Subsidio a combustibles: ¿Pérdida contable o ganancia social?

La pérdida contable representa una disminución de una parte de los bienes y derechos de la empresa (activos). El término pérdida también se aplica a resultados negativos, que vienen determinados por la diferencia entre los ingresos (ventas, prestación de servicios, etc.) y los gastos necesarios para generar dichas ventas (compras, gastos salariales, gastos generales, etc.) durante un ejercicio (,,) No se deben confundir los conceptos de gastos y pérdidas, ya que aunque ambos se agrupan bajo la misma rúbrica por tener el mismo efecto contable, los gastos representan recursos empleados en servicios o bienes que se consumen con el fin de generar utilidades, mientras que las pérdidas representan gastos que no generan dichas utilidades (Licda. Pilar Yubero Hermosa)

Aunque no es mi costumbre iniciar mis humildes opiniones confrontando disciplinas académicas, esta vez me parece pertinente hacer un breve comentario sobre una de las diferencias fundamentales entre las denominadas ciencias exactas y las nombradas ciencias sociales.

En el caso de las ciencias “exactas” en estas predominan las matemáticas, la física, y la química. Para estas disciplinas lo esencial es la matematización y cuantificación de lo que sucede a su alrededor. Salvo especiales excepciones, como Corpérnico, Galileo, Albert Einstein y otros pocos pensadores brillantes, el resto de los que han escogido estas disciplinas tienden a considerarla políticamente neutra y por lo tanto los éxitos y fracasos van más agarrados de los números que de las manos y del corazón de los   seres humanos.

Con relación a las ciencias sociales, si bien también tienen un componente auxiliar de conocimiento de las ciencias denominadas exactas, es indudable que su visión va más allá de los números y saberes conexos, y por el contrario se insertan con mayor arraigo en el sentimiento y las necesidades humanas, razón por la cual los fenómenos que afectan el bienestar de la sociedad son eminentemente políticos y por ende no se les debe ubicar como neutros a la hora de tomar decisiones.

De esta breve introducción es fácil inferir que cuando se trata de interpretar y llegar a conclusiones sobre la base casi estricta de mediciones cuantitativas como lo es por ejemplo la determinación de una ganancia o pérdida contable, estamos en presencia de profesionales que posiblemente  de manera subconsciente solapan el interés macrosocial bajo la creencia de que problemas como el tratamiento del consumo y/o subsidio  de los combustibles  obedece más a resultados matemáticos  que a políticas de Estado en función del bienestar del colectivo nacional.

En este sentido tienden a semejarse a los empresarios privados, donde la rentabilidad económica-financiera es su verdadero dios, sin menoscabo que en algunos momentos sus acciones atiendan a consideraciones de orden político o  social.  

Por otra parte, son conocidas  las dos grandes concepciones filosóficas, políticas y económicas que predominan en el presente siglo,  las que justifican  la existencia del sistema capitalista o las que promueven el sistema socialista como modos de trabajo y vida en general.

Como es sabido, el sistema capitalista privilegia desde la posesión privada de los medios de producción, pasando por la explotación del ser humano por el mismo humano, la creación de tecnologías y técnicas agroindustriales, hasta llegar a sintetizar su actividad en la acumulación de inmensas riquezas en manos de una minoría de propietarios capaces de influir decisivamente en el pensar y acción de la mayor parte de los seres humanos del planeta.

No cabe la menor duda, que la filosofía o ideología que orienta a los capitalistas es el lucro desmedido, lo que los lleva a generar políticas de todo tipo capaces de cumplir con ese cometido que actúa como sinónimo de “bienestar y de justicia” según su egoísta óptica.

Sin embargo, cuando vemos los balances y estados de resultados (ganancias y pérdidas) de las grandes corporaciones, se observa que no todos sus inmensos ingresos se destinan a la acumulación con avara postura. También allí hay importantes partidas destinadas a subsidiar sus fundaciones “sin fines de lucro”, a gestiones diplomáticas, a las principales religiones del mundo, a  misioneros “caritativos” y     hasta ejércitos  que invaden a países en el tercer mundo con la mayor diplomacia posible y por supuesto en nombre de la libertad.

Cuando las transnacionales y empresarios nacionales muestran sus “Estados de Resultados” ellos consideran dentro de sus egresos los diversos tipos de subsidios o “gastos” que hemos supra citado. A nadie de sus ejecutivos se le ocurriría expresar que estas erogaciones son “pérdidas” sino que las contabilizan como subsidios o algo similar a su actividad de relaciones públicas y de fijación de una imagen “gentil” en los países y las comunidades donde actúan.

Dentro de la filosofía del capital, lo esencial es que el resultado final de del proceso productivo o de servicios que lidera exprese ganancias, independientemente de que hayan partidas (costos o gastos) que castiguen parte sus inmensas fortunas. En todo caso, no cabe duda que su visión global empresarial es el de presentar  una alta rentabilidad (G. y P.) que en el balance general de su gestión exprese un incremento de su capital social neto el cual valorice de manera óptima a sus acciones y cualquier otro tipo de papel o títulos valores  negociables.

En consecuencia, a ningún capitalista sensato, se le ocurriría  solicitar que su empresa se dedique a presupuestar  y a ejecutar solo lo estrictamente necesario para  cubrir los costos operacionales  y gastos conexos. En este sentido la lógica del capital no llega a extremos tan infantiles como el no querer “echarle algunos granos de maíz a las gallinas para que estas coman”, ellos muy bien saben que al final lo que cuenta es el balance positivo de su gestión empresarial. Hasta aquí ¿Es muy difícil habernos sabido explicar?

En cuanto a la filosofía, principios y valores que deberían regir a un gobierno que intente transformar la sociedad vía socialismo, es evidente las empresas poseídas por el Estado, total o parcialmente deben generar ganancias con fines sociales, así como para su propio mantenimiento y expansión razonable.  Nadie discute que en la medida de lo posible, la gestión empresarial del colectivo debe ser generadora de riqueza social, pero no tan al extremo que deba compararse con la gestión del empresario capitalista y muchos menos sacrificar el bienestar de la sociedad en aras de una rentabilidad per se.

Si tomamos como ejemplo el caso de Petróleos de Venezuela (PDVSA), se conoce por sus estados financieros que sus resultados son  positivos, lo cual obedece a que la mayor parte de su producción, más de 2.9 millones de barriles diarios,  se coloca en el mercado a precios internacionales, siendo que un barril de petróleo anda cerca de US $ 100. Salvo que su administración sea muy pésima, estamos en presencia de una empresa con altos rendimientos a nivel mundial.

Sin embargo, con increíble estupefacción, hemos escuchado algunos altos personeros del gobierno bolivariano que se autocalifican de socialistas, que se muestran alarmados porque los precios internos de los combustibles “generan pérdidas” a la principal empresa del Estado.

Veamos a continuación los principales  argumentos tecnocráticos  que nos intentan “vender”:

  • Los costos de producción implican para PDVSA, pagar exploración, explotación, refinación, almacenamiento, transporte  y comercialización, erogaciones que no son cubiertas por el precio  actual interno.
  • El subsidio del combustible en Venezuela por parte del Estado representa una pérdida de US $  12.592 millones anuales, a causa de la diferencia entre costos de producción y el  precio  de venta.
  • Actualmente la comercialización de las gasolinas de 91 y 95 octanos, dejan un saldo negativo diario Bs. 38 y 86 millones respectivamente, congelado desde hace 17 años en Bs. 0.070 y Bs. 0.097 por litro y la estructura de costos que oscila entre Bs. 2.4 y 2.7.
  • En el caso del diesel, el precio de venta es de Bs. 0,048 por litro, lo que implica una pérdida  de Bs. 89 millones diarios, frente a un costo de producción de Bs. 2,4 por litro.
  • Hay un parque automotor, que alcanza a 4.150. 000 vehículos (de estos sólo el 4 % usa gas).  Dado lo barato del precio de los combustibles, en Venezuela se consumen cerca de 700.000 barriles diarios (nos suponemos que esto incluye lo que se llevan a los países vecinos)
  • Con el precio de  una botella de agua mineral de Bs. 7, se compran actualmente 72 litros de gasolina de 95 octanos  ¿Es  del agua potable que venden en botellas o en garrafas la que  tiene un precio  razonable   o más bien tiende a ser especulativo? ¿Se ha hecho un estudio de costos y precios en esta área de bienes para el consumo  humano, la cual por cierto  está manejada por empresas de dudosa reputación?
  • Venezuela es el país del mundo con el precio de la gasolina más bajo y si se “ajusta” su precio, los empresarios pagarán más por la gasolina  de lo que actualmente sufragan.
  • Para concluir sus declaraciones a la prensa del día 04.08.2014, el Ing. Rafael Ramírez, vocero del Ejecutivo Nacional, se expresó así: Estamos pagando para que la gente consuma gasolina” (…) Eso hay que corregirlo”

Es evidente que la  supra preocupación que invade a parte del alto gobierno, va dirigida a justificar un incremento en el precio de los combustibles,  bajo el argumento que se está regalando el petróleo a los venezolanos, ya que su precio es tan barato que su  rentabilidad  es  negativa.

Por otra parte argumentan dichos señores, que el aumento se haría con tanta sutileza que esto no incidiría en el incremento de la inflación, ya que mediante la redistribución de parte de lo recuperado, el pueblo podrá seguir siendo feliz.

Ante tan ingeniosa  argumentación, buena parte de la población se pregunta: ¿Es que la ideología de la rentabilidad capitalista puede hasta ser menos perversa que la ideología disfrazada de socialista? ¿Cómo es que les cueste tanto asimilar el precio interno de los combustibles a una especie de subsidio tanto para los consumidores de a pié como para los productores del campo y la ciudad?  ¿De verdad creen los proponentes “protectores“ y “correctores” que la injusticia social es consecuencia de que millones de residentes en el país, disfruten  de precios muy bajos del combustible o más bien es el resultado del sistema capitalista y parasitario que todavía predomina? ¿Por qué seguir pensando y actuando con visión lucrativa y rentista, olvidando que hay otras vías para aproximarnos a la justicia social?

Por ejemplo: si no se modifica el precio actual, es evidente que los empresarios seguirán ahorrando dinero y por esta vía contribuyendo menos con el Estado, pero si las declaraciones al I.S.L.R. son veraces, es indudable que si los empresarios han gastado menos en combustibles, lógicamente sus costos y gastos serán menores y por ende la utilidad gravable o imponible  debería ser mayor. En otras palabras el impuesto aplicado pudiese actuar como un factor de corrección ante un precio bajo del combustible ¿Será que los controles tributarios han sido  tan deficientes que en la actualidad   no se confía en ellos?

Si fuese cierto que las  transnacionales, empresas  nacionales y altos empresarios, en los 9 años que funcionó el control de cambios (CADIVI, SITME y similares)  recibieron casi US$ 250 mil millones, y que estos se apropiaron,  al estilo de la más  amponil  mafia que se haya conocido,   casi US $ 60.000 millones, sin que hasta ahora se haya imputado a esta jauría de gánsteres ¿pudiese ser válido entonces, pensar que primero hay que penalizar y confiscar los bienes a los hampones que resulten culpables,  adicional  instalar sistemas y procedimientos idóneos-efectivos en materia fiscal, monetaria y cambiaria, antes que  eliminar el subsidio de los combustibles a la inmensa población Venezolana?

¿Cómo se explica que el sistema aduanero y tributario en el país sea tan amigable con los grandes capitales, que como resultado se tenga una recaudación que no llega de a un tercio en términos proporcionales de los ingresos que reciben los países capitalistas “desarrollados”? ¿Qué se ha hecho para invalidar o como se le quiera llamar a los convenios de no doble tributación? (por estos convenios las transnacionales casi no pagan impuestos en Venezuela, el Dr. Luis Britto García, afirma que anualmente dejan de pagar cerca de US$ 20.000 millones).   ¿Hasta cuándo se critica al imperialismo y sus lacayos, pero en el campo fiscal se les sigue tratando como corderos incapaces de conspirar contra las instituciones bolivarianas?

A modo de resumen,  se muestran a continuación los prioritarios problemas que deberíamos resolver antes de pensar en incrementar  el precio de los combustibles:

  • Reformar a profundidad las leyes aduaneras y tributarias que actualmente rigen en el país, en especial el Impuesto sobre la Renta para que los que más ganen paguen lo que en realidad les corresponde (con las tarifas, las exenciones y las rebajas actuales, es muy poco lo que se puede recaudar).  No hablamos de una revolución fiscal, toda vez que esto implicaría adecuar primero la economía y las finanzas a un sistema socialista que en  estos  momentos  no  existe. ¿Es posible que la Asamblea Nacional,  con la mayoría absoluta que tienen los socialistas, pudiese contribuir a disminuir la inmensa elusión fiscal?
  • Generar un proceso de concienciación y profesionalización del personal aduanero y tributario, de las fuerzas militares que cuidan nuestras fronteras, de los servicios de inteligencia y otros entes de todos los niveles,  en función de identificarlo con los intereses del país, y así apartarlos de prácticas delictivas y mafiosas  que aúpan la evasión fiscal y el contrabando ¿Es muy difícil explicarnos que si el talento humano en buena parte está dañado, es casi imposible que la recaudación se ponga al nivel de otros países del continente?  ¿Pueden valer por sí solos la instalación de equipos y procedimientos sofisticados en las aduanas y el control de los impuestos en general, si en buena parte del personal ejecutivo, contralor y fiscalizador   no hay compromiso militante  con  la nación venezolana? 
  • Generar sistemas y procedimientos altamente automatizados y comunicados en red, que hagan posible aproximarse al verdadero potencial de ingresos y ganancias  que las transnacionales,   empresas nacionales y personas naturales deberían declarar y pagar al Estado venezolano. En todo caso, debemos tener claro que las máquinas y equipos en general por si solos no piensan, que además un sistema puede lucir muy inteligente, pero mucho más genial es el cerebro humano ¿Es difícil explicarnos por donde debemos comenzar?
  • Generar políticas monetarias y cambiarias que  fortalezcan la moneda nacional y eviten el acaparamiento de las divisas por sectores financieros que actúan como especuladores en el mercado, estimulando de esta manera a que la capacidad de compra de divisas por parte del bolívar se reduzca considerablemente, lo cual favorece al crecimiento del US $ paralelo.
  • Hacer los cambios que se consideren pertinentes para lograr combatir a fondo la corrupción, el contrabando y la evasión fiscal. Mientras  parte de los que dirigen y “controlan” sean cómplices de la corrupción y sus vicios conexos, es muy poco lo que se logrará  en función de cubrir el déficit fiscal que últimamente tanto preocupa a nuestro progresista gobierno ¿Realmente las inmensas sumas de dinero que se gastan para sostener a la C.G.R.,  otras contralorías  menores y oficinas de auditorias internas y servicios de inteligencia, son justificadas con los resultados alcanzados contra la corrupción imperante?   ¿Es muy difícil explicarnos que cuando la corrupción se apodera de la gestión pública y privada, es casi imposible que algún presupuesto alcance para satisfacer las necesidades colectivas?
  • Presentar propuestas de solución y actuar en consecuencia para mejorar sustancialmente la gestión de la Fiscalía General de la República y del Poder Judicial en general. Partiendo de un supuesto de dudosa credibilidad de que todos las acciones públicas y privadas que preceden al trabajo de los tribunales fuesen correctas, cabría preguntar: ¿Es  cierto o no que todavía en materia económica, financiera, Fiscal y ramas conexas, desde los tiempos de la IV República hasta ahora, la impunidad sigue predominado en este país?

En síntesis, pudiésemos afirmar que la verdadera ganancia social (alta calidad de vida etc)  la vamos a conseguir  sincerando  la gestión fiscal (tributaria y conexos),  mejorando  el grado de conciencia social del talento humano,  del accionar contralor y la gestión de los diversos cuerpos de inteligencia del país, así como demostrar una  actitud valiente y  sin tregua que debería  ser impulsada por los magistrados y jueces del  poder judicial entre los cuales hay algunos de honorable trayectoria.

 En consecuencia, reducir el problema inmenso que tiene la justicia social en Venezuela a una sola arista como puede ser  la “pérdida contable”   originada por la comercialización interna de los hidrocarburos, es un enfoque que por venir de  los sabios y comprometidos ingenieros que dirigen nuestra economía  y  finanzas, respetamos pero que de ninguna manera, con el debido respeto, podemos compartir.

Extraer del bolsillo de los que menos tienen los recursos para nivelar la economía, de ninguna manera parece una solución próxima al  socialismo, sino más bien confirma una tendencia a conciliar con los grandes empresarios que actúan en Venezuela. Más bien lo más idóneo  sería  abaratar el costo de la vida y con ello la rebajar la inflación,  vía que parece  más próxima a la prédica socialista ¿Quién después de las aclaratorias que se han suministrado seguirá insistiendo que un subsidio es una pérdida contable?,  o   es que ¿acaso no somos el país con las mayores reservas petroleras del mundo?

Para finalizar recordemos, que por más que el Estado Venezolano trate con guantes de seda al gran capital, esta amable postura nunca será suficiente para que estas organizadas mafias se calmen en su empeño de restaurar su sistema de dominación  por completo y con ello el reino de terror que acostumbran acompañar a sus  ”pacíficos” y triunfalistas actos.  ¿Seguiremos siendo ingenuos e ilusos ante la amenaza permanente que se cierne sobre el país? Por favor no les demos más armas al adversario, no permitamos que utilicen como bandera el incremento de los combustibles para seguir especulando y saqueando los recursos del pueblo. Por favor ya es hora para despertar de esta pesadilla que con ingeniosa audacia y astucia las clases ricas y sus colaboradores internos intentan implantar. Definitivamente digamos NO al incremento citado del precio, y exclamemos  con nuestro gran líder, Simón Bolívar: ¡Vacilar es perdernos..!

Observación final: se recomienda leer el artículo titulado “Gasolina inflamable: ¿Para solapar el paraíso fiscal que somos?” (por Yolí J. Núñez O-Consultor de Dirección- publicado en Aporrea.org  el   5.8.14). 



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Yolí José Núñez O.


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