¡Al Maestro con cariño...No es a Sidney, es a Aristóbulo!

En días pasados tuve la ocasión de escuchar atentamente al profesor Aristóbulo Istúriz, refiriéndose a la necesidad del relanzamiento de las Misiones Educativas, para adecuarlas a la nueva Ley Orgánica de Educación LOE.
En sintonía con su pensamiento, considero que así tiene que ser y, como hay otros detalles que me parece justo tomar en cuenta, voy a utilizar como plataforma para exponerlos, la amena conversación que el querido Maestro sostuvo con las responsables de las Misiones Robinson y Sucre. En primer lugar, hacía mención a la calidad educativa y explicaba maravillosamente bien que la masificación de la educación no debe estar reñida ni con la calidad ni con el cientificismo; pero ¿Cómo pensar en "calidad" para las Misiones, si quienes las conformamos, como docentes, venimos del sistema universitario tradicional? Ese sistema que cree en titulismo y escalafón, ese sistema que considera que quienes poseemos postgrado somos "mejores", más" conscientes de la realidad y de la necesidad de transformarla" y más "preparados" que aquellos que no han tenido la oportunidad de obtener otro título, más allá del que lo certifica como profesional de x área, pero que se autoforma integralmente día a día y para el cual "también hay oportunidad, a través de concursos", donde se conoce que tendrá más posibilidad aquel que posea más cartones a pesar de lo obsoleto que pueda resultar su postgrado, hecho en el año cataplún y en la mercadería del saber, no sólo hablo de las universidades privadas sino de las públicas, en las cuales todo diplomado, maestría o doctorado tiene su precio en bolívares.

Desde mi experiencia, he podido constatar que profesionales que han realizado "componente docente" y han obtenido la máxima puntuación, dejan mucho que desear como facilitadores, pues reproducen la vieja práctica aún siendo jóvenes y quieren tratar al estudiante como ellos fueron tratados, amén de evidente limitación en la expresión oral y escrita. Lamentablemente a esto no escapa el docente egresado de Educación y repito, recalco, desde mi experiencia, no queriendo herir susceptibilidades.

Es necesario hacer un alto y mirar con detenimiento de qué manera somos seleccionados, porque creo firmemente que tanto en las universidades tradicionales como en las de la nueva institucionalidad hay profesores que necesitan mayor y nueva formación y a mi juicio, podrían estar realizando otras actividades dentro de la institución sin que considere que vaya en menoscabo de su condición, a la par que se forma.

La prevención del modelo deformado que hemos heredado se lograría articulando el conocimiento científico-académico con el desarrollo personal y desde la práctica de la honestidad, reconociendo nuestra debilidad individual analizando el "daño" en lo colectivo.Para ello, tendría que organizarse un curso obligatorio para todo el que se desempeña como docente universitario, que contemple los preceptos del plan nacional de desarrollo y que asegure la internalización de lo sublime del acto de educar así como la inmensa responsabilidad que acarrea, no sólo por el contenido académico sino por el componente humano, que tantas veces ha quedado a merced del formador, siendo vulnerable el estudiante que hasta ha sido capaz de desertar y convertirse, a través de un rechazo consciente o inconsciente, interno y externo, en un individuo nocivo que pudo haber sido un benefactor social.
Por otra parte, considero que habría que tomar en cuenta a aquellos docentes de Misión Sucre que hacen vida en los programas de formación de las universidades, que no teniendo más empleo y por consiguiente, careciendo de otros ingresos económicos, pudieran ser absorbidos por las instituciones. No con esto digo que tenga que ser a todos, pues la mayoría son profesionales que hacen su aporte loablemente voluntario y trabajan en otros sitios devengando salario, sino a aquellos quienes realmente demuestren que no desempeñan otra función, pues me consta que existen y están necesitados.

No me cansaré de reiterar que los concursos tienen que ser revisados y realizarse bajo unos parámetros que garanticen la igualdad de condiciones, así como también la eliminación de la oprobiosa separación por escalafón. Quienes habiendo hecho carrera docente hubieran alcanzado el máximo grado, hoy día no tendrían porque albergar temor pues quedarían equiparados con el grado III de la nueva propuesta que me he atrevido a hacer y que ojalá pudiera concretarse, en beneficio de todos y en detrimento de nadie.
Por la equidad, justicia social y dignificación de nuestra educación: Patria,

Socialismo o muerte.¡VENCEREMOS!



(*) Docente (por ahora, pues estoy renuente a concursar bajo los actuales requisitos in garantes de calidad humanística y formación integral) a dedicación exclusiva en el Programa de Medicina Integral Comunitaria. UBV MONAGAS, SEDE MATURÍN.
rosario.agreda@gmail.com


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