Las grandes corporaciones transnacionales, de nacionalidad conocida, que hacen negocios en nuestro país fueron clasificadas en dos grandes categorías: a) las buenas y b) las malucas. Se nos ha hecho creer que un grupo de empresas petroleras, como ENI y Total entre otras, son buenitas porque aceptaron sentarse a negociar con PDVSA. Esas empresas aceptaron gustosas las cuantiosas indemnizaciones pagadas por el Estado venezolano y las nuevas condiciones para seguir haciendo negocios en el país. No compadre, esas empresas no son buenas, como no hay un capitalismo bueno y uno malo. Se trata de cálculo, de cuánto uno está dispuesto a arriesgar en un litigio. Se trata de pulsear para ver hasta donde cede o resiste el otro. Exxon-Mobil escogió el camino del pulseo, las otras fueron más cómodas, no más buenas.
A la final, la Exxon-Mobil llegará a un acuerdo con PDVSA, el Estado venezolano le pagará una indemnización y seguirá haciendo negocios con nosotros. Ellos y nosotros no tenemos otra salida en el marco del capitalismo. Esa es l clave del asunto. Todas las negaciones petroleras se hacen en el marco de las regulaciones de la economía capitalista, jugamos el juego del petróleo con las reglas que pone el capitalismo. No es cuestión de buenos y malos. No se trata de que Bush es un maluco, y que si en Estados Unidos mandara un Presidente bonachón otro gallo cantaría. Dejemos las ingenuidades. El punto es cómo funciona el capital.
Qué cuento es ese. No hay transnacionales buenas y transnacionales malucas. El único objetivo de estas empresas es apropiarse a como de lugar de la mayor ganancia a costillas ajenas. Las que negociaron con PDVSA no es que son buenas, es que sacaron sus cuentas y vieron que aún bajo estas nuevas condiciones sus ganancias son monumentales. Lo demás es cuento.
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