesarias para el desarrollo nacional, se han ido del país, han emigrado obligados por las circunstancias, porque no hay razón para vivir miserablemente y ser masoquista, en una resistencia pasiva por tantos años de lacras gubernamentales.

El caso es que las universidades en la V República no gozan de prestigio, no tienen fuerza para sobrevivir, sus gremios quedaron agotados después de tanto conspirar para derrocar al Comandante Hugo Chávez y, hoy no tienen fuerza, ni líderes, ni afiliados a quiénes representar, además de que muchos de los que hoy ocupan esos puestos son pobres seres, que no saben qué hacer y no dirigen ni sus propios pasos, mientras que los gremios que se suponía que representaban a sus agremiados y a los trabajadores, en general, terminaron siendo una manga de serviles oportunistas y mandaderos del ministro de turno y del presidente Nicolás Maduro, a cambio de un plato de lentejas y de privilegios inmerecidos, que reciben del gobierno en este desastre económico y dolarizado, que hasta el presente padecen los venezolanos honestos y trabajadores.

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, nunca ha respetado a los trabajadores de educación y tampoco les teme. Y así seguirá sucediendo, con mayor rigor, luego del fraude electoral cometido por él y sus cómplices el pasado 28 de julio del 2024, que lo llevará a formalizar su fraude el próximo 10 de enero del 2025, lo que obligará a mantener a todo el sistema educativo, más que en la mediocridad, liquidado, inerme y desarticulado, bajo el terror, cárcel, miseria y muerte, hasta nuevo aviso o hasta que se profundice la crisis de gobernabilidad.

A la presente fecha, culminando el año 2024, el presidente Nicolás Maduro comenzó su retirada pa’lante y lo que queda del sistema educativo venezolano cayó de mediocre a pésimo. De allí que en Venezuela vale más la promoción de un atleta o cantante de reguetón, que la excelencia académica de un estudiante.

Hoy, un profesor universitario con doctorado carece de todo valor profesional y, por ende, de estima social (más allá de cualquier fraseología romántica o adulación existencial), mientras que en Venezuela nos hemos dado el lujo de tener un ministro de educación universitaria quien es cocainómano y ladrón (hoy, convertido en un millonario preso, de la trama PDVSA-CRIPTO), que hasta hace poco era del entorno presidencial, le bautizaron y celebraron un libro en una feria capitalina a semejante prócer.

Así de mal estamos en el sistema educativo venezolano, pasando los límites de la mediocridad hacia lo peor y el colapso de todo el sistema educativo.

Por las razones expuestas, ut supra, hemos de entender que los presos por corrupción que hoy nos exhiben en bragas en esta farsa de Nicolás Maduro, en poco tiempo saldrán como millonarios, a gozar de lo robado a la nación, mientras los trabajadores del sector educación seguirán muriendo de mengua unos, otros yéndose a rastras a cualquier país que los aloje y los menos, sobrevivirán como esclavos en la mengua de miserables bonos y salarios, hasta desfallecer, de una u otra forma, hasta morir.

Urge, entonces, purgar el país de corruptos y alcanzar un Pacto Histórico Nacional, en donde la educación formal cobre sentido y responda a un proyecto de desarrollo nacional, que nos libere de las taras que nos han agobiado desde 1830 y que nos han llevado al colapso en la última década de este siglo XXI. Finalmente, considero que esta enumeración caótica y dar cuenta de lo que todos sabemos, de algo tiene que servir, al menos, como testimonio no canónico acerca de los responsables directos de esta tragedia. No solo con cambio de gobierno cambiarán las cosas.



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Luis Alexander Pino Araque


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