Por decreto ejecutivo el presidente Maduro, crea el 10 de febrero según Gaceta Oficial Nº 40.845, la Compañía Anónima Militar de industrias mineras, petroleras y de gas (CAMIMPEG). El nombre abarca múltiples actividades, tan sólo le faltaría la de, Registro Civil, para asentar partidas de nacimiento, matrimonios y defunciones. Como su nombre lo indica, será administrada por la Fuerza Armada para su financiamiento, además del que percibe por la Ley de Presupuesto Nacional. La idea debe tener inspiración en algún país, por ejemplo Egipto, donde el ejército, además de administrar el Canal de Suez como patrimonio exclusivo, tiene asignadas algunas ramas de la industria nacional (el turismo de la egiptología): dos grandes fuentes de riqueza egipcia.
La creación de dicha Compañía Anónima debe formar parte de alguna cláusula secreta del “Plan de la Patria”, algo así como “el secreto de Fátima”, que el “comandante eterno”, antes de morir, envuelto en su aureola de santidad, le comunicó de manera muy confidencial a su benjamín, vidente y albacea, Nicolás Maduro Moros. Voluntad del “comandante eterno” que debía permanecer en secreto un tiempo prudencial luego de su ascensión al cielo del “cuartel de la montaña. Secreto a ser revelado sólo en caso de extrema gravedad política, que pusiera en peligro la continuidad de la Revolución Bolivariana, concebida, a imitación del nazismo hitleriano, para durar mil años. De ahora en adelante, la Fuerza Armada, como su nombre lo indica, no sólo está armada con aviones, barcos, tanques y fusiles, pasa a estar armada con los recursos naturales más apetecibles de la riqueza nacional.
Según el Artículo 150 de la Constitución, “la celebración de contratos de interés público nacional requerirá la aprobación de la Asamblea Nacional en los casos que determine la ley.”
La creación de esta Compañía Anónima, en el fondo ¿No es una forma de privatización? El petróleo, el gas y los minerales dejan de ser de todos los venezolanos y pasan a ser del partido militar c.a. De la misma manera que un civil no puede hacer uso de un avión, barco, tanque o fusil, tampoco podrá utilizar el petróleo, el gas, los minerales para su uso y usufructo. ¿Por qué en lugar de hacer la Compañía Anónima con los militares no hacerla con las universidades que disponen de las capacidades científicas y tecnológicas para el desarrollo de las explotaciones hidrocarboníferas y mineras? ¿Qué capacidad científica tienen las academias militares para incursionar en el manejo tecnológico y económico de la riqueza nacional? ¿Por qué ese odio de los militares y del gobierno chavista hacia las universidades? ¿Por qué, validos del poder pretenden apoderarse de las riquezas del país y crear un Estado dentro del Estado? Las riquezas del país son patrimonio de todos los venezolanos. (Artículo 12 de la Constitución Nacional)
¿Además del poder de las armas, los militares van a disponer del poder económico para ahondar las diferencias entre civiles y militares y transformarse en casta privilegiada? Los venezolanos no podemos dejar pasar ese strike sin tirarle el batazo que lo contenga y lo derribe. El pueblo venezolano no puede permitir semejante arbitrariedad, abuso de poder, apropiación de la riqueza del país por un sector de la población, por el sólo hecho de poseer el poder de las armas, entregadas para la defensa de la soberanía que radica en el pueblo.
Si ante el desastre económico en que nos encontramos, hay visos de rebelión popular, el despojo de las riquezas naturales del país por el partido militar c.a., es un incentivo más para hacer uso de la rebelión y protesta ciudadana Desde la izquierda clasista, revolucionaria, proletaria y socialista, llamamos a librar la lucha contra el despojo que se nos quiere hacer, por la creación inconsulta de la Compañía Anónima, entre gallos y medianoche, y de forma subversiva se repite el golpe de Estado puchista que pone en poder de los militares las riquezas más apetecibles del país. Decisión del Ejecutivo Nacional, arbitraria, que viola la norma constitucional de la democracia participativa y protagónica. Tantas violaciones de la Constitución Nacional convierten al gobierno en delincuente. ¡Hay una rebelión popular en puerta! Atizada por las inconsecuencias del gobierno.
Siempre que la crisis económica deja sentir sus devastadores efectos, de inmediato surge el tema del rentismo petrolero. Chivo expiatorio de los descalabros administrativos de los gobiernos. La acusación contra el rentismo petrolero la utilizó el presidente Betancourt para denigrar del extraordinario desarrollo económico del gobierno del presidente Pérez Jiménez. Aquella extraordinaria obra de infraestructura en cada pueblo y ciudad del país, fue señalada de faraónica, ornamental, suntuosa, en consecuencia despilfarradora, sólo posible por el rentismo petrolero. ¿Qué sería de Caracas sin la autopista a La Guaira? ¿Qué sería de Maracaibo sin el puente? ¿Qué sería del turismo en Mérida sin el teleférico más largo y alto del mundo?
Años más tarde, durante la presidencia de Lusinchi, ante el acoso por el pago de la deuda externa, de nuevo se señala el rentismo petrolero como causante de la crisis y se decreta el fin de la era petrolera. El pregón oficial decía: -“El venezolano debe volver al cultivo de la tierra, a la cría de animales, debe volver a la economía del cacao y el café, a la tradición agrícola”. Era el discurso de preparación sicológica de la población hacia el plan privatizador que gestaba el imperialismo por medio de su lacayo de turno Carlos Andrés Pérez.
Hoy, de nuevo, el mismo discurso del fin del rentismo petrolero, se utiliza como argumento para cometer el desafuero de la privatización de las riquezas del país y su entrega al partido militar c.a. Este hecho trae una vez más al léxico político, el tema del “partido militar”, cuya reaparición en la política activa, ocurre por el golpe puchista (Push) del 4 de febrero de 1992, protagonizado por la deserción de un grupo de militares, luego de haber permanecido durante cuarenta años al servicio de los gobiernos adeco/católico/ copeyanos. Resulta interesante definir ¿Qué es el partido militar? ¿Cómo funciona? Para ello es necesario repetir conceptos que hemos expuesto en escritos anteriores.
Militarismo: el partido militar.
La llamada revolución bolivariana, de signo militarista, nació en los cuarteles, ajena a las mayorías nacionales, y se mantiene en los cuarteles. Es el retorno de los militares luego de cuarenta años al servicio de los intereses del imperialismo y de dos partidos políticos (AD, Copei), que se turnaron en el gobierno y frenaron la gran obra de trasformación del país hacia la modernidad, comenzada en la década de los años cincuenta del siglo pasado. Gobiernos al servicio de intereses foráneos, respaldados por las armas de los militares que apuntaban siempre contra las mayorías nacionales para impedir el reclamo de los derechos políticos y las reivindicaciones sociales más elementales, en lugar de apuntarlas contra los enemigos de esas conquistas sociales: la burguesía, las transnacionales (Iglesia católica) y el imperialismo.
Para los militares era necesario retomar el programa de gobierno del Nuevo Ideal Nacional, pero en lugar de sustentarlo en la represión (Vallenilla Lanz y Pedro Estrada), hacerlo en el libre juego democrático. Las bayonetas si no están de punta, también sirven para sentarse.
El único partido político que en Venezuela funciona a tiempo completo es el partido militar. Como partido está perfectamente estructurado, tiene todo, no le falta nada. Tiene normas, el Estatuto militar, que reglamenta su funcionamiento. Tiene casa principal en Caracas, con seccionales en todo el país: cuarteles, guarniciones militares, puestos de comando. Tiene academias para la formación de los cuadros del partido en la ideología militar. A diferencia de los partidos políticos que sólo funcionan en época de elecciones, el partido militar funciona las veinticuatro horas del día, los 365 días del año. Sus líderes, a falta de ¿qué hacer? hablan de política, hablan del acontecer nacional sustentado en los partes que reciben de las seccionales del partido en el país. Su gran poder radica en saber todo lo que los demás partidos no saben. Tiene red de inteligencia para investigar las actividades de los otros partidos, con especial fijeza, en los partidos de izquierda, por cuanto el partido militar siempre ha sido aliado incondicional de la derecha: la oligarquía, la jerarquía católica e intereses foráneos.
Los militares poseen la información que les permite saber en cada región quienes son los militantes de la izquierda que durante años participaron en la lucha. A esa izquierda no le está permitida la participación política, experiencia personal vivida durante estos 17 años. Experiencia ratificada por camaradas exguerrilleros y por intelectuales de la izquierda incorruptible. El chavismo –como partido militar – nació eunuco al carecer de elite intelectual, con claridad ideológica, para emprender el proceso de transformación revolucionaria.
En las academias militares no enseñan teoría y práctica revolucionaria. Mucho menos socialismo. La actitud de la izquierda clasista y revolucionaria ha sido calificada de radicalismo, divisionismo. Esa izquierda no ha tenido cabida en el acontecer político nacional de los últimos 17 años y se la ha mantenido como lo que siempre han sido ¡Enemiga!
Pero ¡Oh sorpresa! en el partido militar ocurre un cambio de actitud (conducta) ¡Inexplicable! De la noche a la mañana el partido militar da un giro de ciento ochenta grados y aparenta asumir las banderas de la izquierda que durante décadas persiguieron, encarcelaron, torturaron, desaparecieron en los Teatros de Operaciones (TO). ¿A qué se debe ese cambio? ¿Será producto de la represión que realizaban en los campos de concentración - los TO - construidos por la “democracia” y administrados por los militares? ¿Acaso de tanto oír confesiones arrancadas por la tortura se contagiaron de las ideas de los revolucionarios? ¿Se contagiaron de la mística a sus ideales y objetivos de lucha contra la explotación capitalista y el imperialismo? La integridad de la izquierda en las salas de tortura, su firmeza ideológica ¿los contagiaría de humanismo? ¿Los haría recapacitar sobre la realidad del país y de las mayorías nacionales: el proletariado, los campesinos, los intelectuales de izquierda? ¿Ese profundo distanciamiento antagónico los llevaría a mirarse así mismos y revisar su ubicación en la sociedad? Aceptar el protagonismo de crímenes y torturas; la desaparición de prisioneros lanzados al mar o la manigua desde aviones o helicópteros; el bombardeo de zonas campesinas; el asalto a los barrios por la represión y asesinatos que culminaron en el “caracazo”. Ese cúmulo de hechos grotescos, monstruosos, horrendos ¿Habrá removido sus entrañas, trocado sus conciencias, para que ahora marchen junto a las mayorías nacionales y pregonen la solución de los ingentes problemas económicos, sociales y políticos? ¿Qué otra escuela ha tenido el partido militar para el giro hacia aparentes posiciones de izquierda? ¿Las academias militares? ¡Imposible! ¿Será que adquirieron el síndrome de Estocolmo, enamorarse del enemigo?
La única forma de conocer y aprender las condiciones de vida de las mayorías nacionales es por medio de la labor organizativa en: sindicatos, ligas campesinas, organizaciones estudiantiles de izquierda. El origen proletario puede ser el comienzo, siempre y cuando se reivindique ese origen, se asuma la lucha social, se participe del ascenso de masas y se tome conciencia de clase.
El partido militar tiene raíz proletaria, pero, la argamasa ideológica que arma su estructura es burguesa de corte fascista (instrumento de la violencia del Estado). La raíz proletaria es la herencia recibida del ejército campesino/andino de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Ejército creado bajo la dirección del general Félix Galaviz y el coronel chileno Mac Grill, de corte gomecista, que ningún vínculo tiene con el ejército de Bolívar, licenciado por Santander ante la imposibilidad económica de mantenerlo. Los restos del ejército libertador se diluyeron en el proceso separatista de las cinco republicas liberadas; en la disolución de la Gran Colombia; y en setenta años de guerras fratricidas (La Guerra Federal).
La Fuerza Armada actual tiene condición muy diferente a la milicia de origen mantuano de la independencia. Por el origen proletario, el partido militar ya tiene la base para realizar el proceso de clase en sí y transformarse en clase para sí. ¿Es posible cumplir en las academias militares ese proceso de formación ideológica y fomentarlo en los cuarteles, donde prestan servicio militar los hijos del proletariado?
Al cabo de 17 años ¿Qué tenemos? ¿Ejército politizado, partidizado o ambos? Si el partido militar-tiene el instrumento para la represión, para ejercer la violencia propia del Estado ¿Puede ser sujeto deliberante? En la práctica ¿Qué existe? ¿El control civil sobre el militar o persiste la contradicción en las relaciones civiles y militares?
El entusiasmo de las mayorías nacionales, ¡la emotividad! es diferente a la conciencia de clase. El chavismo se montó sobre la emotividad de las masas y con la chequera petrolera en la mano, que alimenta aún más la emotividad, pretendió realizar una revolución. No se puede hacer una revolución sin ser revolucionario. Y ni Chávez lo era ni el partido militar tiene vocación revolucionaria.
Por idénticas razones vemos el triste espectáculo actual de los llamados “gobiernos progresistas” que se diluyen en sus propias contradicciones: Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil.
Ningún pueblo está listo ni preparado para hacer la revolución. Si así fuera, no había necesidad de hacer revoluciones. La revolución consiste en el cambio de mentalidad, en luchar contra la alienación en sus múltiples manifestaciones culturales: la servidumbre moderna. El entusiasmo de las mayorías nacionales es el condimento, el afrodisiaco del proceso revolucionario ¡Pero no basta!
En doscientos años de historia republicana ¿Cuántos ascensos de masas frustrados? ¿Cuánto esfuerzo consumido? Cuánto empeño que sólo ha servido para perseverar en la lucha. Luego de 17 años, una vez más, la posibilidad del cambio revolucionario se escapa por las mismas causas de siempre: falta de claridad ideológica, falta de decisión, ausencia de organización, improvisación, marchas y contramarchas, falta de disciplina en la ejecución, plazos, etapas de cambio. Procesos revolucionarios que se diluyen en el laberinto de las inconsecuencias, el hiperliderazgo, el culto a la personalidad. ¿De qué sirvió enunciar en la Constitución Nacional los conceptos de democracia participativa y protagónica para llegar a su total negación con lo que estamos viendo, la creación de la Compañía Anónima de los militares, con los militares y para los militares? ¡El despojo de la riqueza nacional!