Mucha expectativa se ha tejido en torno al supuesto del inminente giro hacia las energías renovables, particularmente estimulado a consecuencia de los recientes e inusuales eventos climáticos. Hechos y señales sustentadas en cifras oficiales señalan que hasta ahora, las acciones desde gobiernos influyentes respecto al cambio climático, no se compaginan con lo que algunos ven como próximo, ni con la razón que desde ciertos países particularmente consumidores se pretende hacer creer.
Sin desdecir del hecho de que al momento el planeta se encuentra en la parte creciente del ciclo actual de temperatura, el máximo de este respecto al conjunto permanece dentro del rango histórico observado por siglos, sin embargo la longitud de dicho ciclo parece haber variado [ https://twitter.com/EinsteinMillan/status/1431281265265762304?s=20 ], como consecuencia quizá, de una mayor precisión y nivel de conciencia al respecto. Mientras algunos señalan que estas perturbaciones se han suscitado de forma natural, otros sugieren que han sido propiciadas por intereses particulares de ciertos gobiernos y/o de ciertas transnacionales [ https://www.gaia.com/article/haarp-a-u-s-conspiracy-theory-magnet ].
HECHOS:
Al nivel de consumo pre-pandemia el promedio de reservas mundiales respalda el suministro fósil hasta el entorno de 2040-50, no por casualidad la misma fecha impuesta por recurrentes voceros del IEA, como necesaria para lograr el “net zero” [https://www.iea.org/reports/net-zero-by-2050]. Al 75% percentil se calcula que desaparezcan sobre 31 millones de barriles (MMBD) por día del suministro global, mientras que otros 2 MMBD podrían pasar a nivel de producción marginal, totalizando una fragilidad neta en la oferta de cerca de 33+ MMBD.
El tiempo neto de vida de dichas reservas podría reducirse sustancialmente, dadas las expectativas reales de incremento en la demanda, un mayor desplome al esperado en la producción y el hasta ahora difícil acceso a las fuentes de energías renovables para el grueso de la humanidad.
Venezuela, Irán, Irak, Libia, Kuwait, Canadá y Arabia Saudita, concentran el 80.3% de las reservas globales, pero solo el 25% de la producción global. Sorprendentemente de estos 7 países, 2 están bajo sanciones, 4 ocupados militarmente y el otro es un aliado. Solo Venezuela posee potencial cautivo, real y significativo, de elevar producción de manera sustentable y económica, tanto de crudo, como de gas.
La esencia a cerca del fin de la energía fósil podría estar en consecuencia, más motivada por el temor a una mayor amenaza estratégica hacia esos países cuyas reservas están signadas al corto plazo; incluidos los hoy netamente consumidores, que por el propio supuesto del cambio climático. De allí que se busque activamente reducir presión sobre el consumo fósil, para procurar extender su tiempo de vida y no precisamente para la satisfacer la hipótesis del cambio climático.
Excluyendo el periodo de llenado de los inventarios estratégicos, la presión neta sobre la demanda entre 1998 y 2019 se ubica en alrededor de 1.1 MMBD cada año. La desaparición de ese volumen de 33+ MMBD de la oferta proyectados al 2040-50, vendría en consecuencia acompañado de un aumento proporcional en la demanda de sobre 20 MMBD al nivel de crecimiento previo a H2’2019. De allí que el consumo se estaría traduciendo en unos 53+ MMBD, postulando un descabellado y nunca visto escenario de precios del barril, con una demanda de energía en barriles equivalentes en total cercano a los ~120 MMBD. La celeridad con la que realmente entren en juego las renovables, marcará el tope de precio final del barril; de allí el tan cacareado “net zero”. El incremento de precios podría ser apoteósico, máxime sabiendo que del total de demanda futura, el crudo apenas podría suplir cerca del 42%; es decir unos 50 MMBD, mientras que la OPEP estaría en posición de aportar cerca de 28 a 30 MMBD, con lo cual tendría control alrededor del 58% del mercado del fósil, versus un 25% a 30% post/pre-pandemia real.
Pero el mencionado pico de precios del barril a su vez podría tornar competitivo y estimular en consecuencia tanto el consumo de renovables, como el acceso a reservas más especulativas de crudo/gas. Todo dependerá de la celeridad con que las reservas fósiles se agoten y la confiabilidad tanto del suministro como el acceso a las renovables, desde no solo los grandes consumidores, sino también desde las zonas de elevada densidad humana.
El intangible a cerca del potencial real de suministro fósil recae sobre Venezuela, país con las mayores reservas de fósil-equivalente del mundo (crudo+gas), sin incluir el carbón, pero también sobre Irak, donde el tope de las reservas por descubrir podría superar incluso a Venezuela, con la diferencia que serian crudos Premium. De tomarse en serio dicho reto, Venezuela podría fácilmente dominar entre el 8% al 9% de la demanda de energía fósil global.
Para poder responder ante tal eventualidad, Venezuela deberá allanar el camino desde ahora, para procurar impulsar sus potencialidades en el campo de la descarbonizacion, proyectos que apunten a cero descargas de carbonos, esquemas de secuestramiento y/o transformación de CO2/C1/C2, así como además a la maximización de las renovables. De esa manera, Venezuela podrá salirle al paso no solo a la eventual coyuntura de elevados precios antes señalada, sino a las posibles medidas restrictivas en torno al fósil. Que tan preparadas están PDVSA y las autoridades locales?
FALSO MANTRA:
Sostenemos que el “net zero” es una farsa y una distracción de la verdadera realidad [ https://twitter.com/einsteinmillan/status/1431236598981660680?s=11 ]. Si ya es un hecho que el petróleo tiene sus días contados precisamente hasta el entorno 2040-2050, cual es el afán por el “net zero” y por las restricciones en curso sobre el fósil, si a la postre en esencia este va a desaparecer por si solo para entonces?
Los EEUU poseen unos 3.2 millones de pozos abandonados [ https://www.spglobal.com/platts/en/market-insights/latest-news/natural-gas/070921-growing-problems-with-orphaned-abandoned-wells-challenges-oil-industry ], mientras que el total-mundo podría llegar hasta unos 10 millones. Sostenemos que estos pozos son responsables; aparte de la contaminación de mantos acuíferos, de grandes emisiones de gases tóxicos a la atmosfera. Existen diferencias en cuanto al volumen de emisión calculado, ya que las condiciones energéticas, mecánicas y estructurales varían entre uno y otro. Nuestros cálculos apuntan hacia un nivel de 30 pie cúbicos por minuto, con lo cual esos 10 millones de pozos podrían estar activamente emitiendo a la atmosfera cerca de 8 gigatonne-año (8*109) de gases invernadero (C1, C2, CO2), es decir alrededor del 21% del total de emisiones toxicas del orbe, estimadas en ~38 gigatonne-año. Nada se ha hecho al respecto.
Prender alarmas desde el ángulo de la escasez del fósil y no desde el punto de vista del cambio climático, causaría una explosión del precio del barril sin precedentes, estrangulando economías y originando suicidas corridas financieras, ya que entre los países sin reservas, o con cartera de reservas de crudo de corto plazo, se encuentra constituido el mayor consumo energético mundial presente y futuro, conformado por China, India, Brasil, EEUU, Japón y gran parte de Europa.
Desde la semana antepasada, el carbón y el gas han registrado niveles de precios sin precedentes, particularmente en Europa. Sin negar la posibilidad de un endurecimiento inmediato hacia ciertos procesos intensivos en emisiones toxicas, nuestra óptica sobre el fin de la predominancia de la energía fósil no apunta hacia una desaparición drástica. La demanda fósil seguirá su curso, solo que cada vez más disputada entre las grandes potencias, haya o no excedente de energía verde.
La solicitud explicita de Biden a la OPEP de aumentar cuanto antes la oferta de crudo sorprendió a [ https://nypost.com/2021/08/11/biden-demands-opec-boost-oil-production-amid-rising-gas-prices/ ] más de uno por lo incoherente con su aparente “política pro-renovables”. Mientras que Noruega, Rusia y KSA han expresado que continuaran con su política de desarrollo de reservas hidrocarburíferas hasta producir la ultima gota [ https://twitter.com/einsteinmillan/status/1423612867220279298?s=11 ], China pone el acelerador en el consumo de carbón [ https://twitter.com/ftenergy/status/1426061783207399430?s=11 ], retomando su sitial como mayor consumidor del orbe, con cerca del 61% de su matriz energética.
Para Q3’2021+, algunas de las 7 grandes apuntan parte de su portafolio de inversión hacia proyectos ligados a “energías limpias”; hidrogeno verde siendo el de mayor auge, sin haber negado su intención de continuar invirtiendo en proyectos de aumento de potencial de producción. Sostenemos que las inversiones aguas arriba en exploración y producción continuaran en un nivel similar al de 2005-2008, previo a la aparición de la burbuja financiera y luego de un leve retroceso desde finales de 2019, 2020 y H1’2021, promovido por los efectos originados por la pandemia.
Estas inversiones aun se mantienen a la par del vaivén del barril, sin señal de ninguna otra variable que module su cambio, excepto las relativas a la aceleración y desaceleración económica y el balance de los mercados. Hasta principios de 2019 estas inversiones se mantuvieron en una franja de $400 a $500 MMM por año, retrocediendo luego por la pandemia. Todo apunta a que se proyecta el mismo nivel de inversión aguas arriba durante al menos los próximos 2 a 4 lustros. El caso de Total en Suriname, Tullow en África, Equinor en Noruega y Shell/Total/Equinor en Brasil así lo confirman. Apenas días atrás, BHP-Australia, racionalizó el negocio de petróleo y gas en una alianza multimillonaria con el grupo Woodside; uno de los poderosos en el negocio del LNG [ https://www.theguardian.com/australia-news/2021/aug/17/bhp-to-shift-oil-and-gas-assets-into-woodside-petroleum-as-part-of-major-overhaul ].
Hay y habrá inversiones en materia de petróleo y gas, pero estas apuntaran progresivamente hacia mezclas menos contaminantes, de allí la necesidad e importancia de dar un giro inmediato al obsoleto portafolio de negocios de PDVSA, para reducir su exposición a esquemas de operación que se traduzcan en una mayor huella de emisiones toxicas. Desafortunadamente, nuestra industria no posee la base de talento preparada, ni necesaria para tal efecto.
PLOMO EN EL ALA:
El hándicap de las renovables sigue siendo hasta ahora, su sostenibilidad, confiabilidad, escasa infraestructura instalada y su costo relativo al fósil, aun a pesar del elevado subsidio que algunas naciones ofrecen para estimular su uso. Las renovables a efectos prácticos no han tenido crecimiento notorio, habiendo evolucionado tímidamente a pesar de la guerra contra el fósil. Entre 2000 y hasta Q2’2019 el supuesto crecimiento fue en esencia un mero intercambio entre una reducción del consumo de carbón y energía nuclear mayormente en EEUU y parte de la EU, con un incremento en el consumo de gas y la entrada de fuentes renovables, mientras que el consumo del petróleo se mantuvo prácticamente incólume, así como la sumatoria de la cuota fósil.
Lo que pierden de vista es que la energía nuclear pasó de prácticamente cero al inicio de los 70, a cerca del 7% en el 2000. Las potencias que abusaban y abusan de su uso, se percataron del grave riesgo que corría y corre la humanidad con la expansión de dichos procesos. Accidentes catastróficos como el de 1989 en Chernobyl, 1999 en Tokaimura y más recientemente, el severo accidente de 2011 en Fukushima. Todo ello obligó a cortar el avance nuclear en 33%.
A partir de Q3’2019 en medio de auge del COVID-19 el patrón de consumo cambia, distorsionando la composición de la matriz energética al ceder drásticamente el consumo de crudo, a medida que se afianzaba la imposición del confinamiento y a la par que la actividad particularmente del segmento industrial y de transporte cedían. Estos dos segmentos por si solos absorben cerca del 75% del total de la energía global proveniente de hidrocarburos, de allí que la relación y balance entre el consumo de las distintas fuentes de energía se haya distorsionado hacia el cierre de 2019, 2020 y H1’2021.
Las cifras reflejadas en la matriz de consumo energético a partir de Q3’2019 y hasta el momento, no representan condiciones de consumo estabilizadas y la expectativa es que a medida que tiendan a normalizarse las economías del orbe, la correlación entre las distintas fuentes de energía tienda a retomar el patrón previo a Q2’2019. Tal normalización aun no ha ocurrido.
Recientemente, mientras la OPEP sostenía que para 2022 la demanda repuntará sustancialmente, el barril superaba los $70 (WTI) ante la percepción de cuellos de botella en el suministro global. Imaginen las implicaciones financieras y geopolíticas de un escenario como el que planteamos para 2040-50, donde solo el 42% de la demanda de crudo pudiera ser satisfecha…