La situación política, social y sobre todo financiera, transita en la cuerda floja para Venezuela. Está por arrancar el segundo mes de 2025 y el destino de las relaciones con la administración Trump no pinta bien para nuestro país. Todo apunta a una reimposición más enfocada de las sanciones, con acciones quirúrgicas.
Desde distintos sectores cercanos a la casa blanca se comienzan a escuchar voces que anuncian la paralización de la compra de crudo Venezolano [ Trump says will likely stop buying oil from Venezuela ], sosteniendo una posición de endurecimiento hacia adelante y sin descartar la reimposición de sanciones, que podrían incluir el bloqueo selectivo de exportaciones y acceso a bienes y servicios relacionados con la actividad petrolera, sin descartar flujos financieros.
La estrategia de máxima presión de 2019 de la primera administración Trump no logró generar ninguna mejora, ni tampoco el debilitamiento del gobierno de Maduro. Con Trump de vuelta en la Casa Blanca, crece la presión para que se reimponga máxima presión, luego de que sanciones fueran suavizadas por Biden durante 2022 y 2023.
Como resultado de lo anterior, las exportaciones petroleras de Venezuela hacia EEUU crecieron en más de 64%, al mismo ritmo de crecimiento de su producción de Chevron desde los activos que produce en el país y desde que al cierre de 2022 le fuera otorgada una licencia OFAC.
PDVSA ha tomado cierto aliento gracias a la reactivación operacional de Chevron iniciada en Diciembre’2022. Esta envió a EEUU desde Venezuela unos 222.000 BPD en promedio durante 2024, convirtiéndolo en el segundo país de destino en cuanto a volumen, de las exportaciones petroleras criollas detrás de China.
Del total de aumento de producción experimentado por PDVSA desde Enero 2024, al menos unos 144.000 BPD fueron abonados por la transnacional norteamericana. Si consideramos que la producción total pasó de unos 841.000 en Enero'2024 a 998.000 BPD al cierre del último mes del año, la contribución de Chevron al aumento general de volumen fue nada menos que del 92% del total en dicho periodo.
Sabiendo además que Repsol, Eni y Maurel & Prom reportaron un aumento de producción de entre 15.000 a 20.000 BPD en su conjunto, la conclusión natural es que la producción petrolera de PDVSA por esfuerzo propio fue deficitaria; retrocedió durante 2024.
Hemos asegurado que una retirada abrupta de Chevron de sus operaciones en Venezuela, podría acarrear la reducción paulatina de producción en un volumen cercano a los 150.000 BPD a lo largo de un periodo de 6 a 12 meses. Además, expondría a PDVSA a ofrecer mayores descuentos a sus crudos a través de diversos intermediarios, por una mayor prima de riesgo producto de un retroceso en la percepción país. Dicho descuento adicional podría estar en un rango de entre $8 y $12 por barril, lo cual originaria un costo adicional para Venezuela cercano a los $2.000 millones anuales.
La salida de Chevron y la perdida combinada para Venezuela por caída de producción y aumento de costos, no solo pondría en rojo los ingresos netos para PDVSA, sino que además borraría de un plumazo los ingresos diarios en divisa proveniente de las transacciones domesticas de la transnacional, estrangulando la intermediación bancaria y promoviendo una desbandada en materia cambiaria.
En resumen, reaparecería la restricción en los flujos financieros y limitación al acceso a divisas. PDVSA se vería obligada a volver al esquema de descuentos que prevalecía durante 2019-22, el diferencial por prima de riesgo de nuestros crudos respecto a los principales marcadores se dispararía desde su nivel actual de unos $10 por barril, hacía más de $20 por barril, tal y como sucedió durante 2022. Por ende, el grueso de los ingresos de la nación estaría comprometido tanto por el volumen, como por el valor de realización de nuestras exportaciones remanentes. La caída en los ingresos de 2025, podría estar en el orden del 9% al 12% del presupuesto nación pautado en $22.661 millones, tomando Marzo como el mes de arranque de las potenciales sanciones.
Paralelamente a lo anterior, en caso de reimposición de sanciones y en función de la severidad de las mismas, se iniciaría la desaceleración lenta y progresiva del resto de la producción nación por estrangulamiento de la capacidad de almacenamiento en primer lugar y por la falta de acceso a diluyentes, bienes y servicios en segundo lugar.
Por lo pronto abogamos a la no imposición de sanciones dado que afecta siempre a los más desposeídos. Pero quienes apuestan a que Estados Unidos necesita del petróleo Venezolano; se equivocan. Hemos asegurado que en el corto plazo Estados Unidos no necesita de Venezuela en materia petrolera, aunque en el largo plazo la historia sea otra [Al corto plazo EEUU no necesita de Venezuela en materia petrolera, pero si necesita salir de maduro - Por: Einstein Millán Arcia @EinsteinMillan (aporrea.org)].
Este país produce entre crudo y NGL’s cerca de 20.000.000 BPD, prácticamente superando su consumo [Einstein Millan Arcia on X: "Tal y como dijimos; el corto plazo, #EEUU no necesita del petróleo #Venezolano. El #madurismo puede bajarse de esa nube. LEA: https://t.co/ZeomdZbW3p Producción actual supera los 19.9 MMBD https://t.co/XkesFhFRJh" / X (twitter.com)]. Ello no incluye la fuerte expansión de la producción de Exxon-Guyana experimentada este año desde unos 390.000 BPD a más de 660.000 BPD con la entrada de Payara.